Crítica: Bajo el Signo de Ishtar (The Mole People) (1956)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1956: John Agar (Dr. Roger Bentley), Cynthia Patrick (Adad), Hugh Beaumont (Dr. Jud Bellamin), Alan Napier (Elinu, el sumo sacerdote), Nestor Paiva (profesor Etienne Lafarge), Phil Chambers (Dr. Paul Stuart), Rodd Redwing (Nazar)

Director: Virgil W. Vogel, Guión: László Görög

Trama: La misión arqueológica del Dr. Roger Bentley descubre una antigua tabla de arcilla escrita con caracteres sumerios, donde detalla que dicho pueblo ha padecido en el pasado una catástrofe climática similar al diluvio bíblico. Los excavadores siguen encontrando restos, esta vez cerca del que fuera el epicentro de un reciente terremoto. Pero al bajar a una caverna a investigar, ocurre un nuevo temblor y Bentley y dos de los arqueólogos que lo acompañan quedan atrapados. Los científicos comienzan a descender por la red de túneles hasta encontrar una civilización compuesta por los sumerios sobrevivientes al diluvio detallado en la tabla que encontraron. Pero su raza ha evolucionado hasta adaptarse a la escasa luz de las cuevas, y ahora se alimentan de hongos y algunos animales. Los sumerios toman a Bentley como un enviado de Ishtar, su divinidad, ya que confunden a su linterna como un rayo de luz divino. Pero Elinu, el sumo sacerdote, está convencido que son simples mortales y planea apoderarse de la linterna de Bentley. Y mientras tanto el arqueólogo ha intentado comunicarse con las bestias humanoides que los sumerios tienen como esclavos, convencido de que sus vidas corren peligro y que estas criaturas pueden ser su único apoyo cuando Elinu y sus hombres decidan atacarlos.

Bajo el Signo de Ishtar John Agar. Qué nombre, qué hombre. Agar había comenzado en el cine con una carrera decente como actor secundario, actuando incluso con John Wayne en Las Arenas de Iwo Jima en 1949. Y se sacó el premio mayor al convertirse en el marido de Shirley Temple en 1945 – hay una fuerte creencia que Agar influyó en la carrera adolescente de Temple, obligándola a tomar papeles poco felices y encontrándose celoso de su éxito -. El matrimonio terminaría en 1950, al mismo tiempo que la carrera de Temple se hundía y que la ex estrella infantil se retiraba del cine. La ausencia del título de Mr. Temple – una tarjeta de presentación en los estudios para que Agar obtuviera papeles decentes – motivó el descenso del actor a los roles de la serie B. Y sí, había llegado el momento de ganarse el pancho y la coca.

Ya en 1954 Agar había probado las mieles de la sci fi de segunda clase con The Rocket Man. Y pronto comenzó a convertirse en una figura de la serie B. Ver la filmografía de Agar es como tener un resumen del cine fantástico barato de los cincuentas y los sesentas, desde Tarántula, Revenge of the Creature hasta la temible Zontar, el Monstruo de Venus, a las órdenes del auteur Larry Buchanan. Todo un ícono de culto.

Pero de todo lo visto hasta ahora, The Mole People puede contarse como uno de sus mejores trabajos. El guión es más que decente – lo que no significa que a veces pegue unos patinazos tremendos -, el personaje del Dr. Bentley es potable y, lo más sorprendente de todo, Agar demuestra que puede actuar. Es cierto que muchas veces le ha tocado hacer de canchero, solterón mujeriego o héroe bochornoso (o nabo atómico, que es lo mismo), pero aquí es un héroe sólido e inteligente. Si bien el libreto se dispara con unos cuantos delirios – comenzando por la intro didáctica sobre las teorías de la existencia de civilizaciones intraterrenas y que brinda el Dr. Frank Baxter, un profesor real que terminaría transformándose en un ícono educacional de la TV norteamericana – y posiblemente la pifie sobre su rigurosidad histórica y científica, cada detalle de la historia es explicado en términos lógicos por Agar y sus compañeros de aventura. Cómo estos sumerios han sobrevivido bajo tierra, se han convertido en albinos, y cómo su civilización ha evolucionado en las cavernas. Incluso lo que podría ser un detalle patético – confundir a la linterna de Bentley con un rayo divino – tiene un razonamiento coherente. A esto se le suma la presencia de los hombres topo del título, que son unos bicharracos jorobados parecidos a un murciélago mutante. El diseño de las criaturas no es el mejor, pero se deja ver.

Pero quizás la mejor baza de Bajo el Signo de Ishtar sea que recicla de manera decente unas cuantas ideas del género de mundos perdidos propias de Julio Verne, Arthur Conan Doyle y Edgar Rice Burroughs. Lo que le juega en contra son los pobres valores de producción, pero es una aventura bastante potable. Quizás sobre el final la llegada de los hombres topo como la caballería sea algo descolgada, pero por el resto de la historia se deja ver más que bien. Quizás el otro detalle reprochable es que a veces la dirección de Virgil W. Vogel es lenta – en especial, al principio y hasta llegar a la civilización intraterrena -, pero es un entretenimiento típico de matineé hecho con dos dedos de frente. Y eso ya es pedir demasiado para un filme fantástico de los años cincuenta.

En otro dato para la trivia figura Alan Napier como el retorcido sacerdote que quiere capturar a Agar. Por si no lo ubican, es el Alfred de la serie de culto Batman (1966 – 1968).