Crítica: Godzilla (1954)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 1954: Takashi Shimura (Dr Kyohei Yamane), Momoko Kochi (Emiko Yamane), Akihiko Hirata (Dr Serizawa), Akira Takarada (Hideto Ogata)

Director: Inoshiro (Ishiro) Honda, Guionista – Inoshiro Honda y Takeo Murata sobre una historia de Shigeru Kayama, Musica – Akira Ifukube

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Trama: Varios barcos han sido atacados, y pronto una investigación lleva los pasos hasta la isla de Odo, donde se descubren rastros de un reptil de proporciones descomunales. Es un dinosaurio que ha mutado por la radiación de las pruebas de bombas atómicas y que los nativos llaman Godzilla. El monstruo no tardará en dirigirse hacia Tokio, sembrando un sendero de destrucción masiva. El único medio de detenerlo parece ser un nuevo tipo de bomba llamada “el eliminador de oxígeno” pero su creador, el Dr. Serizawa, se encuentra profundamente atormentado por los eventuales usos posteriores del dispositivo. Serizawa terminará tomando una drástica decisión para asegurar que el eliminador de oxígeno detenga a Godzilla y no termine siendo utilizado como arma militar.

Arlequin: Critica: Godzilla (1954)

 (hay filmes que merecen revisitarse, y Godzilla (1954) es uno de ellos; en especial cuando uno obtiene una versión traducida – el original visto estaba en japonés y uno sólo podía deducir las acciones del film -. Con el diálogo en español, el film revela ser aún más poderoso que la primera visión obtenida como espectador)

King Kong es el padre del género del cine de monstruos. Pero, desde aquel 1933 en que vió la luz, prácticamente no hubo producciones que pudieran seguirle el rastro, fundamentalmente por lo costoso de este tipo de filmes, encarados con complejas técnicas denominadas stop motion, que demandaban sesiones eternas de fotografía (un muñeco articulado movido manualmente fotograma a fotograma e insertado en los negativos del film). En King Kong había participado como aprendiz del artesano Willis O´Brien (encargado de los efectos especiales), un jovencísimo Ray Harryhausen, que después se convertiría en leyenda con títulos como Los Siete Viajes de SinbadJason y Los Argonautas, y que retomaría el género en la producción de 1953 El Monstruo de los Tiempos Remotos (The Beast of the 20.000 Fathoms).

El Monstruo de los Tiempos Remotos relanza el género, y sin duda por el éxito obtenido, se devengaría toda una corriente de producciones menores que clonarían al film de Harryhausen. Coincide también con la era de oro de la ciencia ficción, que en los 50 se masificaría, pero en los 60 descendería de calidad hasta volverse un producto barato, y no sería sino hasta que 2001, Odisea del Espacio, El Planeta de los Simios y, fundamentalmente, La Guerra de Las Galaxias le dieran respetabilidad (y rentabilidad) como para que abandonara la marginalidad comercial y la mirada despectiva de los críticos, y se estableciese con peso propio en la filmografía Hollywoodense. Pero en los 50, la ciencia ficción era aún cine B, con bastante de pastiche, panfletarismo y bastante infantilismo. A pesar de ser una década de producciones notables (Ellos – La Humanidad en Peligro, La Guerra de Los Mundos, El Día que Paralizaron la Tierra, El Planeta Prohibido, etc.), la producción mediocre o mala superaba abrumadoramente en cantidad de películas a las que eran rescatables, y le daba mala fama al género.

En 1954 surge uno de los tantos clones de El Monstruo de los Tiempos Remotos (The Beast from 20.000 Fathoms), esta vez en Japón. El cine de monstruos de los 50 explotaría al máximo el terror nuclear (es el auge de la Guerra Fría), y en general toda la ciencia ficción de la época trazaría posiciones pesimistas sobre el futuro de la humanidad, acosado por la posibilidad de un holocausto atómico. Pero en Japón el sabor era distinto: ellos habían sido víctimas reales del poder atómico. Y si sumamos a esto la muy corta distancia que había entre Godzilla y el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en 1945, nueve años no bastan para que un pueblo cierre sus heridas y pueda divertirse con algo derivado de su propia y trágica historia.

