Crítica: Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados (2004)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2004: Jim Carrey (Conde Olaf), Emily Browning (Violet Baudelaire), Liam Aiken (Klaus Baudelaire), Kara & Shelby Hoffman (Sunny Baudelaire), Billy Connolly (Tío Monty Montgomery), Meryl Streep (Tía Josephine), Timothy Spall (Sr Poe), Jude Law (Voz de Lemony Snicket), Catherine O’Hara (Jueza Strauss), Cedric the Entertainer (Condestable), Luiz Guzman (El hombre calvo), Jamie Harris (El hombre de los brazos de garfio)

Director: Brad Silberling, Guión: Robert Gordon, basado en los libros El Mal Comienzo, El Cuarto de los Reptiles y El Ventanal, escritos por Lemony Snicket (seudónimo de Daniel Handler), Musica – Thomas Newman

Trama: Lemony Snicket es el narrador de la triste historia de los hermanos Baudelaire: Violet – quien posee el especial talento de la invención -, Klaus – quien ha leído todos los libros del mundo – y Sunny – una hermosa bebé que muerde todas las cosas -. Los hermanos viven en una fastuosa mansión pero la misma se incendia en circunstancias misteriosas; así mismo sus padres fallecen en un accidente. La justicia le encarga al torpe Sr. Poe que busque un tutor para los nuevos huérfanos, quien a su vez se encargará de administrar la cuantiosa fortuna que han heredado. Pero el primer candidato es el siniestro Conde Olaf, un terrible actor que vive en la pobreza, y trata a los niños como esclavos. Y la primera idea que se le ocurre a Olaf es intentar matar a los niños para quedarse con la herencia. Pero los niños logran escaparse de las garras de Olaf, y consiguen que las justicia les asigne un nuevo tutor. Pasarán por la custodia del tío Montgomery (primero) y después de la Tía Josephine, pero ambos perecen bajo los atentados de Olaf. Y, en cada cambio de tutor, los hermanos irán descubriendo pistas sobre lo sucedido a sus padres así como las causas de incendios similares a los que acabaron con la mansión en donde vivían.

Lemony Snicket: una serie de eventos desafortunados Los tiempos han cambiado en lo referente a la literatura infantil. Mientras que en los 50 y 60 lo habitual era leer los libros clásicos de Mark Twain (Tom Sawyer) o Julio Verne (20.000 leguas de viaje submarino), en los 70 y 80 nació una corriente renovadora que intentó llevar versiones light de géneros populares hacia el público infantil. Aparecieron pandillas de jóvenes detectives o aventureros, cuyo tono era muy inofensivo y no distaba demasiado de una versión escrita de un episodio de Scooby Doo, con monstruos que no eran tales y muertos que resultaban estar vivos y coleando.

Pero en toda esa nueva corriente de literatura infantil, venía asomando Roald Dahl. En general, los libros de Dahl funcionan como historias fantásticas con moraleja, pero dotadas de un fuerte humor negro y hasta de cierto cinismo. Era un tono bastante más adulto que las noñadas que se escribían hasta ese entonces. Dahl hizo escuela, y el paso siguiente lo dió JK Rowling con Harry Potter. Mas allá de lo fantástico de la escuela de magos, las novelas de Harry Potter no desarrollaban un universo amigable; por el contrario, habían personajes amenazadores e incluso muertes. Uno podría discutir hasta qué punto es adecuado introducir la muerte como tema en la literatura infantil, pero sin duda es un golpe de efecto certero desde el punto de vista comercial. Es cierto que un personaje amenazador no resulta sino un villano de cartón pintado si no comete algún acto que infunda miedo; y también es cierto que la infancia del nuevo milenio madura antes y es mucho más cínica que los niños de hace 50 años. Pero las novelas de Rowling, de todos modos, tienen cierto tufillo exploitation – acercando algún tema prohibido, desde un punto de vista conservador, a los niños como puede ser la muerte -. La realidad es que, por introducir lo siniestro en sus tramas, terminan por resultar literatura digerible por públicos de todas edades; los padres leen las mismas novelas que sus hijos.

Entre otros tantos seguidores del mismo estilo, está el autor estadounidense Daniel Handler. Handler comenzó con su serie en 1999, publicando 13 libros hasta el presente, bajo el seudónimo de Lemony Snicket. En sus novelas, Snicket es el narrador de la historia, y es un personaje bastante misterioso, que se oculta en una cueva subterránea bajo el mar, y dice haber pertenecido a una organización secreta que lo raptó desde que era niño, lo entrenó, y de la cual terminó por escapar. Snicket narra con abundante humor negro las desventuras de un trío de hermanos, los Baudelaire (cuyo apellido coincide con el del reconocido poeta francés, famoso por por sus obras deprimentes), quienes se encuentra huérfanos a temprana edad, y comienzan a pasar por un desfile de tutores mientras son perseguidos por el ruin Conde Olaf, un pariente lejano que desea matarlos para quedarse con su herencia. Lo que destaca a la serie de libros de Snicket de otras obras infantiles del nuevo milenio, es el uso de cierta sicología inversa y del armado de cliffhangers (situaciones de peligro en que los protagonistas quedan al borde de la muerte hasta el próximo capítulo) que son enfáticamente advertidos por el autor. En algunos libros, el autor advierte al lector que deje inmediatamente el presente libro en la estantería de la librería, so pena de asistir a la lectura de terribles eventos que pueden espantarlo; así como distintas clases de avisos que incluye en la narración (“esto pudo haber sido hermoso… pero no fué así, ya que algo terrible sucedió después, con lo cual advierto al lector que cierre ya esta novela si no desea perder su sueño por las noches, a causa de las pesadillas que pueden producirle los espantosos hechos que narraré a continuación”).

Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados es la adaptación al cine de la saga, comprimiendo tres de los primeros libros (Un Mal Principio, La Habitación de las Serpientes, y El Ventanal); y sin duda es una producción cuidada, pensada por los productores (Paramount y Dreamworks) de sacar una saga que rivalice con Harry Potter. La estética está tomada de las ilustraciones de los libros, realzada por ideas de Rick Heinrichs, quien fuera diseñador de producción de los films de Tim Burton, y es impresionante. De algún modo la ambientación se sitúa en una pseudo Inglaterra bizarra y fantástica, donde conviven tecnologías de los 50 con novedosos artefactos del nuevo milenio, y donde las construcciones resultan barrocas y deprimentes. En cuanto a atmósfera, el film resulta irreprochable.

Lo que no es tan brillante es el guión. Snicket es ciertamente protagonista en sus libros, actuando como las veces de un relato paralelo brindando tips de su bizarra vida de aventuras y plagado de detalles absurdos, pero sin duda el libreto optó por podar este aspecto y dejarlo en el rol de un simple narrador mientras se dedica a expandir las desventuras de los hermanos Baudelaire. Uno puede cuestionarse, en cierto punto, qué tiene que ver Snicket con los hermanos – el relato original suele dar pistas diciendo que posee tatuajes como el del conde Olaf, que fue víctima de incendios, y que quizás sea uno de los chicos Bauldelaire -. El film lanza algunas pistas que no desarrolla (y los libros, sí), como cuando habla de que el relato trata, entre otras cosas, de sociedades secretas, o el dichoso enigma de los catalejos. Y así mismo la película tiene una marcha algo entrecortada, resultando un tanto episódica. Ciertamente unir tres libros no posee la misma fluidez narrativa que una novela de Harry Potter, amén de que cada capítulo resulta bastante breve como para desarrollar los personajes nuevos que se introducen (el tío Monty, la tía Josephine).

Sin duda el relato tiene su gracia, ya que los chicos que interpretan a los hermanos cuentan con un gran carisma, y las interlocuciones de Snicket (Jude Law) son bastante sabrosas. Pero uno fantasea con lo que pudo haber hecho un director con mayor talento (un Tim Burton, por ejemplo) con el mismo material. Mientras que un Burton hubiera sacado más lustre al aspecto siniestro y lo dotaría de mayor humor negro, el director Silberling deja que ciertos acontecimientos oscurezcan al film. Como el caso de la muerte de los padres, que le da un peso dramático que lastra a la cinta. Además de que la estructura en sí termina de caer en cierta rutina de los planes malévolos de Pierre Nodoyuna en Los Autos Locos. Todos los intentos de asesinato de los chicos por el Conde Olaf resultan bizarros y se desbaratan por su propia impericia.

Pero sin ninguna duda, lo que salva a la película de ser una adaptación algo chata de las novelas es Jim Carrey. Carrey es un comediante dotado de un gran talento, lo que no significa que sea para todos los gustos. Pero ha ido creciendo como actor a lo largo de los años, puliendo su comicidad histérica hasta hacerla mucho más potable y eficaz, amén de que se ha probado como intérprete fiable en papeles dramáticos, y eso le ha dado un rango mucho mayor (y lo ha salvado de ser una moda pasajera). Pero mientras que sus cualidades histriónicas en dramas son reconocidas por todos exceptuando a los miembros de la Academia, Carrey regresa ocasionalmente a papeles cómicos. Olaf es una creación brillante de Carrey, que se alterna entre un Boris Karloff algo sobreactuado, y un camaleón que desaparece en los múltiples disfraces que practica el Conde para acercarse a los niños. Posiblemente los primeros minutos de escena de Carrey sean algo terribles, pero después termina por hacer puntería en el tono que requiere Olaf, y culmina por obtener las mejores carcajadas. Es un impresionante ladrón de escenas y termina por poner a la sombra al resto de los intérpretes, en especial a Billy Connolly y Meryl Streep, que resultan totalmente desperdiciados por un guión que no les da el peso ni dignidad que merecían en el relato.

LEMONY SNICKET

Una Serie de Eventos Desafortunados (2004) – Una Serie de Eventos Desafortunados: la serie (2017) –