Crítica: Osvobozhdenie 1 / Liberación: El Arco de Fuego (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

URSS / Polonia / Alemania Oriental / Italia, 1971: Mikhail Ulyanov (mariscal Zhukov), Vladislav Srtzhelchik (general Antonov), Ioseb Gugichaishvili (Yakov Stalin), Nikolay Yeryomenko (Josep Broz Tito), Victor Avdiushko (mayor Maximov), Yuri Kamorny (teniente Vasiliev), Fritz Diez (Adolf Hitler), Bukhuti Zakaridze (Joseph Stalin)

Director: Yuri Ozerov, Guión: Yuri Ozerov, Yuri Bondarev & Oscar Kurganov

Trama: Julio de 1943. Los alemanes han lanzado la operación Ciudadela y están decididos a rodear y estrangular a las fuerzas soviéticas en Kursk, dándole un golpe mortal al ejército rojo. Pero el mariscal Zhukov ha anticipado la movida y ha montado una férrea defensa, con una enorme lista de divisiones aguardando detrás de las líneas para lanzarse a la contraofensiva. Ahora ha llegado el momento en que se definirá la suerte de la Segunda Guerra Mundial, en donde los nazis han venido acorralando a los rojos durante años, pero los soviéticos se han plantado. Y será un baño de sangre, definido por el enfrentamiento entre los tanques Tiger I y T 34 de ambas facciones.

Liberacion: El Arco de Fuego (1971) Osvobozhdenie (Liberación) es una enorme épica que la URSS se dedicó a producir entre 1969 y 1971, en vistas del aniversario de la victoria soviética sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial (lo que ellos llaman La Gran Guerra Patriótica). Es una saga de cinco filmes (bah, en realidad son seis ya que el tercero es tan extenso que se partió en dos entregas) que narra el momento en que los soviéticos lograron dar vuelta el curso de los acontecimientos y pasaron a la contraofensiva, culminando con la batalla de Berlín en Abril – Mayo de 1945. Es también un gigantesco esfuerzo de propaganda, caracterizado por una sanitización de los sucesos históricos y una manipulación política del mensaje. Pero, ante los ojos de un espectador moderno, es una epopeya bélica incomparable que termina por superar a sus propios defectos con la grandiosidad de su espectáculo.

Acá el estado soviético decidió gastarse unos rublos y le dió luz verde al director Yuri Ozerov para armar una superproducción monumental. Por ejemplo, miles de soldados del ejército rojo se prestaron como extras, y más 150 tanques fueron comisionados al rodaje. El mismo Politburó trató la filmación de la épica como asunto de estado, y encargó a las fábricas militares la construcción de réplicas de tanques Panzer, siguiendo los planos originales de los ingenieros alemanes. Aislaron regiones enteras para montar las gigantescas secuencias de batallas, y hay un despliegue de cámaras nunca antes visto. El dato anecdótico de todo esto es que los camaradas del Politburó comenzaron a pelearse para meter mano en el libreto y pintarse a sí mismos como héroes, como el caso del líder soviético de aquel momento, Leonid Bezhnev – que era un militar de segunda en los años 40 y quiso que lo retrataran como un prócer a la altura del mariscal Zhukov – . Mientras que Zhukov fué el brillante estratega que comandó al ejército rojo hacia la victoria y ganó merecidamente más medallas que ningún otro oficial en la historia militar soviética, el envidioso Brezhnev se condecoraba a sí mismo y mantuvo a Zhukov alejado del poder durante años por temor a que lo eclipsara.

Osvobozhdenie es una auténtica tank opera que le provoca más de un orgasmo a los fans del cine bélico. Si hay algun filme occidental que tibiamente se le parezca, le corresponde ese honor a La Ultima Ofensiva (La Batalla de las Ardenas) (1965), o La Batalla de Inglaterra (1969), en el caso de los combates aéreos. Pero ni aún uniendo los valores de producción de ambos filmes se llega al grado de masividad de Liberación. En el caso que nos ocupa, tratamos el primer filme de la saga, el que comprende la decisiva batalla de Kursk y la contraofensiva del ejército rojo que generaría una oleada de victorias casi ininterrumpidas hasta la irrupción en Berlín 2 años más tarde.