Es por todo esto que el Godzilla (Gojira en japonés, y que es una palabra derivada del término Ballena) de 1954 tiene poco y nada que ver con toda la saga posterior sobre el dinosaurio mutante. Ciertamente fue un film muy popular, se apropiaría del género hasta convertirse en sinónimo de él, e impulsaría una saga de más de 20 películas que llegan hasta nuestros días y continúan produciéndose, además del desastroso spin off americano de 1998, sin contar a todos los imitadores y derivados japoneses (Gamera, Mothra, Rodan, etc) que también tendrían sus propias series, y que destrozarían Tokio innumerables veces en más de 50 años de vida. Pero el concepto actual de Godzilla es el de un espectáculo adolescente, una fantástica lucha de catch entre titanes mutantes destrozando decorados de papel maché y que brindan un delicioso placer culpable.

Pero en el 54, todo era distinto. Godzilla 1954 (o Godzilla, Rey de los Monstruos) es un film mucho más amargo y dramático. Godzila es el villano, el terror del Japón (en los 60, en pleno apogeo de popularidad, pasaría a defender a los japoneses contra otras creaturas tan letales como él; y en los 90, en pleno revisionismo, retomaría su papel de villano). Es la pesadilla atómica vuelta realidad. No hay personajes cómicos, no hay otros monstruos bizarros luchando contra él; es la secuela del poder nuclear regresando a matar gente y destruyendo ciudades. La gente recrea el mismo pánico del 45, otra vez la destrucción y el caos. Los personajes juegan en serio sus papeles, hay tensión dramática en sus roles.

Lo que es interesante notar es que Godzilla es una mera excusa para en realidad hablar de otros temas. Godzilla no es el protagonista del film; lo es la gente. Aquí hay una lenta construcción de personajes y una escalada de suspenso que resultan irrepetibles e incomparables con lo que serían las aventuras posteriores del monstruo. Por un lado está el Doctor Yamane, que ve a Godzilla como un igual, otro sobreviviente del holocausto atómico. Yamane se encuentra particularmente atormentado porque el instinto primario del pueblo japonés es destruir al monstruo y no estudiarlo. Pero en vez de caer en el clisé típico del científico loco que desea proteger a la criatura, su rol es más pasivo e internamente conflictuado. El otro aspecto es la historia del Dr. Serizawa, el creador del eliminador de oxígeno. Todos los personajes aquí parecen tener profundos dilemas internos – enormes dudas si deberían o no hacer una cosa o la otra -. El del Dr. Serizawa es particularmente interesante, ya que su descubrimiento lo horroriza y decide destruirlo antes que publicitarlo. Y cuando las circunstancias lo fuerzan a utilizar la bomba, en una muestra ejemplar de honor a la japonesa, decide perecer con su invención. Imagínense si los americanos deberían haber llegado a la misma conclusión – con el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, Alan Oppenheimmer y el resto del equipo de Alamo Gordo deberían haber sido lanzados del avión junto con las bombas -. Hay inventos que nunca deberían haber sido descubiertos.

En cuanto a como film de monstruos, Godzilla es particularmente shockeante. No es la tontería juvenil que seguiría la serie posteriormente, con civilizaciones alienígenas y monstruos de sicodélicos colores destrozando ciudades. El blanco y negro le sienta espectacularmente al film, incluso ocultando los defectos de los efectos especiales. Lo que es notable es que las apariciones de Godzilla siempre tienen lugar de noche, y que cuando aparece en toda su furia sobre la mitad de la película, tiene un tono ferozmente dramático. Es un film angustiante. El monstruo gigante destruyendo ciudades y totalmente indetenible. Hay secuencias intermedias bastante shockeantes, como la madre y los niños aislados entre los restos de la ciudad que esperan desconsoladamente la muerte junto con el paso de la criatura. O el equipo de periodistas apostados en una torre, que terminan siendo lanzados al vacío por Godzilla. Acá el monstruo es un asesino, un ángel de la muerte que regresa del pasado para torturar al pueblo japonés. Nunca ha resultado más obvio el nivel de metáfora de Godzilla que en este, el primer film de la saga: tanto los paneos de Tokio arrasado – que son similares a las fotos de Hiroshima y Nagasaki destruídas por el bombardeo nuclear – como las terribles escenas con los médicos midiendo la radiación de los sobrevivientes (la mayoría niños y mujeres) y haciendo gestos de que están condenados, resultan altamente impactantes.

