Crítica: La Armada Contra los Monstruos de la Noche (The Navy vs the Night Monsters) (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1966: Mamie Van Doren (Nora Hall), Anthony Eisley (teniente Charles Brown), Bobby Van (oficial Rutherford Chandler), Walter Sande (Dr. Arthur Beecham), Edward Faulkner (Bob Spaulding)

Director: Michael A. Hoey , Guión: Michael A. Hoey , basado en la novela El Monstruo del Fin del Mundo de Murray Leinster

Trama: La armada norteamericana ha montado una misión científica en la Antártida, y los especímenes fósiles hallados en la excavación son enviados a la base militar en las islas Gow. Pero ocurren violentos incidentes dentro del avión durante el vuelo de regreso, y la base debe montar un operativo de rescate ante el inminente aterrizaje de emergencia. Al llegar al avión los militares descubren que toda la tripulación ha desaparecido, con excepción del piloto que se encuentra en estado de shock. El teniente Charles Brown comienza a investigar lo ocurrido, hasta que el destrozo del depósito en donde se encontraban los especímenes fósiles de la Antártida le da una pista de lo que acontece. Y es que el avión transportaba una raza de plantas mutantes, las que han vuelto a la vida luego de miles de años, y han comenzado a diseminarse por toda la isla. Ahora Brown y los marinos de la base deberán montar una improvisada defensa ante una amenaza que se ha extendido mas allá de su control.

The Navy vs the Night Monsters El CLUB STANDARD DE CALIFORNIA se enorgullece en presentar…. ¡LA ARMADA CONTRA LOS MONSTRUOS DE LA NOCHE!

Con la edición de LOS MAESTROS EDITORES DE HOLLYWOOD, y con los FX de la firma EFECTOS MODERNOS DE FILM

Una superproducción que lo hará emocionarse, reír y llorar, filmada en TET-O-SCOPE!!

(Bueno, esto último es un agregado mío; el resto es increíblemente real)

Hablemos de películas incompetentes, de esas que nos dejan doliendo el estómago de la risa que nos provoca. The Navy vs the Night Monsters es una de ellas, algo así como el pariente pobre de Plan 9 del Espacio Exterior. La mitad del tiempo es una película seria, la otra mitad un engendro sideralmente ridículo. Lo malo de todo esto es que aquí había una historia interesante, sólo que los productores se encargaron de asesinarla – no es casualidad que figure aquí Arthur C. Pierce, el mismo de la recién reseñada Terror in the Midnight Sun -, agregándole una enorme cuota de ridículeces. Y, por supuesto, el magro presupuesto del filme tampoco ayuda a levantar su puntería.

Comencemos por el casting. Acá figura Anthony Eisley, un tipo que hizo serie B y Z como La Mujer Avispa (1959) y Viaje al Centro del Tiempo (1967). Junto a Eisley está Edward Faulkner – un tipo que parece la versión malvada de Adam West – y que es más conocido por ser un amigote de John Wayne en los años 60, rodando junto a él cosas tan dispares como Rio Lobo (1970) o la universalmente repudiada Los Boinas Verdes (1968). Y, como frutilla del postre, está la Marilyn Monroe del bajo presupuesto, Mamie Van Doren, a la cual ya le había pasado su cuarto de hora y para entonces había caído en producciones independientes, baratas y cada vez más atroces. Lo más curioso de todo es que Van Doren tendría una renacer artístico (digámoslo de alguna manera a una mujer que sólo hizo carrera por tener un busto enorme) a los sesenta años, siendo redescubierta como ícono hot en Internet, y posando desnuda a una edad en que las mujeres se la pasan cambiándole los pañales a sus bisnietos. Y créanme que Mamie Van Doren está mucho más buena a sus 79 años que cualquier desgastado ícono sexual argentino de menos edad que ella (¿alguien dijo Moria Casán, Susana Gimenez y Graciela Alfano?), y sin necesidad de aplicarle Photoshop. ¿Cómo hizo para mantenerse así?. Se me ocurre una respuesta, pero resulta demasiado obscena para publicarla aquí. En todo caso, googleen imágenes de la diva y podrán comprobar lo que yo les digo.

Ciertamente el trío central no se caracteriza por su versatilidad actoral, y The Navy vs the Night Monsters viene a ser una típica película de monstruos de los años 50, rodada una década mas tarde y cuando el género había pasado de moda. Y, si uno lee el resumen de la trama, verá que es un hibrido entre El Enigma de Otro Mundo (1951) y El Dia de los Trifidos (1962), sólo que aquí las plantas mutantes atacan un destacamento militar en una islita del Pacífico Sur. Los diálogos van de lo estoico a lo atroz, y el libreto se empeña en insertar comic reliefs que dan lástima y que parecen salidos del descarte de alguna comedia Disney de la época – el marinero bonachón que bromea con el piloto sobre los sandwiches que preparó para el almuerzo, o Bobby Van quien se la pasa hablando ridiculeces con un perrito que recogió y parece ser el banana de la base -. Todo el filme tiene lugar en estudios, con decorados muy baratos, y la película está saturada de stock footage de la calidad más dispar que pudieran encontrar. Para tener una idea de la desidia generalizada de la producción, el avión en apuros del inicio del filme cambia de marca, modelo y color de una escena a la otra; cuando los cazas vienen a bombardear la isla, llegan largando humo de distintos colores, indicando que se trata de una filmación de archivo sobre una exhibición de acrobacias aéreas (!); y a esto se suman secuencias monocromáticas (posiblemente sacadas de documentales de guerra) entre otros tantos gafes de la edición. A esta altura hablar de los efectos especiales es un chiste; si las plantas mutantes montadas sobre carritos de El Dia de los Trifidos eran ridículas, esperen a ver las estáticas palmeras alienígenas que han preparado los técnicos de FX de esta película. Las víctimas deben ir corriendo y lanzarse sobre ellas para que las criaturas los maten. Patético.

Las atrocidades proliferan en el filme. Los decorados hacen creer que la base está en medio de una selva tropical, pero los planos aéreos nos dicen que la isla es casi un desierto. En un momento el productor Arthur C. Pierce se peleó mal con el director, y el primero decidió vengarse agregando secuencias en la post producción – 12 minutos infames que incluyen la mayoría de los defectos ante mencionados -, incluyendo una subtrama absolutamente descolgada con cuatro oficiales navales discutiendo obviedades sobre lo que ocurre en la isla y estando a miles de kilómetros de distancia, y cuyo único propósito es aumentar el metraje del filme. A esto se suman nuevos planos de Mamie Van Doren, la que había empezado con un modesto uniforme de enfermera hasta que le gritaron “te contratamos por tus pectorales!”, y la hicieron vestir un sueter dos talles más chico en las escenas siguientes.

Es difícil odiar a The Navy vs the Night Monsters. La historia prometía mucho. A veces la película funciona y otras veces se nota que es un aborto cinematográfico. El tema es que siempre entretiene y, cuando no, tenemos los pechos de la Van Doren. Ojalá hubiera más filmes exploitation como éste, ensaladas rusas en donde hay diferentes sabores y siempre hay algo para picotear. En lo personal la recomiendo, ya que tiene material de sobra para sacarle el cuero.