Crítica: Hombres Misteriosos (Mystery Men) (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1999: Ben Stiller (Mr Furioso / Roy), William H. Macy (el Paleador / Eddie), Hank Azaria (el Rajá Azúl / Jeffrey), Janeane Garofalo (la Lanzadora / Carol), Geoffrey Rush (Casanova Frankenstein), Kel Mitchell (chico invisible), Paul Reubens (Ventilete), Greg Kinnear (Capitán Asombroso / Lance Hunt), Wes Studi (la Esfinge)

Director: Kinka Usher, Guión: Neil Cuthbert, basado en los comics de Bob Burden

Trama: El Capitán Asombroso – superhéroe de Champion City – está aburrido y enojado. Ha comenzado a perder sponsors (y rating) como consecuencia de que los últimos criminales que ha combatido resultaron de poca monta. Por ello urde un plan para recuperar a uno de sus más feroces enemigos – Casanova Frankenstein -, intercediendo frente al comité de buena conducta y logrando que liberen al villano de su celda en el manicomio local. Pero Frankenstein ha estado planeando este momento desde hace años y le ha puesto una trampa infranqueable al Capitán Asombroso, convirtiéndolo en su prisionero. Pero la movida ha sido vista por un grupo de ineptos, los cuales se llaman a sí mismos “super héroes” y quienes sólo han sufrido palizas y derrotas constantes por parte de los criminales de toda la ciudad. Ahora el equipo de idiotas se ha organizado para liberar a Asombroso y, para ello, han reclutado a otros superhéroes… otros tontos disfrazados que creen tener superpoderes de verdad. Y, lo que es peor de todo, es que el destino de Champion City depende de que esta cuadrilla de inoperantes logre tener éxito, lo cual debe ocurrir antes de mañana, cuando Casanova Frankenstein logre activar su gigantesca máquina de rayos y rostice a toda la metrópoli. Pero el tiempo apremia y, lo que es peor, la performance del grupo sigue dejando mucho que desear.

Hombres Misteriosos A veces reunir una tonelada de gente talentosa no alcanza para obtener algo siquiera potable, y eso es lo que ocurre con Hombres Misteriosos: hay un cast fabuloso, dinero por doquier y una premisa con muchas posibilidades. El problema es que ni el libreto ni la dirección logran exprimir un mínimo de jugo de semejante escenario, y las cosas terminan resultando sorprendentemente anodinas. Y Mystery Men se salva de obtener dos míseros atómicos gracias a la intervención sobre la hora de Wes Studi, un actor indio que (creo) jamás ha hecho un papel cómico, pero que aquí se convierte en el único punto de salvataje de una película demasiado chata.

A finales de los 90 todo el mundo estaba intentando obtener alguna tajada del flamante mercado de los filmes de superhéroes, el cual había probado ser una mina de oro en 1989 con el Batman de Tim Burton. Lo que siguió fue una catarata de producciones mediocres armadas sobre la hora (como la patética adaptación de Capitán América) y todo parecía indicar que se trataba de una moda pasajera… hasta que la gente volvió a acudir en masa para ver la parodia de género The Mask (1994), demostrando que había más de un enfoque taquillero para el mismo tema. De ese modo es como aparece Mystery Men, la cual vendría a ser el “Casino Royale” de las sátiras de superhéroes: una fabulosa producción y un cast interminable de actores y cómicos talentosos. Pero, como aquel engendro de 1967, el proyecto nunca terminaría de cuajar como corresponde, y la comedia resultante sería mucho mas lánguida de lo que uno podría anticipar.

La base de la historia es la descerebrada tira de Dark Horse Comics The Flaming Carrot, en donde un tipo (con una mascara gigante en forma de zanahoria y con una llamita en la punta del cráneo) se dedicaba a combatir al crimen mientras filosofaba sobre la vida que llevan los superhéroes. Flaming Carrot terminó por convertirse en un comic de culto y, en la fiebre del oro hollywoodense por los superhéroes a finales de los 90, a alguien se le ocurrió llevarlo al cine. Por supuesto que la cosa no cuajó, simplemente porque la historieta – y el personaje – eran demasiado bizarros… pero los personajes secundarios que acompañaban a la zanahoria heroica resultaban más standard y tenían más margen de maniobra para una adaptación cómica convencional. De más está decir que el papel que aquí juega el Capitán Asombroso es que el que originalmente le hubiera correspondido a la Zanahoria Flameante.

El problema es que el libreto no tiene mucho filo que digamos. Pareciera que hubieran esbozado algunos trazos generales y hubieran dejado el resto en mano de la improvisación de los actores en el set… pero aún para hacer tal cosa con éxito se precisa algún tipo de guía que indique el camino y genere el clima adecuado para ello. Acá todo es redundante y aburrido. Hay costosos y bonitos sets que parecen salidos del Batman burtoniano, hay mucha sobreactuación y muchos primeros planos… pero la gracia brilla por su ausencia. Es como si todo el filme se basara en un solo chiste – gente con super poderes inútiles, como ser el tipo más enojado del mundo, el que mejor palea, o el que tira cucharas más rápido -, pero el trio principal es aburrido e incompetente. Al menos la gente que se le suma tiene más chispa, posee dones mas atroces – como el que se tira pedos letales – y/o son más efectivos a la hora de pelear con los villanos. Pero nadie, absolutamente nadie, logra hacer algo destacable con los papeles que le tocaron en suerte, por lo menos hasta la llegada de Wes Studi a los 50 minutos de iniciado el filme. Su Esfinge es la cúspide de la estupidez Zen que ha afectado a los mentores de héroes que han aparecido en el cine de 40 años a esta parte. Uno cierra los ojos y puede imaginar a Yoda, Qui-Gon Jin, Pat Morita, Anthony Hopkins (en El Zorro)… y una larguisima lista de maestros ciruela que dicen cosas obvias con voz autoritaria, como si estuvieran espetando una verdad revelada. Cada parrafada de Studi es para despanzarse de risa, simplemente porque dice obviedades con un aire de profunda convicción. Es una lástima que el resto de los personajes carezca del mismo filo que la Esfinge; ni siquiera Geoffrey Rush (que en esa época estaba intentando salir de los papeles acartonados en donde lo tenian encasillado) logra hacer algo como la gente. Al menos Greg Kinnear desparrama simpatía pero está demasiado poco tiempo en pantalla (y ni siquiera las bizarras circunstancias de su muerte están orquestadas como corresponde).

Mystery Men es una oportunidad desperdiciada. Es un montón de talento tirado a la basura. Acá se precisaba más locura y menos decorados suntuosos. No satisface ni como comedia ni como película de superhéroes, con lo cual termina resultando una comedia tibia que no termina de convencer a nadie.