Crítica: El Juego de Ender (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2013: Asa Butterfield (Andrew ‘Ender’ Wiggin), Harrison Ford (Coronel Hyrum Graff), Ben Kingsley (Mazer Rackham), Abigail Breslin (Valentine Wiggin), Hailee Steinfield (Petra Arkanian), Viola Davis (Mayor Gwen Anderson), Nonso Anozie (Sargento Dap), Moises Arias (Bonzo Madrid)

Director: Gavin Hood, Guión: Gavin Hood, basado en la novela homónima de Orson Scott Card

Trama: Hace muchos años la Tierra fue atacada por una raza alienígena conocida como los Formics. Por suerte el sacrificio del intrépido piloto Mazer Rackham detuvo la invasión, al estrellarse contra la nave madre y desconcentrar al resto de las fuerzas extraterrestres. Desde ese entonces la Tierra ha estado preparándose para una segunda oleada y, para ello, ha creado un intensivo programa militar, reclutando a miles de niños para seleccionar aquel que resulte un auténtico genio de la estrategia y pueda comandar las fuerzas terrícolas contra un nuevo ataque de los Formics. Ender Wiggin ha comenzado a demostrar dichos talentos y ha sido puesto bajo la tutela del coronel Hyrum Graff. Pero a medida que avanza su entrenamiento, Wiggin – de tan sólo 12 años – ha comenzado a distinguir la brutal diferencia que existe entre los juegos de guerra y las muertes reales… lo cual lo llevará a una auténtica encrucijada al momento de comandar las fuerzas terrestres en lo que parece ser el asalto final contra los Formics.

El Juego de Ender (2013) El Juego de Ender se basa en la novela del mismo nombre, escrita por Orson Scott Card en 1985. El libro terminó por convertirse en un clásico que le dió gran renombre a su autor, haciéndole ganador de los premios literarios Hugo y Nebula, y disparando una larga franquicia compuesta por secuelas y derivados – los que cuentan la madurez de Ender, o la historia de diversos compañeros de academia del protagonista, llegando incluso a narrar una versión alternativa de la historia de origen vista desde la perspectiva de otro recluta -. El libro se hizo deseable para Hollywood, lo cual hizo recelar a Card sobre la cesión de derechos sobre el mismo. Deseoso de mantener la mayor fidelidad a la obra, el autor se convirtió en productor y se dedicó durante décadas a buscar un estudio que le permitiera financiar la adaptación a la vez que le dejara mantener control creativo. Dicha tarea le llevo 28 años hasta que terminó por plasmarse en la película que ahora nos ocupa.

A veces el problema con las adaptaciones cinematográficas es que llegan tarde, con lo cual pierden su frescura. Mientras que en 1985 El Juego de Ender hablaba de academias espaciales, realidad virtual y videojuegos como parte de la vida cotidiana – para ese entonces la PC apenas tenía 4 años de edad, con lo cual el libro de Card tenía una visión de futuro realmente innovadora -, hoy el filme llega después de Harry Potter, Matrix, juegos como Doom y Quake, y toda una sociedad que ha hecho de la informática parte de su forma de vida. Vale decir, la mayoría de sus temas originales han sido tratados, copiados o reciclados, en otras películas previas a la llegada de esta adaptación. Es por ello que resulta inevitable ver a la primera mitad del filme como “Harry Potter en el Espacio”otro elegido, lleno de poderes excepcionales y que puede detener el mal imparable que se cierne sobre el mundo; una academia plagada de peligros y donde hará amigos para toda su vida; un tutor inflexible; riesgosos juegos en gravedad cero, que hacen más de entrenamiento que de diversión, y cuyos resultados pueden ser impredecibles -, con la diferencia de que el tono aquí elegido es bastante más adulto. Al menos Asa Butterfield – que parece la versión enana de Jeremy Renner – reboza del carisma y la inteligencia que requiere su personaje para poder funcionar; y posee rango de sobra para enfrentar cara a cara a otros notables que lo acompañan, en especial Harrison Ford – el cual viene resucitando su carrera a partir de papeles de viejos gruñones, los cuales le salen perfectos – y Ben Kingsley.

Mientras que la primera parte es muy buena – la academia -, la segunda es algo más dispar. Aquí Ender pasa todas las etapas y llega al climax, que es la simulación de la batalla real siendo él en persona el comandante en jefe de la flota espacial. El problema aquí es que las cosas no están tan pulidas como corresponde, ya que la historia pretende cubrir tres grandes puntos – la gran batalla, la crisis de conciencia de Ender, la partida hacia una odisea espacial en busca de enmendar el daño que ha causado -, de los cuales desarrolla excepcionalmente bien uno, y emparcha en diez minutos los otros dos, adosándolos sin demasiada diplomacia. Si bien el protagonista es realmente interesante y sabe captar nuestra atención, por otro lado el relato llega a un punto plagado de temas importantes – cuando la defensa de la existencia se saltea la via diplomática y pasa a una etapa de agresión descontrolada, tomando al genocidio como una estrategia válida; la crisis de conciencia que pesa sobre el genocida; el deseo de redención y la amargura de la victoria – que el filme decide archivar expeditivamente porque ha llegado al límite de su metraje. Esos diez minutos extras después del climax saben amargos y carecen del desarrollo que debiera; y aunque son puntos tratados en los restantes libros de la saga, bien podrían haber tomado un par de capítulos extra de los mismos para proveerle un cierre mas satisfactorio del que figura en el filme.

El Juego de Ender me pareció muy muy buena. Uno puede percibir como funciona la siquis del protagonista, ver el brillo de sus ocurrencias, y disfrutar cómo resuelve los problemas a los que se enfrenta. Los secundarios van de lo muy bueno a lo interesante – Ford, Viola Davis -, y la excepción es Ben Kingsley, que no termina de radiar el magnetismo que su personaje exige. Es un maorí demasiado blanco y afectado, y carece del misterio que la estatura de su carácter necesitaba.

Es una lástima que El Juego de Ender haya sido un fracaso comercial, simplemente porque es una película sólida y mucho mejor que cientos de clones de Harry Potter que pululan por ahí. Es una aventura espacial inteligente y tiene una gran cantidad de temas interesantes para tratar, la mayoría de los cuales trata muy bien aunque otros son presentados de manera demasiado abreviada. Aún así, es una experiencia cinematográfica placentera y por ello me resulta ampliamente recomendable.