Crítica: Gremlins (1984)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1984: Zach Galligan (Billy Peltzer), Phoebe Cates (Kate Berringer), Hoyt Axton (Rand Peltzer), Frances Lee McCain (Lynn Peltzer), Polly Holliday (Sra Deagle), Dick Miller (Futterman), Keye Luke (vendedor chino), Corey Feldman (Pete)

Director: Joe Dante, Guión: Chris Columbus

Trama: El inventor Rand Peltzer compra una extraña mascota en el barrio chino y decide regalárse a su hijo Billy para las Navidades. La criatura – a la que llaman Gizmo – pertenece a una raza desconocida, y requiere cuidados especiales. Pero hay tres reglas que jamás deben romper: exponerlos a la luz del Sol, darles de comer luego de medianoche y mojarlos con agua. Sin embargo Billy empapa accidentalmente a Gizmo y la criatura se multiplica, generando versiones más agresivas de la mascota. Y las cosas se salen de control cuando los clones de Gizmo logran devorar comida luego de medianoche, convirtiéndose en una horda de pequeños demonios que comienzan a depredar todo. Ahora Billy deberá detenerlos, antes que las criaturas arrasen Kingston Falls y exterminen a sus pobladores.

Gremlins (1984) En los 80 Spielberg había comenzado a cansarse de los grandes estudios y decidió multiplicar sus esfuerzos como productor, de manera de obtener así la independencia económica y creativa de sus proyectos. Esto se tradujo primero en la creación de su productora Amblin (1981), y luego evolucionaría hasta dar a luz su propio estudio, Dreamworks, a mediados de los años 90.

Pero Dreamworks nunca hubiera sido posible de no ser por la larga lista de éxitos que obtuvo Spielberg en los 80. Seamos justos: lo de Spielberg no ha sido suerte sino que es el fruto de su enorme talento. El tipo es genial escribiendo y dirigiendo, pero también tiene un fantástico ojo para descubrir creativos y colaboradores, amén de que él mismo estableció una clara línea editorial respecto de sus proyectos. En los años 80 las producciones de Spielberg eran el equivalente políticamente correcto de las novelas de Stephen King (que también obtuvo su apogeo en aquella época). Léase: adolescente que se cruza con algún incidente sobrenatural y que lo lleva a vivir fantásticas aventuras. Esos elementos sobrenaturales tendían a ser extremadamente adorables – marcianitos, monstruitos, demonios -, y no dejaban de ser variantes fantásticas de la fórmula que él mismo había creado con E.T. El Extraterrestre en 1982.

En toda esa tanda de éxitos, una de las producciones más destacadas de Spielberg es Gremlins (Duendes) de Joe Dante. La gracia reside en que es el más anárquico e incorrecto del grupo. Aquí hay mucha comedia negra y mucho chiste nerd y, si se quiere, es un filme mucho más influencial de lo que uno puede imaginar. Hay una larga lista de filmes fantásticos que comenzarían a incluir elementos de referencia del género – como los cameos de gente famosa, la mención a temas y personajes de películas previas, o los fragmentos de clásicos serie B que aparecen en los televisores y que aluden a la trama -, y que nacieron a partir del nerdismo cinematográfico de Joe Dante. Acá las referencias pop proliferan en toda la cinta: el padre del protagonista asiste a una convención de inventores en donde aparece Robby el Robot de Planeta Prohibido o la máquina del tiempo del filme de George Pal de 1960; hay cameos de todo tipo, empezando por Steven Spielberg (manejando una extraña bicicleta en dicha conferencia), Kenneth Tobey (el pelirrojo de El Enigma de Otro Mundo 1951), el veterano comediante Edward Anderson y el dios de la animación Chuck Jones; aparecen los habitués de los filmes de Dante, Belinda Balaski y Dick Miller (mi teoría sobre Miller es que, como tiene cierto parecido físico con Dante, hace las veces de alter ego y por ello figura en todos sus filmes); la TV muestra fragmentos de cintas relacionadas con la trama, que van desde Qué Bello es Vivir hasta La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos; y decenas de detalles menores. El cine del pueblo exhibe Watch the Skies! (que era el primer título que habían elegido los productores para Encuentros Cercanos del Tercer Tipo), hay un auto AMC Gremlin enfrente del negocio chino en donde venden la criatura, y todo el decorado de Kingston Falls no es ni más ni menos que el set de Hill Valley, el pueblito en donde Michael J. Fox correteaba con su DeLorean en Volver al Futuro. Vean sino: Phoebe Cates trabaja en la cantina a donde iba Fox (y se peleaba con Biff Tannen), y Zach Galligan va todos los días al banco, que está donde estaba el cine de Hill Valley (¿recuerdan el tiburón 3D de Volver al Futuro II?). Por supuesto la cámara esta puesta de espaldas al ayuntamiento con el reloj, sino sería más que obvio identificar al escenario.

