Crítica: La Huésped (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2013: Saoirse Ronan (Melanie Stryder), William Hurt (Jeb Stryder), Diane Kruger (The Seeker/Lacey), Max Irons (Jared Howe), Jake Abel (Ian O’Shea), Chandler Canterbury (Jamie Stryder)

Director: Andrew Niccol, Guión: Andrew Niccol, basado en la novela homónima de Stephenie Meyer

Trama: La Tierra ha sido invadida por una raza alienigena, la cual ha asimilado al 99% de la poblacion humana en muy poco tiempo. Y es que los extraterrestres son entidades de energia parasitarias – conocidas como “almas” – las cuales precisan de un portador humano para sobrevivir. Ahora ha llegado el turno de la asimilación de Melanie Stryder, una adolescente que ha sido atrapada mientras intentaba obtener un poco de comida. Pero la entidad alien – llamada Wanderer – no logra doblegar el alma humana de Melanie y ahora ambos se ven obligados a convivir en un mismo cuerpo. El problema es que Melanie conoce datos vitales sobre el paradero de los restos de la resistencia humana, razon por la cual es interrogada con insistencia por una dura agente alienigena conocida como Buscador. Convencida de que su cuerpo va a ser torturado para obtener el resto de la información, Melanie convence a Wanderer de huir, y así es como ambas terminan en medio del desierto, buscando una cueva oculta en donde el tío de Melanie ha construido una colonia de supervivientes. Pero, al llegar, la resistencia de los humanos no tarda en aflorar, ya que creen que Melanie / Wanderer no es mas que un agente infiltrado que trabaja para los aliens. Y, mientras tanto, Buscador ha dado con el rastro de la fugitiva, lo que puede culminar con la asimilación de la ultima colonia humana sobre el planeta.

La Huesped (2013) La Huésped es el ultimo filme basado en una novela de Stephenie Meyer, la autora de (gulp!) Twilight y todas sus secuelas. Decidida a crear otra vaca a la cual pueda seguir ordeñando, optó por trocar vampiros, hombres lobo y adolescentes calentorras por invasores extraterrestres… y más adolescentes cachondas. El problema es que aquí no funciona ni el escenario de ciencia ficción ni el romance adolescente, y lo único que nos queda son algunas actuaciones aisladas y algunos diálogos perdidos. El resto va de la ridiculez al divague, y prácticamente no hay ni un aspecto de peso que logre redimir a la historia como para que califique de potable.

Lo mas curioso de todo esto es que reclutaron a un tipo del calibre de Andrew Niccol para semejante pavada. Niccol es un especialista en distopías y alegorías, un tipo que realiza desarrollos extremadamente elaborados e inteligentes a partir de premisas simples – en todo caso, Niccol es un purista que toma la esencia clásica de la ciencia ficción y la aplica en su máxima expresión: tomar el mundo tal como lo conocemos, alterar un factor importante y desarrollar un escenario hipotético en base a dicha modificación -. El tipo ha dado a luz cosas como In Time, Gattaca y el libreto de El Show de Truman. A mi juicio el problema con Niccol pasa por los defectos de construcción de sus relatos, sea que parte de una premisa totalmente absurda (In Time) o realiza un desarrollo tan complicado que bordea lo absurdo, amén de poner a personajes totalmente apáticos como héroes (Gattaca). No creo que Niccol sea el genio que todos proclaman, pero creo que está en la senda correcta y que un día el tipo puede despacharse con un clásico enorme que hasta ahora (según mi opinión) no ha engendrado. Que el nombre de Niccol figure aquí tiene más que ver con la cantidad obscena de dinero que le habrán ofrecido que con un interés genuino en la obra de Meyer. A final de cuentas, en Hollywood son todos mercenarios y hasta Orson Welles rodaba bazofias en su momento con tal de obtener fondos para financiar sus obras maestras.

Mientras que otros directores de prestigio – léase Bill Condon – se han acercado a adaptar los libros de Stephenie Meyer y han superado la prueba con bastante éxito, La Huésped podría ser el zapato de cemento que hunda definitivamente la carrera de Niccol en el fondo del lago. Niccol no sólo dirige sino que también es el responsable del libreto, así que la culpa va por partida doble. La Huésped es un monumento a la incompetencia y a la ridiculez pero, si la historia es tonta, la culpa de Niccol pasa por haber sido incapaz de tamizarla y volverla potable, amén de que haber aplastado todo el segmento de romance adolescente, raison d’etre de cualquier novela de Stephenie Meyer. Mientras que Meyer pudo manejar con una mínima eficiencia las mitologías clásicas de vampiros y hombres lobos en Twilight (y las reinventó para el traste, pero al menos las reelaboró de alguna manera), está visto que Meyer desconoce en absoluto cómo crear un escenario de ciencia ficción mínimamente potable. Acá tenemos una raza alienígena que rápidamente ha invadido la Tierra y ha asimilado a la mayor parte de la humanidad – estableciéndose en sus cuerpos como si fueran parásitos, y quitándoles todo rezago de su antigua personalidad -; el problema es que todos estos E.Ts son unos bonachones de aquellos y se manejan en nuestro planeta utilizando nuestra anticuada tecnología. Es absurdo ver a los aliens (o humanos asimilados) utilizando supermercados para abastecerse, volando vetustos helicópteros o siquiera montando lujosos autos deportivos. Cuando Diane Krueger decide rastrear el paradero de Saoirse Ronan en el desierto, apela a una vulgar cuadrilla de búsqueda y se comunica con sendos celulares. Toda esta gente… ¿no tiene satélites espías, rayos lasers o naves espaciales?. ¿Cómo es que tienen que buscar en Google la foto de un paisaje en el desierto para saber a qué localidad pertenece?. Y lo más importante es: ¿cómo hizo toda esta manga de incompetentes del espacio exterior para invadirnos y absorber el 99% de los seres humanos del planeta?. ¿Tan inútiles somos los terrícolas?.

