Crítica: Las Luchadoras Contra el Robot Asesino (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

México, 1969: Joaquín Cordero (Arturo), Regina Torné (Gaby), Héctor Lechuga (Chava), Malú Reyes (Gemma), Carlos Agostí (Dr. Orlak), Genaro Moreno (Waldo)

Director: René Cardona, Guión: Alfredo Salazar

Trama: El siniestro Dr. Orlak ha diseñado un robot letal; pero construir un ejército de ellos – para dominar el mundo – le resulta demasiado costoso. En cambio, Orlak se encuentra perfeccionando un mecanismo capaz de controlar a los seres humanos y convertirlos en autómatas que puedan cumplir sus designios. Para finalizar la tarea, ha comenzado a secuestrar a brillantes científicos a los que presiona para que se unan y completen su proyecto o perezcan. Uno de ellos se ha rebelado y es asesinado por el robot; y el mismo resulta ser el tío de la líder de la lucha libre femenina mexicana, Gaby Reyna. Gaby jura vengarse de los victimarios y con la ayuda de la policía y de la wrestler Gemma se unirán para combatirlos. Pero los planes de Orlak ya se encuentran demasiado avanzados y resulta imposible detenerlo.

Las Luchadoras Contra el Robot Asesino Aclaración inicial: la calificación de este filme está puesta de acuerdo a que es el primer título que vemos de las luchadoras mexicanas. Como el argumento de estos filmes ha sido reciclado hasta el hartazgo – en estas películas y en las de El Santo y otros wrestlers -, la nota real serían solo tres atómicos en vez de cuatro.

A esta altura ya no me queda prácticamente filme de kaiju eiga sin ver. Me faltan un par de títulos de Godzilla, otro par de Gamera y se me terminó el hobby, por lo menos hasta que la Daiei o la Toho saquen una nueva película. ¿Existe algún otro género que sea igual de trash y tan divertido como el kaiju eiga como para llenar la vacante?. La respuesta es un sí rotundo; y es el cine de luchadores mexicanos.

Ya hemos comentado algo sobre El Santo y las características de la lucha libre mexicana en reviews previas. Ahora nos metimos a pispear otro costado, quizás más exploitation, que es el de las luchadoras femeninas. Aún con sólo haber visto tres o cuatro filmes sobre el tema, uno empieza a descifrar las características del rubro. En sí, el género de los luchadores es lo más parecido a un cine de superhéroes del tercer mundo. Estos tipos de físicos macizos, calzas, máscaras e identidades secretas no varía mucho, en esencia, de una versión latinoamericana de Batman o similares (sin gadgets y con menos plata). En todo caso, lo que lo diferencia de un comic tradicional de superhéroes es que los villanos no tienen continuidad – en todos los filmes aparece uno distinto -, y que los protagonistas no tienen superpoderes. Pero en sí son personalidades públicas a las que la policía y otras fuerzas del orden acuden en busca de ayuda cuando se topan con una amenaza que los supera. El otro punto es que poseen un molde de base tan flexible que, alterando algunos puntos del libreto, la historia se puede convertir rápida y fácilmente de un género a otro: El Santo ha combatido mafiosos, invasores del espacio, robots, científicos locos, vampiros, hombres lobo … y todo lo que se le ocurra. Así que los filmes de luchadores pueden ser indistintamente policiales, de ciencia ficción, de terror, exploitation o incluso de espionaje. Es un pastiche colorido y fascinante.

Pero hay un tercer punto que quizás nadie ha comentado, y es el aspecto fetichista de todo el asunto. El héroe es un tipo musculoso con máscara que anda semidesnudo y en calzas. Se traba en sudorosas luchas cuerpo a cuerpo con otros luchadores y villanos. Y ese aspecto sexual implícito nunca ha quedado tan en evidencia como en Las Luchadoras Contra El Robot Asesino (por poner el ejemplo que nos ocupa). Ahora son las mujeres enfundadas en apretados trajes de spandex las que se apretujan con otras luchadoras y asesinas. Desde ese punto de vista, los filmes de wrestlers mexicanos terminan por emparentarse como una versión políticamente correcta de fotonovelas y fumetti italianos de la época del estilo de Killing o Diabolik, en donde los protagonistas transpiraban sexualidad por los cuatro costados – sólo que ahora trabajan del lado del bien -. Mientras que al principio de la filmografía de luchadores mexicanos el género se decantaba por superhéroes naif propios del comic, en los sesenta – auge de James Bond, el Batman televisivo y los fumetti – entraría en una vena decididamente exploitation, mucho más explícita en violencia y sexualidad. El Santo como agente secreto y rodeado de mujeres en bikini en Operación 67; o La Horripilante Bestia Humana (1969) – que incluye desnudos y gore -. Definitivamente se transforman en un producto para adultos (no necesariamente más maduro); y están a años luz de la fantasía infantil de la lucha del bien contra el mal que, por estos lares, hacía Martín Karadagián con sus Titanes en el Ring.

