Crítica: Invocando Espíritus (The Haunting in Connecticut) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Virginia Madsen (Sara Campbell), Kyle Gallner (Matt Campbell), Elias Koteas (reverendo Popescu), Amanda Crew (Wendy), Martin Donovan (Peter Campbell), Sophi Knight (Mary Campbell)

Director: Peter Cornwell, Guión: Adam Simon & Tim Metcalfe

Trama: Sara Campbell debe recorrer periódicamente decenas de kilómetros para llevar a su hijo Matt a Connecticut, en donde le realizan tratamientos para lidiar con el Cáncer que lo está venciendo. Pero el agotado cuerpo del adolescente cada vez resiste menos el esfuerzo del viaje, y los Campbell deciden alquilar una casa cercana al hospital. Pero al alojarse en la misma, extraños incidentes comienzan a ocurrir. Y es que el lugar fue, décadas antes, una funeraria. El tema es que los espíritus del pasado han comenzado a acosar a los Campbell, y en especial a Matt, quien comienza a tener visiones de los bizarros sucesos que han transformado al lugar en una casa embrujada.

Invocando Espiritus Invocando Espíritus (título español poco afortunado para La Casa Fantasma de Connecticut) es un modesto filme de terror que pasó sin pena ni gloria por los cines. Es otro de la tanda de horror “apto para preadolescentes” que está tan de moda últimamente, así que la carnicería está sanitizada. Aún con más tripas y gore, The Haunting in Connecticut no hubiera mejorado la puntería sensiblemente. El problema pasa porque empieza muy bien y después comienza a derrumbarse hasta transformarse en una avalancha de clichés vistos hasta el hartazgo en filmes similares de los últimos 20 años. El resultado final es un producto standard de videoclub, que no cae mal al estómago pero resulta olvidable desde el momento en que termina la proyección.

Aquí hay un par de veteranos guionistas que no han aportado nada demasiado potable al cine en los últimos años. Adam Simon escribió Carnosaur – un clon de Roger Corman de Jurassic Park – y Brain Dead (sin relación con el título de culto de Peter Jackson); por su lado Tim Metcalfe ha desarrollado cosas tan dispares que van desde Kalifornia hasta La Venganza de los Nerds. Y ambos estaban fuera de circulación desde hacía 8 años. Por alguna extraña causa ambos vieron un episodio de Discovery Channel acerca de una casa poseída en Connecticut y decidieron transformarlo en un guión para la pantalla grande. Mientras las cosas se mantienen dentro de lo real, Invocando Espíritus funciona; cuando la historia cae en el terreno de la imaginación de los guionistas, las cosas van peor. Y el director Peter Cornwell tampoco es un mago de la creatividad.

Pero lo más molesto de The Haunting in Connecticut es que la película comienza realmente bien. Es como si un guionista de altura hubiera comenzado el proyecto y hubiera trazado un puñado de situaciones creíbles con personajes con carisma. Todo el setup de la sufrida familia que apoya a su hijo adolescente en su lucha contra el cáncer es muy bueno. Las cosas se desenvuelven con naturalidad, el hijo valiente que ha aceptado su enfermedad y que opera más como soporte a sus familiares que ellos a él, la madre pendiente de las pequeñas cosas, un grupo de personas que ha aprendido a convivir con el Cáncer. La película bien podría haber seguido la vena seria y terminar en un drama sólido pero pequeño. Incluso llega un momento en que uno empieza a temer que un tema tan serio termine por ser bastardeado… y es lo que termina por suceder. Es como si una potable película dramática hubiera sido fusionada a la fuerza con un filme barato de terror. Cuando empiezan las primeras apariciones de los fantasmas están ok, pero la historia de la enfermedad de Matt es más interesante. Y es entonces cuando el director Cornwell decide poner el pie en el acelerador – para remarcar que es un filme de horror -, empezando a pifiar cada vez peor las cosas. Uno se agarra la cabeza cuando aparece la típica secuencia de “investigación histórica” que es tan común en las historias de fantasmas: revolver diarios de la época, buscar desapariciones y ¡ups!: cinco minutos de apretada exposición como para que uno realmente sepa qué es lo que está sucediendo en esa casa y por qué. Lo peor es que todo lo que detallan no es material nuevo.

Hay momentos en que The Haunting in Connecticut bordea lo bizarro. En una escena Elias Koteas le explica a Kyile Gallner que los enfermos de Cáncer “bordean el valle de la muerte” y por eso pueden ver fantasmas (?). Después, todo esa situación dramática bastante bien construída empieza a desgranarse con el cliché del padre reformado que vuelve a beber… y que dura dos minutos aproximadamente, sin mayor peso en el resto de la historia. A esto se suma una catarata de efectos especiales y de situaciones fantásticas para subrayar que los fantasmas están molestos y no los quieren a los Campbell. Hasta ese entonces la película transitaba un sutil dilema en donde el espectador no sabía si las apariciones eran alucinaciones de Matt producto del tremendo tratamiento que estaba recibiendo por el Cáncer; pero con la avalancha de FX, la sutileza se termina por ir al demonio, e incluso el clímax no es demasiado coherente.

Invocando Espíritus es una peliculita ok de terror. Sus sustos no son originales, y la última mitad de la película es un cliché tras otro. Las actuaciones son muy buenas – en especial las de Virginia Madsen y Kylle Gallner -, pero parecen pertenecer a otra película más seria. El mayor problema que tengo con The Haunting in Connecticut es que su inicio es tan bueno que generaba buenas expectativas; pero termina por transformarse en pura rutina, archiconocida y ultratrillada.