Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 1995: David Morse (Capitán Brian Engle), Patricia Wettig (Laurel Stevenson), Dean Stockwell (Bob Jenkins), Mark Lindsay Chapman (Nick Hopewell), Frankie Faison (Don Gaffney), Baxter Harris (Rudy Warwick), Bronson Pinchot (Craig Toomey)
Director: Tom Holland, Guión: Tom Holland, basado en el cuento homónimo de Stephen King
Trama: El piloto de aerolínea Brian Engle se ve obligado a viajar de urgencia a Boston, debido a la muerte accidental de su ex esposa. Pero el cansancio lo domina y termina por caer dormido. Grande será su sorpresa cuando despierte y descubra que la inmensa mayoría de los pasajeros del vuelo han desaparecido, como si se hubieran desvanecido en el aire. Todas las pertenencias de éstos – incluso protesis óseas – quedan como restos en los asientos que ocupaban. Junto a Engle se encuentra un puñado de supervivientes, quienes también habían caído dormidos. La conclusión que sacan es que, durante el sueño, han atravesado alguna especie de barrera dimensional y ahora se encuentran fuera del tiempo real. Sin comunicaciones y con el combustible medido, Engle deberá hacerse cargo del avión y aterrizar en un pequeño aeropuerto desierto que han encontrado. Pero allí el tiempo parece haberse congelado y un extraño y estremecedor ruido comienza a acercarse a donde están ellos. Y, lo que sea que fuere, parece una amenaza inminente que se cierne sobre ellos, a menos que consigan combustible en el corto plazo como para recargar los tanques y poder despegar el jet.
Los Langoliers está basado en el cuento de Stephen King que publicara en el compilado Cuatro Pasada la Medianoche en 1990. Como suele suceder, el medio natural para las adaptaciones de King es la TV, ya que el formato de miniserie es el que mejor cabe para los gigantescos relatos que pergueña el autor de Maine. Acá el responsable a cargo es Tom Holland, el mismo de La Hora del Espanto. Y, durante el 50% del tiempo, Holland lleva adelante una narración impecable y plagada de suspenso… hasta que se ve obligado a develar la monumental estupidez que se le ocurrió a King para esta ocasión.
King es excelente como narrador. Pero en cuanto a ideas (si resumimos sus novelas en 10 líneas), solo atinaré a decir que es bastante bueno haciendo terror y es horrible haciendo ciencia ficción. Acá King se mete con una temática propia de La Dimensión Desconocida, y consigue generar un interés enorme ya que la historia siempre está elevando la apuesta – y, para que los neófitos no se pierdan, King introduce a un escritor de ciencia ficción como personaje y es quien se encarga de hacer las conjeturas más interesantes sobre lo que está ocurriendo -. Un grupo de pasajeros se despierta a bordo de un avión y descubre que el 90% de la gente ha desaparecido. Entre ellos hay un piloto que logra hacerse con los mandos y termina por descubrir que no existe nadie en tierra, como si el resto del mundo hubiera desaparecido. No se ven luces de ciudad, nadie contesta los llamados, no se escucha una banda de radio (siquiera militar o de aficionados) de casualidad. Como el combustible se termina, se ven obligados a bajar en un pequeño aeropuerto, el cual está desierto. Allí el misterio se dispara, ya que las cosas comunes no funcionan como debieran: los fósforos no encienden, la comida no tiene sabor, las gaseosas no tienen gas. Y hay algo enorme, que genera un ruido estremecedor y que parece venir en dirección a ellos desde las colinas. ¿Podrán los supervivientes encontrar algún medio para reabastecer el avión y salir pitando de allí antes que la amenaza se abalance sobre ellos?.
La primera hora y media es formidable. Hay muchísimas preguntas y teorías, hay descubrimientos a cada rato, hay mucho suspenso. El problema es el propio Stephen King, que no se conforma con mantener todo esto como un enigma al más puro nivel intelectual. No; el tipo tiene que meter otro niño sabelotodo (tal como El Resplandor) y a un ejecutivo sicópata, sobreactuado de manera insufrible por Bronson Pinchot. Con un personaje tenemos al Deus Ex Machina que adivina todo lo que ocurre (y le da ese ridículo nombre a las criaturas del título); y con el otro tenemos al villano de la historia – un asesino serial que masacra de la manera más estúpida posible a la mitad del casting -. Por Dios: ¿era necesario meter estos personajes tan horribles?.
Si al menos Los Langoliers se hubiera restringido a ese par de problemas, las cosas podrían haber sido tolerables. (alerta: spoilers) El problema con el relato es sencillamente estructural: el final del cuento figura en la mitad y, luego de eso, resulta imposible mantener el interés en lo que sigue. A los 10 minutos de comenzada la segunda parte aparecen los Langoliers, que son unos vulgares Pac Mans metalizados, hechos sin mucha gracia en una Commodore 64. Oh si, son unos CGI malísimos. Teóricamente son entidades que devoran lo pasado… pero todo esto podría haberse hecho con mucha más gracia, como si fueran una nube de langostas que arrasan con todo. Pero no, los productores decidieron seguir adelante con los Pac Man y el efecto es risible. Y después de escapar de allí, sigue una hora diez de relato. Y no hay manera de rellenarlo de manera decente. Hasta el sacrificio final de uno de los protagonistas se ve completamente idiota y absolutamente inefectivo. Digo, este tipo podría haber desaparecido 10 segundos antes y el resto de la tripulación no se hubiera despertado jamás. Todo esto sin entrar a reflexionar sobre a qué lugar van a parar los que desaparecen en el tiempo. Cuanto más avanza la miniserie, mas grandes son los agujeros de lógica. (fin spoilers)
Los Langoliers está ok para ver con cuatro horas libres de nuestro tiempo. La segunda parte bordea lo lamentable, ya que las explicaciones son cada vez más disparatadas y Bronson Pinchot sobreactúa de manera salvaje. En todo caso, lo que hace la miniserie es demostrar las limitaciones creativas de Stephen King, un tipo que arranca sus relatos de manera muy inspirada pero que luego desconoce a dónde va a terminar, con lo cual se pone cada vez más disparatado e incoherente a medida que se acerca al final.