Existen dos versiones del film: la original japonesa, y una americana, en donde los distribuidores insertaron cuadros con Raymond Burr como periodista americano relatando los sucesos, generalmente superpuesto a ciertas escenas ya filmadas, o con extras japoneses filmadas en estudios, además de podar escenas (como comentarios sobre el bombardeo real a Hiroshima) que alteran la esencia original y atenúan el impacto dramático. Nosotros pudimos ver la versión japonesa sin cortes, y es dramáticamente apremiante. La versión americana de 1998 es bastante fiel a la original en cuanto a la aparición del monstruo, pero incluyeron tramas y personajes absolutamente idiotas que desvirtúan totalmente la historia, amén de pasarle la responsabilidad a los franceses con sus pruebas atómicas, cuando el origen del personaje es consecuencia directa de la masacre nuclear que cometieron en 1945. Lamentablemente de la inmensa filmografía japonesa de monstruos, solo escasas ediciones llegan a estos pagos. Es triste, ya que es cine pasatista de muy buena calidad, y muy superior a otras idioteces multimillonarias que filman en Hollywood.

LA SAGA DE GODZILLA

Los filmes de la saga de Godzilla son: Godzilla (1954), Godzilla Raids Again / Gigantis the Fire Monster (1955), Godzilla, Rey de los Monstruos! (1956), King Kong vs Godzilla (1962), Mothra vs Godzilla (1964), Ghidorah the Three-Headed Monster (1965), Monster Zero (1965), Godzilla contra los Monstruos del Mar (1966), Son of Godzilla (1968), Destroy All Monsters (1968), Godzilla’s Revenge (1969), Godzilla vs Hedorah (1971), Godzilla vs Gigan (1972), Godzilla vs Megalon (1973), Godzilla vs Mechagodzilla (1974), Terror de Mechagodzilla (1975), Godzilla 1985 (1984), Godzilla vs Biollante (1990), Godzilla vs King Ghidorah (1991), Godzilla vs Mothra: La Batalla por la Tierra (1992), Godzilla vs Mechagodzilla (1993), Godzilla vs Space Godzilla (1994), Godzilla vs Destoroyah (1995), Godzilla 2000 (1999), Godzilla vs Megaguirus (2000), Godzilla, Mothra and King Ghidorah: Giant Monsters All-Out Attack (2001), Godzilla Against Mechagodzilla (2002), Godzilla: Tokyo SOS (2003), Godzilla: Final Wars (2004), Shin Godzilla (2016), Godzilla: Minus One (2023). Godzilla (1998) es la versión americana dirigida por Roland Emmerich; Godzilla (2014) es el reboot norteamericano dirigido por Gareth Edwards. Godzilla II: El Rey de los Monstruos (2019) es su secuela. Godzilla vs Kong (2021) completa la saga. – ¿Qué es el Kaiju Eiga? es un artículo que reseña los inicios y la historia del género japonés de monstruos gigantes.

EL CINE FANTASTICO JAPONES DE INOSHIRO HONDA

Godzilla, King of the Monsters! (1954) – Half Human (1955) – Rodan (1956) – The Mysterians (1957) – The H-Man (1958) – Varan the Unbelievable (1958) – Battle in Outer Space (1959) – The Human Vapor (1960) – Mothra (1961) – Gorath (1962) – King Kong vs. Godzilla (1962) – Matango (1963) – Atragon (1963) – Mothra vs. Godzilla (1964) – Dogora (1964) – Ghidorah, the Three-Headed Monster (1964) – Frankenstein Conquers the World (1965) – Invasion of Astro-Monster (1965) – War of the Gargantuas (1966) – King Kong Escapes (1967) – Destroy All Monsters (1968) – Latitude Zero (1969) – Godzilla´s Revenge (1969) – Yog, The Space Amoeba (1970) – Terror of Mechagodzilla (1975)