Liberación: El Arco de Fuego es básicamente un docudrama a lo History Channel, sólo que sobreproducido. Como suele ocurrir en el cine soviético no hay personajes tridimensionales sino estereotipos. La valiente enfermera, el soldado al que acusan de cobarde y se inmola frente a un tanque Tiger, el prisionero al que le perdonan la vida y aún así decide escupirle en la cara a los nazis, etc. Por su parte, se ve que toda la presión política del Politburó terminó por dar resultados ya que hay una enorme galería de comandantes, oficiales y personajes de la historia soviética que desfilan por pantalla y se despachan con acalorados discursos patrióticos cada vez que tienen la oportunidad – me imagino a estos tipejos acurrucados en el cine y aguardando con ansias la aparición del actor que lo tuvo que interpretar -. Todo esto termina por difuminar la atención del filme, ya que prácticamente no hay protagonista (bah, si me escuchara un comunista, me saltaría encima y me gritaría “el protagonista es el gran pueblo soviético!” mientras me clava una bandera roja en medio del pecho). El detalle del caso es la presencia de Stalin, inevitable por el momento histórico, pero un personaje repudiado por la camada posterior de políticos rojos. Aquí lo de Stalin está reducido a un cameo, y el peso de las grandes decisiones pasa por los generales del alto mando. De más está decir que no hay la más mínima mención de las atrocidades de la época, como Stalin mandando fusilar a los traidores y los cobardes, o destrozando a los soldados nazis capturados.

Pero aún con toda su manipulación, Liberación: El Arco de Fuego funciona muy bien. El hecho de que cada oficial soviético, cada vez que habla, se sube a un banquito y se despacha con una inflamada oda patriótica termina por jugar a favor del filme. Es que todo ese melodramatismo termina por convertir al filme en una especie de Star Wars a la soviética, con los nobles héroes combatiendo al imperio del mal y reduciendo todo a blanco y negro. Se suma a esto que la película tiene una óptica realmente variada y extensa – vemos los entretelones del alto mando de Hitler; los partisanos yugoslavos con Tito a la cabeza; la desgraciada suerte del hijo de Stalin (capturado por los nazis) -, con lo cual nunca deja de entretener. Y si a esto le sumamos las titanicas secuencias de combates con tanques, tenemos un espectáculo glorioso. Es cierto que Ozerov comienza el filme de manera algo tosca, engolosinándose con planos aéreos masivos de los reconstruídos panzers Tiger I avanzando lentamente y arrasando las praderas de Kursk, pero la película entra en una fase mucho más dinámica cuando los T 34 y los IS 2 entran en escena, y uno termina por concluir que el director estaba construyendo momentum. Ver a los T 34 literalmente corriendo por la pradera, saltando desde montículos de dos metros de altura o aplastando camiones, es excitante y es la entrada adecuada de la heroica caballería que hace acto de presencia en el momento más desesperado. A esto se suma una serie de interesantes decisiones artísticas de Ozerov; cuando la historia de aparta de Kursk, la fotografía pasa a blanco y negro; y, en los momentos más encarnizados del combate, el filme se tiñe de rojo literalmente (como el infierno en la Tierra… desatado por los comunistas rojos!). Hay una escena notable en Liberación: El Arco de Fuego, y es cuando los tanques alemanes y soviéticos – luego de castigarse sin piedad – se ven obligados a hundirse en un río cercano ya que están prendidos fuego. Saltando de los vehículos, y aún estando malheridos, los tanquistas van a pelearse unos con otros, con pistolas y cuchillos, en una demostración de odio visceral. Ese es un momento muy inspirado.

Liberación: El Arco de Fuego es la primera parte de una gigantesca épica que el pueblo soviético realmente se merecía. Los americanos e ingleses siempre se han vendido como los grandes triunfadores de la Segunda Guerra Mundial, lo cual es no es tan exacto. Sin duda resistieron, lucharon, ganaron, perdieron vidas, pero lo suyo fue hacer unos cientos de kilómetros desde Normandía hasta Alemania, y es un esfuerzo bastante pálido comparado con el esfuerzo titánico de los soviéticos, que lucharon solos, perdieron 20 millones de almas, y destrozaron al nazismo después de perseguirlo durante miles de kilómetros desde las afueras de Moscú hasta la victoria final en Berlín. Que luego haya estallado la Guerra Fría y los comunistas hayan pasado a ser los enemigos de turno no quita reconocer el enorme sacrificio y los méritos de su lucha. Valga el siguiente pensamiento: si los soviéticos no hubieran peleado, ¿los aliados hubieran podido ganar la guerra? (olvidémonos de la bomba atómica por un instante). Por contra, lo que si estoy seguro es que los rojos hubieran podido vencer a los alemanes por sí solos. Con la gigantesca mudanza de miles de fábricas – desde Ucrania hacia Siberia -, la industria militar soviética estaba a salvo, modernizada y plenamente operativa. Y, en 1943, terminaron de construir el mayor y más moderno ejército del mundo, lo cual se exhibe aquí en toda su gloria. Salve, pues, el valiente ejército rojo: un multitudinaria fuerza compuesta por héroes, en donde el coraje se encuentra muy por encima de las (estúpidas) ideologías de turno.

OSVOBOZHDENIE (LIBERACION)

Los filmes de la saga Liberación son: El Arco de Fuego – Ruptura – La Dirección del Principal Esfuerzo (1 y 2) – La Batalla de Berlin – El Asalto Final