Crítica: El Beso Mortal (Kiss Me Deadly) (1955)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1955: Ralph Meeker (Mike Hammer), Albert Dekker (Dr. G.E. Soberin), Paul Stewart (Carl Evello), Cloris Leachman (Christina Bailey), Gaby Rodgers (Gabrielle / Lilly Carver)

Director: Robert Aldrich, Guión: A. I. Bezzerides, basado en la novela homónima de Mickey Spillane

Recomendación del Editor

Trama: Una mujer corre por la carretera en busca de auxilio y logra que un conductor detenga su auto y la ayude. El hombre es Mike Hammer, un rudo detective privado. Mientras que al principio Hammer cree que se trata de una autoestopista en apuros, pronto se entera que la chica se ha escapado de un hospital siquiátrico y que la persiguen dos matones para matarla. Hammer intenta evadirlos pero pierde el control del auto, y el dúo termina en manos de los sicarios. Estos torturan a la chica hasta morir y dejan a Hammer a su propia suerte en la carretera. Recuperándose en un hospital Hammer decide poner manos en el caso, especialmente cuando autoridades gubernamentales y mafiosos comienzan a seguirle a todos lados. Así es como descubre que la chica era portadora de un secreto – el paradero de una misteriosa valija -, tras la cual medio mundo se encuentra desesperado por hallarla; y las cosas se saldrán de control cuando los cadáveres comiencen a acumularse, lo que impulsará a Hammer a entrar en acción haciendo todo lo que sea necesario para hallar la verdad… yendo incluso mas allá de lo permitido por la ley.

Gaby Rodgers desata el poder mas destructivo del universo en esta memorable escena de Kiss Me Deadly (1955) Gaby Rodgers desata el poder mas destructivo del universo en esta memorable escena de Kiss Me Deadly (1955)

Es posible que Mike Hammer – la criatura literaria engendrada por Mickey Spillane en 1947 – sea el primer vigilante de la literatura moderna. Décadas antes de que aparecieran El Castigador, Harry el Sucio y Paul Kersey, Hammer andaba exterminando criminales con su Colt 45. En sí no deja de ser otra figura ultra fascistoide convencida de que la justicia estaba en su mano, con la particularidad de que fue la primera de su tipo. A Hammer se le sumaban otros rasgos brutales – anticomunista acérrimo, misántropo hasta la médula, mujeriego empedernido, y un sicópata con licencia para portar armas que operaba mas allá de la ley -, lo cual lo convertía en un personaje tan único que pronto se ganaría el favor del público. Las novelas de Mike Hammer se vendieron como pan caliente durante décadas y, aunque Hollywood siempre estuvo seducido por el lado oscuro del personaje, siempre hizo lo posible para aligerarlo de su carga amoral. De todas las encarnaciones que tuvo quizás la peor sea la de Stacy Keach – un santurrón charlatán enfundado en sombrero y gabardina en plenos años ochenta -, la cual estaba tan alejada de la naturaleza animal del personaje que terminaba rozando el tono de la parodia.

Kiss Me Deadly fue la segunda aventura del personaje en la pantalla grande (Hammer había debutado en el cine en 1953 con Yo, el Jurado) y seguramente es la mas recordada de su franquicia. Muchos la citan como un clásico del cine negro, cosa con la cual discrepo. El filme está plagado de performances mediocres y sobreactuaciones, la historia va lenta y gira en círculos demasiadas veces, hay demasiados agujeros de lógica en el argumento – ¿cómo estaba enterada de todo el personaje de Cloris Leachman?; ¿de dónde procede la caja misteriosa que buscan todos?; ¿cómo es que el periodista de la revista científica sabe demasiado?; ¿a quién le van a vender la caja los villanos de la historia? -, y los retazos de información son vomitados al azar ya que el protagonista no es muy ducho para obtener pistas por sí mismo. Lo que tiene formidable Kiss Me Deadly es que es brutal: cuando atrapan a Cloris Leachman, la cuelgan desnuda y la torturan con una pinza hasta morir; Ralph Meeker no tiene empacho alguno en matar gente o incluso engañar a los sicarios para que se disparen entre ellos; los cadáveres terminan con rictus abominables en sus rostros y la gente perece de las maneras mas terribles que existen (como el mecánico aplastado por el mismo auto que estaba arreglando). Toda esa carga de violencia compensa los personajes bizarros (la idiota compañera de cuarto de Cloris Leachman; el ridículo y corrupto médico forense, la dupla de perversos asesinos que trabajan para el mafioso, etc), los romances forzados y los pésimos besos de Meeker con la fémina de turno.

El otro factor memorable es el McGuffin de la historia, una caja dotada de un isótopo radiactivo por el cual la mayoría del cast se desespera por apoderársela hasta el punto de llegar al asesinato – he allí el elemento sci fi por el cual introducimos este filme en el portal -. No se trata de un simple box de contenido peligroso sino que parece un engendro proveniente del espacio exterior: cada vez que lo destapan el aparato aúlla y emite una luz enceguecedora capaz de incendiar todo lo que está a su paso – ¿de dónde creen que se inspiró Spielberg para armar el final de Los Cazadores del Arca Perdida? -. El climax del filme resulta impresionante por razones ajenas a toda la trama policial previa. Tal como dice el personaje de Albert Dekker, el bicho ese es una auténtica Caja de Pandora moderna, un dispositivo capaz de desencadenar el Apocalipsis con el consecuente exterminio de toda la humanidad.

A pesar de sus disparidades Kiss Me Deadly es un muy buen filme; cuando la historia funciona, es shockeante – gracias a los buenos oficios del director Robert Aldrich, el mismo de Qué Pasó con Baby Jane? -, y es en ese puñado de grandes momentos en donde la película gana estatura y obtiene – por derecho propio – un merecido lugar en la historia del cine.