Crítica: La Noche de los Muertos Vivos (1968)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1968: Duane Jones (Ben), Judith O’Dea (Barbara), Karl Hardman (Harry Cooper), Keith Wayne (Tom), Marilyn Eastman (Helen Cooper), Julia Ridley (Judy), John Russo (Johnny)

Director: George A. Romero, Guión: John A. Russo

Trama: Barbara y su hermano Johnny van al cementerio a dejar flores en la tumba de su padre; pero en el camino son atacados por un hombre de apariencia extraña y la chica se ve obligada a huir. En su fuga logra llegar hasta una casa abandonada, en donde se topa con un puñado de personas que han vivido experiencias similares a la suya: estaban en sus trabajos o manejando en la ruta, y han comenzado a ser atacados por extraños sin razón alguna. Ahora el grupo de sobrevivientes debe montar una defensa de emergencia, tapialando ventanas y puertas ya que hordas de desconocidos se reunen en las afueras de la casa y han comenzado a asediarla. Y la única explicación que logran obtener – a través de la radio – es que se trata de alguna epidemia de origen desconocido, que revive a los muertos y los convierte en criaturas hambrientas de carne humana.

La Noche de los Muertos Vivos (1968) En los 60 George A. Romero y John A. Russo eran socios en una empresa dedicada al rodaje de filmes industriales – esos que sirven para capacitar a obreros en el manejo de una máquina o que le muestran a los visitantes los pormenores de una fábrica en actividad -, y se les ocurrió que podrían hacer fortuna en la industria del cine, montando una producción independiente y despachándola al nutrido circuito de autocines (drive-in theaters). Para que el filme fuera redituable debía ser de terror, ya que era el género más popular. Así es como dieron a luz a La Noche de los Muertos Vivos, una película que rápidamente se convertiría en un éxito de público y crítica, y resultaría enormemente influencial en el género del horror. La macana era que Romero y Russo pecaron de ingenuos y los engañaron como carmelitas descalzas: el distribuidor los estafó y se quedó con todas las ganancias y, para colmo, hicieron mal el papeleo sobre los derechos de autor. En poco tiempo la dupla contempló, espantado, como el filme que tanto esfuerzo les había costado pasaba a ser de dominio público, con lo cual no percibieron ni un centavo de regalías. Algo similar a lo que le pasó a El Carnaval de las Almas (1962), filme al que Romero y Russo tomaron como modelo artístico… y al que terminaron de imitar en todo, incluso en su desgraciada suerte comercial.

En los 60 el terror era bastante acartonado. Las bases del género la dio la Universal con su panteón de monstruos clásicos en los años 40, y dos décadas más tarde la Hammer hacía exactamente lo mismo, sólo que con mas color, desnudos y sangre. Hablar de horror era hablar de escenarios góticos (casi como teatro filmado), y realmente se hacía muy poco para cambiar esa tendencia. Sin embargo había gente que estaba empezando a probar otros caminos. El primer paso lo dió Alfred Hitchcock con Psicosis (1960), filme que creó el slasher y puso de moda a los asesinos seriales. El otro que estaba haciendo cosas nuevas (o distintas) era Herschell Gordon Lewis, el maestro del gore. Y, por el sendero del medio, viene George Romero y La Noche de los Muertos Vivos. Romero combina cosas de ambos – el escenario contemporáneo y la falta de reglas de Hitchcock; la violencia gráfica de Gordon Lewis -, y termina por generar la que podríamos considerar como la primera película de terror moderna: algo visceral, ceñido a la acción en pantalla y a la lucha por la supervivencia contra la amenaza de turno. La fórmula de Romero sería imitada hasta la saciedad y llegaría hasta nuestros días.

Si uno quisiera hacer una teoría disparatada, podría afirmar que Romero y Russo fueron influenciados por algo tan bizarro como Plan 9 del Espacio Exterior. La premisa es similar – revivir a los muertos para usarlos en contra de la humanidad -, y el libreto se encarga de tirar la pista de que la epidemia de zombies fué generada por un virus alienígena que vino de regalo con una sonda espacial que regresó a la Tierra. Sin embargo la otra influencia importante – y más probable – es que la dupla haya abrevado en el clásico Soy Leyenda de Richard Matheson, reemplazando vampiros por zombies. El escenario es idéntico – un mundo dominado por monstruos -, con la diferencia que a esta historia no le interesa el conflicto mental del protagonista sino que decide centrarse en la salvaje pelea por la superviviencia.

