Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 1984: Drew Barrymore (Charlie McGee), George C. Scott (John Rainbird), David Keith (Andrew McGee), Martin Sheen (Cap Hollister), Art Carney (Irv Manders), Freddie Jones (Dr Joseph Wanless)
Director: Mark L. Lester, Guión: Stanley Mann, basado en la novela de Stephen King
Trama: Hace años Andrew McGee participó en una prueba de drogas experimentales, siendo uno de los escasos sobrevivientes. Como consecuencia de ello McGee adquirió poderes mentales, los cuales le permiten controlar la voluntad de las personas a costa de serias hemorragias cerebrales. Habiendo conocido una chica en el test, pronto McGee se casa y tiene una hija – Charlie -, la cual demuestra haber heredado parte de los poderes de su padre. Pero el don mas asombroso – y peligroso – de Charlie es su capacidad de comenzar incendios con el poder de su mente, potestad que parece ejercer de manera ilimitada. Pronto una agencia secreta del gobierno – que fuera responsable del test de drogas en el que participara McGee – toma nota de la existencia de Charlie y se lanza tras ella con el fin de capturarla, estudiarla y eventualmente reclutarla para sus operativos secretos. De ese modo Andrew y Charlie se convierten en fugitivos, pero la huida es frenada en seco por los operativos de la agencia, quienes encierran a ambos en habitaciones separadas en una secreta instalación militar. Ahora Charlie es sometida a intensas pruebas, cuyo resultado es estremecedor pero… ¿los agentes realmente tienen capacidad de someter a la niña?. ¿O sólo es cuestión de tiempo hasta que Charlie madure el dominio de sus poderes y amenace con arrasar la base militar a costa de volver a reunirse con su padre?.
Drew Barrymore está dispuesta a hacer una masiva barbacoa con todos aquellos que lastimaron a su papito en el final de Llamas de Venganza (1984)
Carrie (1976) despertó el furor sobre la bibliografía de Stephen King y pronto el autor se puso de boga, moda que continua hasta el día de hoy. Pero fueron en esos tiempos iniciales – y especialmente en la década del 80 – en donde los estudios literalmente se desangraban por obtener los derechos cinematográficos de cualquier cosa que hubiera escrito King, siquiera fuera una lista de compras del supermercado. Yo suelo reconocer que ésa fue la etapa mas fresca y original de King, el cual pronto cayó en una rutina de engrosamiento de libros y reciclado sistemático de temas, el cual mermó su originalidad y su influencia en el cine y la literatura. Con el tiempo King comenzó a hacer escapadas del género, metiendose en dramas y probando que lo suyo no era una fruslería pasajera sino un autor de real valía. Lástima que el Horror paga mas y que los libros de King le dejan mayor beneficio, especialmente si pesan mas de una tonelada.
Con Llamas de Venganza King parece regresar a las raíces del éxito que supuso Carrie. Otra niña protagonista, otra aventura con poderes mentales – en este caso, pirokinesis o la capacidad de prender fuego con la mente -. Es una adaptación bastante fiel al libro, aunque una que resulta bastante sosa. No me parece una gran historia pero debo admitir que la dirección de Mark L. Lester – Commando – es demasiado lineal y televisiva: poco clima, muchas luces enceguecedoras (a la onda de lo que Spielberg rodaba en aquel momento), efectos especiales no muy especiales, etc.
A uno le da la impresión que el filme precisaba un libreto mas afilado y una dirección mas inspirada; sobre todo con el tema de la dualidad entre la niña protagonista y Rainbird, el siniestro asesino a sueldo – de naturaleza india – que compone George Scott. Hay una faceta oscura que el filme omite olimpicamente con tal de ser apto todo público, lo que va desde gente seriamente quemada hasta el aspecto perverso del deseo de muerte (o sexual, si se lo quiere) que obsesiona a Rainbird con la chica. Esa cosa de que la nena quedará con él cuando la agencia termine de experimentar con ella… lo cual es estremecedor considerando que se trata de un indio grandote, amoral y violento, deforme y con un ojo ciego. Hay tantas lecturas que el libreto podría haberse explayado – desde que su naturaleza india leyera a Charlie como un dios o demonio al cual abrazar / exterminar, hasta la perversión de ver a un hombre mayor queríendose acercar a una niña con aviesas intenciones, eso sin contar con un deseo de expiación (como el filme explicita) de asesinar a la nena y apoderarse de sus poderes en el momento de la muerte para llevárselos al otro mundo… un punto de saturación en donde el asesino cree reconocer a Charlie como su presa mas grande y su último trofeo antes de partir al otro mundo ya que nada en la vida será similar a semejante encuentro (algo parecido a la cacería del tiranosaurio que hacía Pete Postlethwaite en El Mundo Perdido: Jurassic Park II) -, lástima que todo se queda en una cosa algo insulsa y casi televisiva. Al menos el libreto me ofrece el placer culpable de ver como matan a Freddie Jones de un tortazo, sobreactor detestable si lo hay.
Las performances son bastante buenas, en especial la de Drew Barrymore que – como actriz infantil – actuaba mejor en aquel entonces que ahora de grande. Lo de Barrymore es natural y de a ratos encantador y, cuando se enoja, no deja de ser gracioso pero le pone ganas y – sobre el final – los efectos especiales cumplen, en especial cuando la nena crea bolas de fuego y achicharra a medio mundo. Es algo así como una versión kinder de los X-Men, sólo que con menos filo.
Es una lástima que toda la oscuridad (o toda la excitación) que el tema podría generar haya quedado sepultado por el estilo insípido y standarizado de la dirección de Mark L. Lester. Firestarter no asusta, sólo es una aventura que se deja ver. Hay tonterías – el encuentro con la pareja de ancianos que compone Art Cartney y Louise Fletcher es completamente artificial y sólo sirve para ponerle un moño a la trama -, pero es pasable y lo que debería ser una historia de horror se vuelve una película de matineé con algún que otro tinte oscuro, digerible pero no memorable.