Crítica: Nazis en el Centro de la Tierra (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2012: Dominique Swain (Paige Morgan), Josh Allen (Lucas Moss), Adam Burch (Mark Maynard), Marlene Okner (Silje Lagesen), Jake Busey (Adrian Reistad), Christopher Karl Johnson (Josef Mengele)

Director: Joseph J. Lawson, Guión: Paul Bales

Trama: Una expedición científica se encuentra realizando excavaciones en la Antartida. Pero, al final del dia, descubren que dos de sus miembros no han regresado. Siguiendo su rastro, descubren que han sido raptados por un grupo de personas, y sus huellas los conducen hasta una enorme grieta en el hielo. Después de un trabajoso descenso el grupo se topa con una gigantesca caverna poblada de bosques y dotada de un microclima prácticamente veraniego. Divisando a lo lejos una construcción, los expedicionarios se acercan en busca de pistas de sus compañeros… hasta que descubren que se trata de una enorme base nazi construida bajo tierra. Y, luego que los soldados los rodean, se enteran que la base ha sido establecida por Josef Mengele – el siniestro angel de la muerte de Auschwitz -, quien ha estado reconstruyendo el ejército nazi para volver a lanzarse a la conquista del mundo. Ahora el grupo será sometido a crueles experimentos con el fin de recambiar los putrefactos órganos de los soldados nazis sobrevivientes; y, mientras intentan elaborar un plan de escape, los expedicionarios descubrirán que los nazis han preservado parte del cuerpo de Adolf Hitler, al cual planean revivir para que los lidere en su cruzada para establecer un nuevo Reich de los mil años en pleno siglo XXI.

Nazis en el Centro de la Tierra – ¡Atención, base! ¡Estamos siendo perseguidos por un Objeto Volador No Identificado!. ¡Pido permiso para atacar!

– ¿Cree que sus intenciones son hostiles?

– Señor… el OVNI está pintado con esvásticas por todos lados. ¡Si eso no es ser hostil…!

Si Timo Vuorensola (el mismo del fanfilm de culto Star Wreck: In the Pirkinning y director de la inminente Iron Sky) se ha despachado con el delirio de mandar a los nazis a la Luna y traerlos de vuelta 70 años después,… ¿qué problema tendríamos que tener con que la gente de The Asylum envíe a los chicos de la esvástica al centro de la Tierra?. En todo caso la propuesta de estos artesanos es mas lógica que la del director finlandés: siempre existió la leyenda urbana de que los nazis construyeron bases de submarinos en la Antártida, y que las mismas contenían riquezas y documentación como para diseminarse anónimamente por el resto del mundo al final de la guerra. Súmenle a eso un puñado de ideas sicotrónicas – que van desde las teorías del libro La Tierra Hueca hasta los documentales más fumados de Discovery Channel sobre OVNIs nazis – y obtendrán Nazis en el Centro de la Tierra.

En sí, la película apesta. Los efectos especiales son terribles – como era de esperar – pero ahora se suman las actuaciones, que son peores que nunca. En el film nadie, absolutamente nadie, puede actuar. Es como si hubieran reclutado a gente que pasaba por la puerta de calle y le hubieran ofrecido unos dólares para que lea unos parlamentos. El peor ofensor de los sentidos es Christopher Karl Johnson – que parece la versión momificada de Sir Ian McKellen – y que lee sus líneas con la misma convicción con la que yo le paso mi pedido por teléfono a la casa de empanadas.

La idea es obvia. Hay un par de flacos picando el hielo en la Antartida y se topan con algo que no debería estar allí. Los secuestran, el resto sale a buscarlos, y todos terminan en una ciudad subterránea construida a todo lujo… pero a la cual se accede por un mísero granero en mal estado (!). Ahí nos enteramos que se trata de Neo Berlin, construida por un puñado de nazis supervivientes de la guerra, todos los cuales tienen un feo caso de soriasis – como quien dice, se están pudriendo en vida; ¿ves?; eso te pasa por no tomar el solcito por las tardes -. Lo que sigue es una mezcla de Hostel y The Human Centipede, con gente haciendo cosas feítas en sótanos mal iluminados. Como se puede ver, si algún párvulo fue a Blockbuster a alquilar el video pensando que se trataba de la comedia de Vuorensola y le dieron esto, debe haber devuelto el almuerzo del viernes pasado cuando en una secuencia a uno de los chicos le arrancan la cara de cuajo. (¿qué?¿Blockbuster no existe más? ¿Y ahora, qué hago con estas copias de Volver al Futuro que no devolví?).

Nazis en el Centro de la Tierra sigue un tono bastante oscurito durante los primeros 45 minutos… hasta que descubrimos que los experimentos han dado resultado y que han logrado revivir a Hitler, en la forma de un gigantesco cyborg. Con ciber-Adolf saltando por ahi, ya estamos listos para irnos a conquistar el mundo a bordo de un gigantesco plato volador lleno de esvásticas por todos lados. Cuando el enorme UFO sale del hielo y se propone arrasar con la población enemiga más cercana, les salta en el GPS que se trata de las Islas Malvinas. En ese momento el filme se redime de todas sus ineptitudes y se transforma en un clásico de culto instantáneo. ¡Fuerte esos aplausos!!.

Debo admitir que me gustaría felicitar en persona al director Joseph L. Lawson y todo su equipo creativo. No solo la última hora del filme es un descerebre brillante que tapa el gore de mal gusto de la primera parte, sino que representa la cúspide máxima del sub género “ciencia ficción nazi” de toda la historia del cine. Díganme en qué otra película han visto un Hitler robot y un OVNI nazi del tamaño del Titanic. Es cierto que ciber Adolf parece salido de la primera versión de Wolfenstein (aquel jueguito de 1981 que corría en AT 286!), pero es delicioso ver semejante esperpento en pantalla.

Nazis en el Centro de la Tierra es un filme para enfermos como nosotros. Si invitamos a alguien normal a verla en nuestro living, seguramente querrá empalarnos con el control remoto. Es un filme terrible que termina resultando delicioso precisamente por su olor a podrido.