Ciertamente los zombies no eran un invento nuevo. Basta revisar la filmografía clásica de la Universal como para encontrar algunas cintas sobre el tema, protagonizadas por Bela Lugosi o Turhan Bey. Los zombies clásicos eran muertos revividos o individuos hechizados, y actuaban igual que la momia clásica – eran lentos, poderosos e indestructibles -, con la única diferencia que no estaban enfundados en vendas. Lo que nadie había hecho antes era organizarlos como una horda de monstruos, lo cual es mucho mas atemorizante que verlos actuar individualmente – he allí la causa del éxito de Soy Leyenda -, amén de hacerlos brutales y caníbales. En uno de los momentos más recordados de la película, la masa de muertos vivos se abalanza sobre una pareja de jóvenes y termina por despedazarlos en primerísimo plano. Definitivamente éste no es el horror teatral-refinado-cuasi-gay que solía despachar Vincent Price en aquella época.

Una de las cosas más interesantes de La Noche de los Muertos Vivos es que la premisa es tan rica que permite una enorme cantidad de lecturas. Ya de arranque, la elección de un afro americano como protagonista (algo novedoso y polémico para la época) le da una traducción completamente diferente a si el héroe hubiera sido blanco. Hay varios episodios violentos en la película – Ben peleando con Barbara o con Harry Cooper a cachetazo limpio – que tienen algo de reivindicación racial, más considerando que a finales de los 60 la lucha por la igualdad civil estaba lejos de haber llegado a su fin (un dato anecdótico es que, cuando Romero y Russo fueron a Nueva York a buscar un distribuidor para el filme, se desayunaron con la noticia del asesinato de Martin Luther King Jr). El otro aspecto es el alegórico: la masa de individuos no pensantes, que acosa a la minoría pensante (y a la que quiere devorarle sus cerebros!). Si bien esa reinterpretación es más que aceptable, lo cierto es que es puramente accidental; eso no quita que, en los siguientes filmes de Romero, la masa de zombies fuera escrita expresamente con propósitos metafóricos.

Si uno se atiene a los detalles, La Noche de los Muertos Vivos no es un filme que asuste demasiado. La primera hora es muy hablada y funciona más como un drama de cabina – gente atrapada en un ambiente cerrado y esperando una resolución inminente del drama que se cierne sobre sus vidas -, en donde la existencia de los zombies está reducida a cameos. Tampoco es que haya una exploración profunda de los personajes, pero lo que hay es una serie de viñetas efectivas. Un dato curioso es que estos caracteres se salen de lo esperado para sus estereotipos: el héroe está equivocado, la chica de turno vive catatónica (en vez de tener un romance con el protagonista o de gritar como una histérica frente a cada irrupción en pantalla de la amenaza), y el cobarde del grupo está en lo cierto. El resto es carne de cañón, en el sentido literal de la palabra.

Pero en donde La Noche de los Muertos Vivos se luce de manera excepcional es en su última media hora. El climax extendido es brillante y shockeante, y debe ser uno de los mejores finales de la historia del cine. No sólo por el ataque imparable de la horda sino por las revelaciones de último momento – la aparición del hermano de la chica entre la masa de zombies atacantes; la conversión de la niña herida del sótano en un monstruo que devora el cadáver de su padre; y por supuesto la amarga ironía del último fotograma, en donde el héroe es confundido con un zombie y es aniquilado sin miramientos -. Uno podría traducir que el protagonista quedó condenado desde el momento en que se transformó en un violento, golpeando y disparando al resto de los ocupantes de la casa, y que al final recibe el castigo que merece por dichas acciones (en ese sentido, el final es extremadamente conservador y moralista). La otra interpretación viene por el tema racial: Ben es negro y no es considerado un humano válido, por lo cual es eliminado.

La Noche de los Muertos Vivos es un formidable clásico. Con una enorme economía de medios, George Romero y John A. Russo se despacharon con algo fresco, revolucionario y potente que conserva su impacto hasta hoy en día. Es un filme eminentemente pragmático y directo, y eso es lo que lo hace perenne y memorable.

LA SAGA DE LOS MUERTOS VIVIENTES DE GEORGE A. ROMERO

La Noche de los Muertos Vivos (1968) – El Amanecer de los Muertos (1978) – El Dia de los Muertos (1985); El Amanecer de los Muertos (2004) es una remake del segundo filme de la saga, dirigida por Zack Snyder. El Dia de los Muertos (2008) es una remake del tercer filme, dirigido por Steve Miner. Tierra de los Muertos (2005) es el inicio de una nueva trilogía por parte de George A. Romero, seguida por El Diario de los Muertos (2007) y Survival of the Dead (2009). Birth of the Living Dead (2013) es un documental que trata sobre el rodaje del filme original. El Regreso de los Muertos Vivos (1985) es una comedia negra producida por John A. Russo (co-creador de la saga original con George A. Romero) y dirigida por Dan O’Bannon.

GEORGE A. ROMERO

La Noche de los Muertos Vivos (1968) – The Crazies (1973) – Martin, el Amante del Terror (1976) – El Amanecer de los Muertos (1978) – Creepshow (1982) – El Dia de los Muertos (1985)  – Tierra de los Muertos (2005)  – El Diario de los Muertos (2007) – Survival of the Dead (2009)