Acá hay un argumento que han reciclado hasta el infinito y más allá: el científico loco de turno experimenta con un robot / monstruo / vampiro / asesino, y se decide a raptar científicos para que lo ayuden. Como los que se niegan a cooperar con él terminan viendo crecer los malvones desde abajo, el científico termina por liquidar al padre / tío / primo tercero del protagonista, quien jura venganza eterna. Una de las primeras versiones de este libreto fué precisamente Las Luchadoras Contra el Médico Asesino (1963), pero también sería maquillado y reutilizado en La Horripilante Bestia Humana (1969! – dos filmes en el mismo año con argumento idéntico) y en Santo y Blue Demon contra el Dr. Frankenstein (1973).

Las Luchadoras Contra el Robot Asesino es la primera de las remakes (¿o reimaginación, habría que decir?) de El Médico Asesino. Acá tenemos a un loco muy loco (Carlos Agostí, premio Nobel a la sobreactuación – 1969) que hizo un robot letal. El androide anda de sombrero y sobretodo, con lentes de sol como para que no lo reconozcan, a pesar de que parece un PlayMobil plateado gigante. El quía se la pasa destruyendo unas 20 puertas de tergopol a lo largo de todo el filme, ya que sabe matar y secuestrar pero no utilizar un picaporte. Como el Dr. Orlak es un genio criminal del tercer mundo – o sea, es pobre y no tiene la cuenta bancaria de un Lex Luthor o un Ernst Stavros Blofeld -, le sale muy caro construir más robots indestructibles y sólo se le ocurre inventar un dispositivo para transformar a la gente en autómatas. En una de sus operaciones para capturar y forzar a los científicos más brillantes de todo el mundo – que, casualmente, viven todos en la misma ciudad -, liquida al tío de la protagonista.

Una cosa realmente rara del cine de luchadoras es que en realidad las protagonistas no eran wrestlers reales sino actrices que habían recibido algún entrenamiento en lucha libre. Mientras que El Santo siempre fué El Santo, Regina Torné y Malú Reyes han seguido trabajando en papeles normales (en cine y telenovelas) hasta hace poco. Existe desde hace mucho tiempo una liga femenina mexicana de lucha libre, pero quizás porque eran feas o malas actrices lo cierto es que no terminaban nunca de elegirlas para un papel (al menos, para uno principal). Eso se nota en el filme cuando Gaby y Gemma suben al cuadrilátero y se enfrentan a una rival (que sospecho que siempre es la misma chica, sólo que le cambian la máscara y el color del traje). Las protagonistas se revuelcan realmente poco y no luchan demasiado; y la víctima de turno presumo que es una verdadera profesional, ya que se come la lona como la mejor montones de veces. Comparado con otros flashes de matches como los que aparecen en los filmes de El Santo – en donde el enmascarado de plata a veces estaba a punto de perder y debía transpirar la camiseta para ganar -, los combates de aquí son realmente tibios aunque sirven para fogonear a la calenturrienta platea masculina de turno.

Las Luchadoras Contra el Robot Asesino es un hermoso descerebre. Resulta obvio que para maquillar el reciclado guión, Alfredo Salazar decidió “chorearse” completo el capítulo más famoso de la serie Los Vengadores (Los Cibernautas), ya que el robot es idéntico. Si hay alguna contra, es que las peleas son pocas, breves y no muy excitantes, y hay demasiados diálogos para mi gusto. Pero hay tanto disparate que resulta muy entretenida. Incluso el comic relief de turno resulta bastante gracioso y no es un completo inútil. Por todo esto es que Las Luchadoras Contra el Robot Asesino es un cóctel sicotrónico ampliamente recomendable, especialmente cuando uno está saturado de las rutinas hollywoodenses repetidas hasta la saciedad.

SANTO, EL ENMASCARADO DE PLATA, Y OTROS WRESTLERS MEXICANOS

Otras películas de lucha libre mexicana comentadas en este portal: El Santo en Operación 67 (1967 – comentada en SSSM); Santo versus la Invasión de los Marcianos (1967); La Mujer Murciélago (1968); Las Luchadoras contra el Robot Asesino (1969); Santo Contra los Asesinos de Otros Mundos (1971); El Santo y Blue Demon contra Dracula y el Hombre Lobo (1973); Santo en el Aguila Real (1973); Chanoc y el Hijo del Santo Contra los Vampiros Asesinos (1981)