Crítica: Hitman (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Francia, 2007: Timothy Olyphant (Agente 47), Dougary Scott (Mike Whittier), Olga Kurylenko (Nika Boronina), Robert Knepper (Yuri Marklov), Ulrich Thomsen (Mijail Belicoff), Michael Offei (Jenkins), Henry Ian Cusick (Udre Belicoff)

Director: Xavier Gens, Guión: Skip Woods, basado en el juego homónimo de Eidos

Trama: Un asesino anónimo – conocido únicamente por el alias “Agente 47” – recibe la misión de liquidar al mandatario ruso Mijail Belicoff. El operativo resulta ser un éxito y 47 se dispone a recoger el dinero por el atentado. Sin embargo Belicoff aparece en la televisión, dando una conferencia de prensa como si nada hubiera pasado. Esto no sólo despierta la furia de quienes contrataron al asesino sino que culmina con el envío de sicarios a liquidarlo, quienes consideran a 47 como un testigo demasiado peligroso como para seguir vivo. Ahora 47 se encuentra a la fuga – con la Interpol, la policía secreta rusa, y decenas de pistoleros de su propia organización tras sus talones – y deberá descifrar lo ocurrido mientras intenta mantenerse con vida.

Hitman Hitman está basada en el videojuego del mismo nombre, surgido en el 2000 bajo la bandera de Eidos la misma firma que diera a luz la famosa saga de Tomb Raider -. En algún momento jugué un poco de Hitman aunque no lo encontré demasiado apasionante – al menos, no para mi standard -, ya que era un juego que combinaba misiones de acción con otras de sigilo. Uno encarnaba a un asesino – el agente 47, el cual era fruto de una selección genética y que había sido entrenado desde niño en una escuela de sicarios -, y debía cumplir diversas misiones eliminando a los individuos – objetivo asignados. El juego tuvo su suceso y pronto dió a luz diversas secuelas, con lo cual no tardó en aparecer alguien que pensó que llevarlo al cine podría disparar algún tipo de franquicia exitosa.

Considerando el misticismo que le había impuesto Eidos a la saga original de juegos, resulta sorprendente ver lo desabrida que es la versión fílmica de Hitman. A excepción de un par de pantallazos mostrados durante la secuencia inicial de créditos, en ningún momento se vuelve a mencionar la selección genética y/o la escuela de adiestramiento de asesinos desde la infancia. Hasta la supuesta Organización a la cual pertenece parece diluída en medio de un libreto demasiado genérico y deslucido. Quiten el nombre 47 y el tatuaje de código de barras en la nuca del calvo protagonista, y verán que Hitman no tiene nada que la diferencia de cientos de películas hechas sobre asesinos profesionales reformados / traicionados a último momento y disparados en misión de venganza.

Pero si toda la mística del videojuego ha sido aniquilada, ello se debe a que el guión es un desastre que ni siquiera tiene claro hacia dónde ir. El agente 47 mata al verdadero presidente ruso en público (para qué????) y el lugar es tomado por un doble, quien insiste en callar al sicario y tapar todo el asunto. En el medio hay un hermano del mandatario que está envuelto en tráfico de armas, drogas y prostitutas, y que sólo sirve como pretexto para generar un tiroteo deslucido en medio del filme – sin que su presencia o ausencia aporte algo de peso a una trama que no se entiende -. Hay un agente de Interpol incapaz de llegar a alguna conclusión útil; hay una prostituta cara que sólo sirve para mostrar a Olga Kurylenko en bolas; y hay demasiados asesinos pelados e inoperantes que son exterminados por las vías más tontas posibles. Y si esto le sumamos el pésimo casting de Timothy Olyphant como el protagonista – que es demasiado blando como para imitar con éxito a Vin Diesel o, siquiera, a Jason Statham – y una sucesión de escenas de acción demasiado genéricas, podremos ver que Hitman no posee lo mínimo necesario para generar un espectáculo pochoclero decente. La historia está plagada de problemas, el final es insatisfactorio, y el protagonista tiene demasiados problemas morales como para que nos pongamos de su lado, amén de que el actor elegido no es el adecuado. Como lo establece la ley no escrita sobre filmes de asesinos a sueldo, éstos deben morir en el intento de redimirse, o al menos deben combatir a gente que es de peor calaña que la suya. Acá no pasa nada de eso, ya que uno termina perdido en la confusión que genera todo el libreto, el cual termina por arruinar una historia que – aunque no era original – al menos podría haber generado un espectáculo mínimamente competente.