Crítica: El Núcleo (2003)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2003: Aaron Eckhart (Dr Joshua Keyes), Hilary Swank (Mayor Rebecca Childs), Stanley Tucci (Dr Conrad Zimsky), Delroy Lindo (Dr Edward Brazzleton), Tcheky Karyo (Serge Leveque), Richard Jenkins (General Thomas Purcell), D.J. Qualls (Rat Finch), Bruce Greenwood (Comandante Bob Iverson), Alfre Woodard (Stickley)

Director: Jon Amiel, Guión: Cooper Layne & John Rogers

Trama: Cientos de personas – poseedoras de marcapasos – caen muertas en las ciudades. En otras, las aves se enloquecen y comienzan a estrellarse contra los edificios. Así como estos, toda una serie de extraños fenómenos comienza a sucederse en distintas partes del globo. El doctor Joshua Keyes elabora la teoría de que el núcleo del planeta – una masa de hierro líquido, hirviente a altisimas temperaturas y en constante movimiento, lo cual genera el campo electromagnético de la Tierra – ha comenzado a detenerse y a producir alteraciones en dicho campo. Y, a menos de que el movimiento del núcleo sea reestablecido, los efectos serán cada vez más graves hasta culminar con la incineración de la Tierra debido a la liberación del escudo atmosférico de protección frente a los rayos cósmicos y que es retenido actualmente por el campo electromagnético del planeta. Ahora Keyes lidera la misión que llevará a una nave experimental a las entrañas de la Tierra y que espera lanzar una serie de gigantescas bombas nucleares con las cuales reanimar el corazón del planeta; pero la expedición está plagada de contratiempos y sólo un verdadero milagro podrá salvar a la humanidad de una segura hecatombe.

El Nucleo Cada vez que veo en la calle a un vendedor de garrapiñadas, me dan ganas de preguntarle si se trata de Jon Amiel. Digo: el tipo tenía una carrera bastante respetable como director y, después de El Núcleo, todo eso se le fue al tacho. Terminó haciendo series de TV, y tuvo que esperar 6 años hasta que apareciera algún productor que se arriesgara a confiarle nuevamente la responsabilidad que implica un proyecto para la pantalla grande. La critica y el público masacraron al filme y el mismo terminó siendo lanzado directo a video en montones de países (incluída la Argentina). A duras penas (y después de mucho tiempo) logró recuperar su presupuesto de 60 millones de dólares.

Y todo ese ensañamiento para una película que no difiere demasiado – en tono, calidad y credibilidad – del 2012 de Roland Emmerich (como quien dice, Amiel era un adelantado a su tiempo!). Acá se mandan con otro chifle total – que el centro de la Tierra está por pararse, lo cual provoca algunos de los accidentes más disparatados que uno haya visto, que van desde el fallecimiento masivo de gente con marcapasos, hasta ciudades enteras devastadas por un bombardeo masivo de microondas, eso sin contar con apocalipticas tormentas con rayos capaces de hacer explotar a El Vaticano y el Coliseo romano como si estuvieran rellenos de dinamita, o miles de pájaros estrellándose contra la gente en una orgía de sangre que haría las delicias de Alfred Hitchcock -, el cual debe resolverse mediante todo un circo de disparates que le hace juego, y que incluye lasers capaces de atravesar montañas enteras, aliaciones metálicas imposibles, tecnologías improbables, y una superarma absurda capaz de provocar terremotos a larga distancia… la cual tiene un par de efectos colaterales que son letales para toda la humanidad. Es cierto que el 90% del tiempo El Núcleo se va da mambo… pero lo hace de manera más que entretenida.

Quizás lo que se le pueda reprochar a El Núcleo, es que no le hace asco a insertar todos los Deus Ex Machina que se le ocurran con tal de cumplir su propósito. Por ejemplo, meter en el equipo a un hacker para que “purgue” toda la Internet de filtraciones de información sobre la misión (jajaja, sí, claro!) es un emparche de aquellos, y lo único para lo que sirve semejante personaje es para sabotear en el momento preciso a la superarma secreta, a la cual la están preparando para mandarle otro shock tamaño baño al corazón del planeta. O el super metal indestructible creado por Delroy Lindo, que es capaz de generar electricidad con el calor – algo así como viajar en una Eveready gigante – y al cual le sueldan al casco un par de patas de enchufe (!!) al final, como para darle energía a la nave. Nadie puede negar que el libreto de El Núcleo es super creativo; pero lo que se dice creible, hmmm…

Aun con todo ello, a mi me gusta El Núcleo. No es solemne o estúpida como Armageddon (que era ambas cosas); en todo caso, es una idiotez con onda, buen ritmo y excelentes efectos especiales, que no cae en el melodrama de turno, y que siempre tiene una parva de recursos bajo la manga… aunque los mismos parezcan escritos por un estudiante de física pasado de cafeína, alcohol y otras substancias quimicas más pesadas.