Crítica: Mortdecai (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / GB, 2015: Johnny Depp (Charlie Mortdecai), Gwyneth Paltrow (Johanna), Paul Bettany (Jock), Ewan McGregor (Martland), Olivia Munn (Georgina)

Director: David Koepp, Guión: Eric Aronson, basado en la serie de novelas de Kyril Bonfiglioli

Trama: Charlie Mortdecai es un inescrupuloso especialista en arte, cuyo accionar bordea el límite de la criminalidad. Ahora, acuciado por las deudas y la policía, se ve obligado a actuar como asesor / investigador, rastreando el paradero de un antiguo fresco de Goya que ha desaparecido; pero, más que la pintura en sí, lo que interesan son los números grabados en su dorso, los cuales identifican una cuenta secreta en Suiza y en donde los nazis han mantenido depositada una fortuna durante décadas. Y mientras ladrones, terroristas y estafadores procuran hacerse con la pintura, Mortdecai ha trazado sus propios planes… los cuales contemplan engañar a todos, y apoderarse de algunos millones en el interín de una maraña de enredos.

Mortdecai Al contrario de lo que han hecho todos, estoy dispuesto a romper una lanza por Johnny Depp, afirmando que su carrera está muy lejos de terminarse. Ok, el tipo viene con cinco barcos hundidos en línea y Mortdecai es el último de los flops que le ha tocado estelarizar, pero sería injusto recargar todas las tintas sobre Depp. Su interpretación es buena, y se da maña para ser excéntrico – y manejar un tortuoso acento británico – todo el tiempo y de manera impecable; el problema es que el libreto de Mortdecai es una lápida de granito imposible de remontar. Es chato, lento, sin gracia y excesivamente británico. Saquen a las estrellas, pongan a figuras menos conocidas, y verán que se trata de una película que nunca debería haber salido mas allá de su Inglaterra natal.

Es posible que Depp esté sufriendo del síndrome Peter Sellers; ése en donde un bufo histriónico habituado a los personajes extravagantes termina enviciándose con ellos, y culmina aceptando papeles raros en cuanto filme se los ofrezca, sin analizar siquiera si los mismos vienen con un libreto potable. A Sellers la vida lo rehabilitó con interminables secuelas de La Pantera Rosa, y es probable que la nueva trilogía de Los Piratas del Caribe haga lo mismo por Depp; en todo caso, lo que debería plantearse el actor, es meterse en algunos roles mas serios y despegarse un poco de la comedia. A final de cuentas el proceso natural de los comediantes es terminar haciendo papeles dramáticos – tipo Robin Williams o algunos momentos de Jim Carrey -, porque la calidad de los dramas es mas estable, y porque la gente deja de seguir a los comediantes (o su humor pasa de moda). Quienes insisten con ello – como Eddie Murphy o Steve Martn – terminan protagonizando engendros de aquellos y dándose la cabeza contra la pared de manera regular.

En sí, Mortdecai no es ni por asomo uno de los peores filmes del 2015 – como dicen esa horda de idiotas sin carácter a los cuales les encanta apedrear las carreras de tipos que, en una tarde, ganan un millón de veces mas que ellos -. El filme desborda de pirotecnia verbal, sólo que la misma es muy british, rebuscada y carente de gracia. Depp hace su mejor imitación de Terry Thomas y, aún con ello, no logra lidiar con un libreto que se va en diálogos y le da poca bola a la historia. Depp es un corrupto anticuario, casado con una deliciosa rubia (a la cual le quiere tirar los galgos el inspector de policía que lo presiona), y que se ve obligado a aceptar un caso: alguien ha asesinado a una restauradora de arte y las pistas apuntan a que estaba arreglando lo que sería un costosísimo Goya que se creía perdido. Pero, mas que la pintura, lo que importa son los números detrás del cuadro, los cuales tienen santo y seña de una cuenta suiza ultrasecreta que tenían los nazis en la Segunda Guerra, y en donde está durmiendo una monumental fortuna desde hace décadas. Mientras que Mortdecai es un charlatán experto en casi todo (menos en tratar a la gente), se hace acompañar por su indoliente y servicial mayordomo (Paul Bettany), el cual es tan letal como libidinoso. Es Bettany el que le saca las papas del fuego a Depp mientras éste se la pasa espetando sandeces en medio de una balacera.

Es obvio que la historia toma un montón de influencias de todos lados, en especial de El Hombre Flaco de Dashiell Hammett – el cual investigaba los casos con su mujer, hablaba boberas todo el tiempo, y se preocupaba de detalles triviales -. Es posible que ese estilo funcionara mejor en el papel que en el celuloide, ya que acá las palabras sobran pero el avance de la historia deja mucho que desear. Al menos Hammett construía misterios y los adornaba con humor, mientras que acá la historia se envicia con los parlamentos y emparcha como puede el enigma. Decir que las cosas van forzadas y no son muy satisfactorias que digamos (o que no siguen la lógica que deberían) sería un halago; en todo caso, las comedias de misterio suelen hacer hincapié en el humor y no en la intriga…. salvo que aquí el humor aparece con cuentagotas.

En si Mortdecai no es un filme excesivamente mortificante. Mientras todos hacen morisquetas frente a cámara, el único que roba escenas (y a lo loco) es Paul Bettany (el menos pensado!), el cual es amoral, servicial, eficiente, expeditivo y se da maña para acostarse con cualquier ser viviente que pertenezca al sexo femenino. Es Bettany quien saca las mayores carcajadas del filme, apareciendo Depp muy relegado en tal campo debido a estar engolosinado con su acento británico.

Desde ya, un puñado de chistes efectivos no redime a Mortdecai, pero al menos lo acerca al límite de lo potable. Es extraño que un tipo tan talentoso como David Koepp – que no será un gran director pero si un excelente guionista – no se haya dado cuenta de lo espeso que era el guión, y hubiera decidido filtrarlo de algún modo. En todo caso Mortdecai es un plomo sobreproducido, el cual tiene algunos momentos logrados, pero la suma de todos ellos no alcanza para justificar el precio de la entrada.