Crítica: Hairspray (1988)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1988: Ricki Lake (Tracy Turnblad), Divine (Edna Turnblad / Arvin Hodgepile), Sonny Bono (Franklin von Tussle), Ruth Brown (Motormouth Maybelle), Debbie Harry (Velma Von Tussle), Jerry Stiller (Wilbur Turnblad), Colleen Fitzpatrick (Amber von Tussle)

Director: John Waters, Guión: John Waters

Trama: Baltimore, 1962. La pulposa adolescente Tracy Turnblad sueña con integrar el elenco de bailarines de The Corny Collins Show. En una demostración abierta con el público, Tracy logra ser elegida y rápidamente su carisma la vuelve muy popular entre la audiencia. Pero la anterior líder del elenco, Amber von Tussle, inmediatamente hace planes para destronar a Tracy – no sólo le ha quitado el puesto sino también el amor de su chico -. Mientras tanto, las tensiones raciales producidas por la discriminación del show hacia los afroamericanos comienzan a crecer – sólo pueden participar una vez al mes en el llamado “día del negro” -. Tracy y su amiga Penny rápidamente se integran con los morenos, de quienes admiran su música y su swing para el baile. Pronto Amber y sus padres estarán realizando planes para explotar la poco popular postura integracionista de Tracy, y separarla de la carrera que mantienen juntas como candidatas al título de Miss Auto Show 1963

Hairspray (1988) Si hay un director curioso como pocos, ese es John Waters. Muchos lo suelen calificar como el maestro del mal gusto – en especial por su trilogía trash de principios de su carrera, compuesta por Pink Flamingos, Polyester y Desesperate Living -, y un especialista en cine bizarro. Pero son títulos peyorativos. Waters de ningún modo es un mal director, y aún en sus obras más bizarras se puede percibir un sentido artístico. Ciertamente muchos de sus filmes – en especial, los del inicio de su filmografía – no son para cualquiera, pero distan mucho de ser un basura. Ver a Divine comer caca real de perro revuelve el estómago, pero si uno se queda sólo con esa escena de Pink Flamingos podría calificar apresuradamente a Waters de pésimo cineasta, pornógrafo o perverso. Secuencias anteriores del film – como cuando Divine se encuentra en la desesperada búsqueda del placer, lamiendo incluso los almohadones del sofá – son hilarantes. Waters podrá ser risqué, pero es un director inteligente y es un especialista en el ridículo. Lo suyo es bombardear los postulados extremos del conservadurismo, que suelen ser mayormente estúpidos y superficiales, e iniciar acciones de guerrilla contra los prejuicios y la moralina de la sociedad. De ningún modo es un tonto o un pretensioso con aires de artista.

De toda su filmografía, Hairspray se la suele considerar como la película más accesible para la mayoría de la audiencia. Es un sensible cuento de hadas moderno reconstruído sobre la nostalgia e ingenuidad de los ´60. Aquí tenemos a una chica regordeta – Ricki Lake, cuando aún sabía actuar y siglos antes de embarcarse en un clon horrible del show televisivo de Jerry Springuer – que no le tiene miedo a nada, y que empieza a triunfar en la TV como integrante del elenco de un DJ local. Cínicamente uno puede afirmar que eso no es real fama, pero el contagioso clima de ingenuidad que destila la película (e impregna al público) hace que compremos la idea, amén de que los días de antaño – quizás no fielmente recordados – nos hacen creer que antes todo era inocente y feliz. Con una gran maestría Waters empieza a meter bocadillos acerca de lo que realmente trata el film – la discriminación y específicamente la racial -, mientras nos muestra este mundillo ideal lleno de personajes carismáticos. La performance de Ricki Lake es abrumadora, pero los secundarios no se quedan atrás. Es un mundo ingenuo, superficial, colorinche, inocente hasta la médula… siempre y cuando estén en su propia burbuja. Con la inclusión del tema racial, Waters se mete en un terreno realmente riesgoso pero sale triunfante. Los malos son castigados, los buenos triunfan y las causas justas prevalecen.Será naif, demasiado ideal para la época en que se desenvuelve el film – 1963 – pero completamente digerible dentro del contexto de la película.

Lo que realmente engancha de Hairspray es su atmósfera contagiosa, plena de humor y toques sentimentales. Es una troupe de personajes queribles y villanos de cartón pintado. La ropa, los autos, la música… las situaciones. A pesar de la distancia de la época en la que transcurre la historia, Hairspray está plagada de momentos con el cual uno se identifica – los amores adolescentes, las situaciones de “apriete” al momento de los lentos -. Además siempre estamos con la protagonista, que tiene un empuje a prueba de tormentas. Es imposible no ver el film sin tener una sonrisa en el rostro todo el tiempo, amén de tener escenas hilarantes como el peinado estrambótico de Debbie Harry, la loca madre de la amiga de Tracy, o el fantástico siquiatra sicotrónico que Waters se reserva para sí mismo y utiliza los métodos más bizarros para hacer olvidar a Penny su amor por los negros.

Hairspray es un fabulosa comedia camp, plena de ritmo, alegría y sentimiento. Y encima, viene con moraleja. No importa lo ideal que sea el mundo, siempre hay una realidad mucho más amarga que se esconde en sus cimientos. En todo su carnaval colorinche, John Waters se las ingenia para despacharse con un fuerte mensaje contra la discriminación y triunfa, simplemente a fuerza de puro carisma.

JOHN WATERS

Algunos de los filmes de John Waters comentados en este portal: Pink Flamingos (1972) – Desperate Living (1977) – Hairspray (1988) – Cecil B. DeMente (2000) – A Dirty Shame (2004). Hairspray Live! es la versión en vivo de la comedia musical basada en el filme de 1988.