Crítica: El Increible Hombre que se Derrite (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1977: Burr De Benning (doctor Ted Nelson), Alex Rebar (Coronel Steve West), Myron Healey (General Michael Perry), Michael Alldredge (Sheriff Neil Blake), Ann Sweeney (Judy Nelson), Lisle Wilson (doctor Loring)

Director: William Sachs, Guión: William Sachs

Trama: El astronauta Steve West es el único superviviente de una misión espacial a Saturno. Como consecuencia del accidente su cuerpo ha quedado severamente lacerado, y todos los estudios indican que vive de milagro. Pero lo más asombroso es que West parece haber sido afectado por una especie de bacteria mutante, la cual devora la carne de su cuerpo a pasos agigantados. Al ver su estado actual West se desquicia, matando a los enfermeros del hospital y dándose a la fuga. El doctor Ted Nelson ha salido en su búsqueda, y todas las pistas indican que ha ido en busca de su esposa. Mientras tanto, el astronauta mutante ha descubierto que debe devorar carne humana para compensar la putrefacción de su cuerpo, razón por la cual comienza a dejar un reguero de cadáveres a su paso.

El Increible Hombre que se Derrite Esta es una película que siempre quise ver desde que era chico. Recuerdo haber visto en el diario los enormes avisos con el rostro putrefacto del astronauta en primerísimo plano. Por supuesto, todo lo que resultaba impresionante a la edad de 10 años hoy resulta risible, y El Increible Hombre que se Derrite es prueba palpable de ello. Durante 90 minutos asistimos a las correrías de un inepto mutante esperando que, cuando se le venza el plazo, se transforme en un kilo y medio de carne picada. Eso sí: picada gruesa y bien jugosa.

Muchos críticos suelen poner a El Increible Hombre que se Derrite en algún top ten de las películas más malas de la historia. En realidad el filme no es insufriblemente malo, pero sí bastante incompetente. No hay demasiados sustos y los shocks parecen reservados a los efectos de maquillaje de Rick Baker, siempre y cuando los pongan en primer plano y con luz favorable. Lo que ocurre es que la versión original de la película estaba plagada de chistes, ya que esto iba a ser una parodia a los filmes de terror serie B propios de los años 50 – de hecho, la premisa de El Increible Hombre que se Derrite es idéntica a El Primer Hombre en el Espacio (1959), cuando no el clásico de la Hammer El Experimento del Doctor Quatermass (1955), con otro astronauta que regresa a la Tierra y se trae de regalo una mutación abominable -; en el medio del río quisieron cambiar de caballo, le sacaron los gags y decidieron que la versión seria iba a venderse mejor y a recaudar más. Eso no quita que haya algún que otro momento ridículo que se haya salvado de la poda del cuarto de edición, como cuando el ordenanza de la fábrica se topa con los restos del astronauta (el cual ha completado su proceso de putrefacción y se ha transformado en una especie de Sopa Inglesa; puaj!), los recoge y los tira en un tacho para la basura, o algunos ataques con el bicho perdiendo distintos pedazos de su cuerpo aquí y allá.

En realidad lo más molesto del filme no son los torpes ataques del monstruo, sino la falta de rumbo que tiene el guión y la temible puesta en escena. Comenzando por Burr DeBenning, actor horrible si los hay, y que aquí se pasa todo el tiempo con cara de tránsito intestinal lento. Yo creo que el tipo estaba realmente convencido de que era un intérprete de élite y de que se encontraba a años luz por encima de la calidad del material, razón estúpida si uno la mira en perspectiva ya que nadie le debe haber puesto un revólver en la cabeza para obligarlo a aceptar semejante trabajo. Yo no entiendo a esos actores que aceptan el cheque y trabajan a desgano en material que ellos consideran inferior; si fueran tan buenos actores, los contratarían en todos lados; y si tenían tan mal concepto del libreto que le ofrecieron, ¿por qué lo aceptaron en primer lugar?. Como sea, lo cierto es que el inepto DeBenning se la pasa comiendo y hablando por teléfono, diciendo que no encontró al astronauta mutante… cuando en realidad nunca lo vemos moverse mas allá de la cocina de su propia casa. El resto de las performances son tan patéticas como la de DeBenning, lo cual es mucho decir; y, si hay un solo momento efectivo en la película, no lo da el monstruo sino un accidente en el cual un tipo se cae los cables de una torre de alta tensión y se rostiza mal en cuestión de segundos.

El Increible Hombre que se Derrite no es un bodrio aberrante, pero tampoco es una película buena. Lo único que la saca del montón es su atroz premisa – un tipo que se derrite y va dejando pedazos suyos por todos lados… aunque sigue corriendo, saltando y pegando como si no le faltara ni un músculo – y unos efectos de maquillaje pasables; y paren de contar. En todo caso queda como una de esas peliculas dignas de ver a las 3 de la mañana de un sábado, cosa de desollarla vivo durante un buen rato antes de caer inconsciente gracias a los efectos del alcohol en el torrente sanguíneo.