Una de las cosas que más me sorprendió es descubrir a Chris Columbus como autor de la idea. Columbus (que haría su propio imperio a partir de Mi Pobre Angelito, decenas de comedias noventosas y la super franquicia de Harry Potter) escribió el guión durante noches de insomnio que pasó en un departamento alquilado en Hollywood, en donde el ruido de las ratas tras las paredes le impedían dormir. Así es como empezó a elucubrar que los bichos en realidad eran una horda de pequeños demonios dispuestos a asaltarlo en el momento menos pensado. El guión original de Columbus era bastante más sangriento y terminó siendo sanitizado por órdenes del pope Spielberg, amén de que Joe Dante improvisó muchísimo en el set. De hecho Dante terminó por transformar a la comedia negra en una especie de dibujo animado en vivo, especialmente cuando los gremlins oscuros salen a la luz y se apoderan del pueblo.

A decir verdad, no hay mucho de argumento en Gremlins. El chico se cruza con algo sobrenatural, lo cual termina por salirse de control y se dedica a combatirlo durante el resto del filme. Si se quiere, es el mismo esquema de La Mancha Voraz, con la diferencia de que el alienígena malvado de turno ha sido reemplazado por una horda de demonios de Tasmania (no el animal real, sino el de los cartoons de la Warner) en carne y hueso. Es cierto que los bichitos son adorables y, cuando surge la versión malvada (como si fueran una especie de Jeckyll y Hyde) son deliciosamente anárquicos. Pero también es cierto que el libreto tiene problemas para tratar la naturaleza de la amenaza – algunas de las muertes de los bichos son demasiado gráficas o violentas, y no todas son tan cómicas como debieran ser -, amén de que todo el concepto es, en el fondo, demasiado tonto. Si Joe Dante no se hubiera dedicado a improvisar maldades en el set, con los bichos coreando la canción de los enanos de Blancanieves o bardeando a la gente del pueblo, el resto del libreto de Gremlins hubiera sido bastante pobre. Los personajes son muy toscos, las performances son chatas (en especial Hoyt Axton, que es malísimo actuando y parece estar de visita en el set en vez de interpretar un papel en la película), y el final es abrupto. Después del caos, ¿qué pasó con estos personajes?. Al guión no le interesa explorarlo.

En realidad Gremlins puede interpretarse como una comedia de Frank Capra con elementos sobrenaturales (de allí la referencia a Qué Bello es Vivir!). Los villanos de turno son en realidad petimetres mediocres que viven odiando a algo (o a alguien) y terminan recibiendo su merecido. Los héroes son tipos de corazón noble y sentimientos puros que sobreviven a las contrariedades. El gran problema con el guión de Chris Columbus es que no desarrolla lo que han aprendido estos caracteres después de la experiencia. Aquí lo lógico sería mostrar que el pueblo era ahora un lugar mejor, y que los protagonistas han redescubierto el valor de sus relaciones familiares y sentimentales. Simplemente aparece Keye Luke de la nada, se lleva a Gizmo y asunto concluído.

Nada de esto quita de que Gremlins sea una gozada en sus propios términos. Es imposible no entretenerse con la película. Pero, si uno analiza los hechos bajo una lupa, verá que hay detalles que podrían haberse mejorado. Nada de esto le impide ser un clásico, pero son puntos que podrían haber realzado la experiencia.