La primera media hora es abominable. Los pocos humanos que quedan sin asimilar viven a plena luz del día, ponen la música a todo volumen y se ponen a bailar, y hasta tienen luz en sus casas (¿cómo? ¿acaso van al PagoFácil sin que los aliens los detecten – a abonar sus facturas de electricidad?). Cuando atrapan a Saoirse Ronan y le meten un extraterrestre en la garganta (gulp!), a la chica se les ponen los ojitos azules como si fuera un Fremen de Arrakis. El problema con la asimilación es que toda esta gente queda con desorden de múltiple personalidad. Y el gran drama con La Huésped es que los diálogos entre el marciano poseedor del cuerpo y la personalidad humana (escondida en su interior como si fuera una especie de voz de la conciencia) son horrendos. Discuten bobadas, se pelean como si fueran niños, se echan culpas mutuamente. Yo no entiendo cómo es que asimilaron al 99% de la humanidad sin problemas y justo, con la última muchacha, el proceso se les va al diablo. Se supone que es un método más que probado, de lo contrario toda la población del mundo estaría compuesta de esquizofrénicos. A Meyer todo esto le importa tres pitos, y ni siquiera se calienta demasiado en desarrollar como corresponde todo el proceso de debate interno por el cual la personalidad de la chica logra convencer al alien que ambos deben huir.

Donde el filme repunta bastante es con la llegada de Saoirse Ronan al refugio construído por su tío, excusa para que William Hurt entre a escena. Al menos el personaje de Hurt es inteligente e interesante, un tipo que se maneja con sus propios códigos, que ha montado una elaborada colonia en medio del desierto a partir de la nada, y es un veterano que transpira sagacidad. Por supuesto Hurt no viene solo sino con una pandilla de garañones, los cuales primero quieren liquidar a la Ronan y después se la quieren empastillar. El problema es que como la chica es media esquizofrénica, hay un muchacho enamorado de su personalidad humana y otro encariñado con su costado alien. Encima, como a toda esta gente no le cuesta mucho irse a un rincón y ponerse a los besuqueos, las dos personalidades de la muchacha se pelean de acuerdo a con quién estén intercambiando saliva en ese momento. El nivel de idiotez de semejantes situaciones crece a niveles exponenciales a medida que avanza la película, especialmente en la escena en que la personalidad humana parece haber sucumbido y la alien desea despertarla de algún modo… con lo cual empieza a chuponearse con medio mundo para que los celos logren revivirla. Resulta imposible describir lo excruciante que resulta dicha secuencia.

Por supuesto ni Hurt ni Saoirse Ronan (la cual actúa aquí como si estuviera en un drama candidato al Oscar) logran salvar a La Huésped de la hoguera. Si bien el segundo tercio es relativamente tolerable, el filme decide hacerse el harakiri cuando llega el final. Primero, porque la Meyer mete toda su habitual caterva de deus ex machina y soluciones fáciles que dejan contentos a todos (menos al público con más de dos neuronas); segundo, porque muestra la inutilidad de todo el relato previo, sin llegar a alguna definición satisfactoria – otro final abierto con miras a una franquicia… que seguramente (y gracias a Dios) nunca terminará por concretarse -; y tercero, porque ni siquiera resulta satisfactoria en términos de romance. He aquí un culebrón fantástico que no deja satisfechos ni a los adolescentes ni a los puristas del género, y eso que estuvo compaginado por un especialista. La tensión dramática es cero y el escenario fantástico es absurdo. Pero los dos enormes problemas con que se enfrenta la película pasan porque el estilo narrativo elegido es ridículo – había mejores maneras de manejar la doble personalidad de Saoirse Ronan en vez de esos bobísimos diálogos internos -, y porque Niccol debería haber pulverizado el 50% del relato para reconstruirlo desde cero. The Host no es precisamente la Biblia como para respetar cada punto y coma del texto, más cuando uno se da cuenta de que se trata de una bobada monumental. Niccol podría haber suprimido la voz en off, arrancar el filme directamente en la colonia de Hurt y contar todo en flashbacks, y mantener el misterio sobre si la Ronan es más alien que humana, o si el proceso la ha desquiciado, volviéndola una demente esquizofrénica. Y en cuanto a los romances deberían haber dejado que una mujer reescribiera dichas escenas, aportando una sensibilidad femenina que aquí resulta inexistente. Si bien estoy convencido que el texto original de la novela debe ser un engendro, al menos esto podría haber funcionado mejor en manos de otro artesano habituado a narrar culebrones. Los filmes de Crepúsculo eran absurdos pero al menos entendían sus limitaciones y tenían el tino de reírse de sí mismos (¿otra vez te vas a sacar la camiseta, Jacob?). Acá todo es tan pretensioso y serio que los defectos quedan subrayados con colores flúo, de manera que hasta un ciego pueda verlos.

La Huésped es un bodrio inconsistente. Hay momentos en que amenaza funcionar, pero nunca lo hace. Como aventura de ciencia ficción es ridícula; y como romance es incapaz de moverle un pelo a una quinceañera hormonalmente burbujeante. Es simplemente una pieza de mal cine basada en un mal texto, cuyo mayor mérito es haberle arruinado la carrera a un director de prometedor talento.