Crítica: El Continente Perdido (1968)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1968: Eric Porter (capitán Lansen), Hildegard Knef (Eva Peters), Suzanna Leigh (Unity Webster), Tony Beckley (Harry Tyler), Nigel Stock (Dr. Webster), Neil McCallum (primer oficial Hemmings)

Director: Michael Carreras, Guión: Michael Carreras, basado en el libro Uncharted Seas de Dennis Wheatley

Trama: El buque Corita sale huyendo de Sudáfrica debido a su carga ilegal de toneladas de fósforo blanco – empleado para la fabricación de armas -. Pero en el trayecto caen presa de un huracán y extravían el rumbo. Cuando la tormenta amaina, encuentran que han quedado varados en el Mar de los Sargazos, poblado de gigantescas algas y numerosos barcos varados. Pero pronto descubrirán que numerosos monstruos marinos asedian la zona, y hay comunidades formadas por los sobrevivientes de naufragios anteriores que los asedian con la intención de robarles la comida.

El Continente Perdido El Continente Perdido es una incursión de los estudios Hammer en el género de los mundos perdidos (ese mismo que le diera de comer en los 70 a “Hola!. Me llamo Doug McClure y seguramente me habrán visto en En el Centro de la Tierra (1976) y La Tierra que el Tiempo Olvidó (1975)”). Aquí el capo de la Hammer, Michael Carreras, se pone detrás de cámaras y escribe el guión. El resultado final es un producto típico de matineé, entretenido y sólido.

Una de las mejores cosas de El Continente Perdido es que combate el cliché remanido de la presentación de historias de una larga lista de personajes, lo que podría haber caído en esos insulsos y soporíferos bodrios al estilo de Aeropuerto u otros filmes de cine catástrofe. Aquí hay un puñado de caracteres y ninguno es un santo. Tenemos a la amante de un dictador sudamericano que regresa a Venezuela en busca de su hijo y se ha llevado consigo unos millones sin pedir permiso; un médico especialista en operaciones ilegales y su hija ninfómana; un oscuro cazarrecompensas; un alegre borrachín con más dinero de lo normal; y el pragmático capitán del barco, un tipo que opera al borde de la legalidad pero que tiene códigos propios de conducta. En particular este último personaje resulta fascinante; no sólo la performance de Eric Porter es muy buena, sino que uno podría imaginar a Humphrey Bogart en el mismo rol. Es un típico antihéroe de los que solía interpretar Boogie.

La película arranca muy bien, con buenos diálogos y situaciones de tensión. Es un clima de aventura tal que podría haber inspirado a Peter Jackson para su remake de King Kong – capitán con ética propia y oscuro pasado; un barco rumbo a lo desconocido, clima de amotinamiento a bordo y numerosas amenazas simultáneas -. Pero cuando la película entra en su capítulo intermedio, comienza a deshilacharse un poco. Toda la secuencia del escape del barco, soportar el huracán en un bote, y reencontrarse con el buque en el Mar de los Sargazos es algo traída de los pelos. Lo que ocurre es que el guión no sabía como deshacerse de la mayoría de la tripulación, pero podían haber encontrado una vía un poco más creíble.

Una vez en el Mar de los Sargazos, el filme entra decididamente en el terreno fantástico. Hay algas carnívoras, monstruos marinos y sociedades que se han quedado en el tiempo – como una comunidad de conquistadores españoles comandados por un niño y con una horda de inquisidores como guardia personal -. Allí empieza a patinar un poco el relato, en buena parte debido a la insufrible performance de Darryl Read como el adolescente que se cree un enviado de Dios. Incluso en esas secuencias a uno le da la impresión que Carreras recarga las tintas de manera personal contra la iglesia Católica, ya que hay varios discursos en contra de lo que uno interpreta como religión y hay varias muestras de torturas de los inquisidores como para que no queden dudas de que son locos y malos.

Pero aún con ello, con los ridículos globitos que usan para caminar sobre las algas y no hundirse, y con los mediocres efectos especiales, El Continente Perdido es una muy buena película. Siempre pasa algo, los personajes hablan con cierta inteligencia, hay caracteres interesantes, y la aventura no daña la neurona. Simplemente es un filme recomendable.