Crítica: Negadon, el Monstruo de Marte (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japón, 2005: Dai Shimizu (voz de Ryuichi Narasaki), Masafumi Kishi (narrador), Takuma Sasahara (voz de Seiji Yoshizawa), Akane Yumoto (voz de Emi Narasaki)

Director: Jun Awazu, Guión: Jun Awazu

Trama: En el año 2025 la Tierra está superpoblada y ha iniciado su expansión hacia los planetas cercanos. En la terraformación de Marte – para hacerla habitable y explotar sus recursos minerales -, se han topado con una enorme roca que es transportada a nuestro planeta. Pero de la misma surge un gigantesco monstruo que comienza a asolar a las ciudades. El ejército acude en busca de ayuda a Ryuichi Marasaki, creador de un enorme robot destinado a la exploración espacial. Pero Marasaki se ha convertido en un ermitaño luego que su hija Emi falleciera en un accidente durante el proceso de construcción del androide. Y ahora el futuro de la Tierra depende de que Marasaki pueda superar su tragedia y regrese para terminar el ensamblado del robot, la única arma que puede detener a la amenaza alienígena.

Negadon, el Monstruo de Marte Este cortometraje CGI de Jun Awazu y su estudio de animación Magara intenta ser un sentido homenaje al kaiju eiga o cine japonés de monstruos, y en especial a su época de oro de la década del sesenta. Tras dos años de producción, vió la luz en el 2005 y fué emitido por la cadena Animax (la misma que produjera Ghost in the Shell y nuevas temporadas de la mítica Astroboy). El resultado final es correcto y prolijo, aunque a uno le da la sensación de que semejante esfuerzo debería haber generado un producto más inspirado.

La cuestión pasa aquí por debatir cuál es el futuro del kaiju eiga (aunque esto suene excesivo para los propósitos de un cortometraje). El cine japonés de monstruos fue, en principio, alegoría del holocausto nuclear y después pasó a transformarse en una colorida aventura pulp de ciencia ficción, con sicodélicos invasores alienígenas, elaboradas mitologías, y fabulosas (pero incompetentes) fuerzas armadas de ultratecnología que nunca podían detener a la amenaza de turno. Era necesario que el género evolucionara para no quedar estancado dentro del corral intelectual de tocar siempre los mismos temas. La enorme cantidad de títulos del kaiju eiga han demostrado su popularidad, a la vez que permitió que una variada gama de directores pudiera expresar su punto de vista y realizar aportes al género. Vale decir: el cine japonés de monstruos está tan trillado, que resulta necesario la llegada de alguien con ideas frescas para renovar el género, tal como ocurriera con Shusuke Kaneko y su arrolladora saga de Gamera en 1995. Lo último realmente innovador fue la producción surcoreana The Host, que al menos intentaba probar rumbos más adultos.

El tema es que, si usted hoy en día se decide a desarrollar un proyecto kaiju eiga, debería venir con algo medianamente innovador. La saga de Godzilla permanece congelada desde el 2004, y Gamera entró en cuarteles de invierno en el 2006, precisamente porque el público está saturado de esta clase de filmes, a la vez que las audiencias modernas son mucho más escépticas para comprar la premisa naif de “monstruo gigante pisando Tokio”. En lo personal es un género que me fascina; pero yo soy un geronte de cuarenta años, y me imagino que para el público adolescente de ahora – que ha crecido con fantasías ciberpunk y visiones mucho más oscuras del futuro -, el kaiju eiga es una pieza de museo. Curiosamente el kaiju más recientemente producido es una parodia del género, The Monster X Strikes Back / Attack the G8 Summit (con la resurrección del bizarro Girara de The X From Outer Space atacando la conferencia del G8, Bill Clinton incluído).

Con lo cual llegamos a Negadon: El Monstruo de Marte. Sin dudas Jun Awazu es otro amante del kaiju eiga y decidió hacer uno propio con espectaculares gráficos de computadora… pero no hay mucho más que eso. Están los clichés propios del género – amargado centífico creador de una superarma; fuerzas planetarias de defensa incompetentes; monstruo alienígena y colorido -, y algunos toques de estilo, como la visión retro de este futuro situado en el 2025. Por ejemplo, el espacio exterior es azul, los aviones y tanques son definitivamente anticuados, y las estaciones espaciales parecen salidas de Los Mysterianos. Vale decir, Awazu recrea en CGI los efectos especiales baratos de las películas japonesas de ciencia ficción de la década del sesenta.

Los homenajes suelen ser estilizaciones que poseen una carga nostálgica para que uno extrañe al original – comparen una película standard de artes marciales de Hong Kong con la saga de Kill Bill de Tarantino y tendrán una idea del concepto -. El estilo está presente en Negadon: El Monstruo de Marte, pero la carga sentimental no. El mayor problema con el filme, es que no deja de ser un kaiju eiga regurgitado. No innova, no asombra ni es excitante. Un homenaje bien hecho le debería abrir a uno el apetito como para volver a revisar el original y redescubrir el género. Pero el corto de Jun Awazu no deja de ser pura rutina kaiju, sólo que con mejores gráficos.