Crítica: Ginger Snaps (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorCanada, 2000: Emily Perkins (Brigitte ‘Bea’ Fitzgerald), Katharine Isabelle (Ginger Fitzgerald), Kris Lemche (Sam), Jesse Moss (Jason McCarty), Mimi Rogers (Pamela Fitzgerald), Danielle Hampton (Trina Sinclair),

Director: John Fawcett, Guión: John Fawcett & Karen Walton

Trama: Las hermanas Bea y Ginger Fitzgerald son un par de adolescentes dark completamente nihilistas y obsesionadas con la muerte. Mientras regresan a su casa durante la noche, son atacadas por un animal desconocido y Ginger queda seriamente lastimada. Sin embargo la chica se recupera milagrosamente de sus heridas, y poco después empieza a sufrir cambios físicos y a actuar de manera más agresiva. Sintiéndose inquieta por la transformación de su hermana, Bea acude a Sam – el chico que vende drogas en su escuela, y que atropelló por accidente al animal que las atacó – en busca de ayuda. Y ambos llegan a la conclusión de que la criatura era un hombre lobo, y Ginger se encuentra a mitad de camino de convertirse en uno de ellos.

Ginger Snaps Ginger Snaps es una pequeña película canadiense de horror que rápidamente se gano el status de culto y generó dos secuelas: Ginger Snaps: Unleashed (2004) y Ginger Snaps: The Beginning (2004). Es un filme inteligente que desarrolla una historia y unos caracteres realmente interesantes. Lo que juega un poco en su contra es la abundancia y variedad de ideas y tonos, especialmente en su último tercio, lo que termina por empañar un poco semejante esfuerzo.

He aquí una historia de hombres lobo que pareciera escrita por la guionista de Juno. Es que en realidad Ginger Snaps es lo que debería haber sido Jennifer´s Body, si no fuera porque el libreto de Diablo Cody es abominable. Aquí hay dos chicas adolescentes charlatanas, inteligentes y nihilistas, completamente antisociales que – para peor – se encuentran en plena ebullición hormonal. Oh sí, hay hombres lobo, pero es casi un detalle metafórico – Ginger tiene su primera menstruación y a la vez que se transforma en mujer, empiezan a salirle pelos y garras -. Todo el proceso de licantropía es un paralelo muy inteligente con la maduración sexual de Ginger. A esto se suma de que la chica toma todo esto con la ligereza propia de la edad – se queja porque tiene el busto peludo; se corta las garras con un alicate y se las pinta -, y bien como una adolescente no muy informada que considera que todos estos son parte de los cambios naturales que vienen a partir de su pubertad.

Pero a su vez el filme funciona muy bien para pintar las relaciones internas de una familia disfuncional. Desde las dos hermanas con típico perfil sicótico hasta el padre ausente y la madre para la cual está todo bien. El personaje de Mimí Rogers es realmente cómico – ella no tiene problemas en incendiar la casa, abandonar a su marido y escapar con sus hijas para ocultar los asesinatos que han cometido con tal de mantener a la familia unida (!) -. Por donde se la mire, Ginger Snaps se regodea en pintar personajes atípicos y amorales; basta mencionar que el héroe de la historia es el traficante de drogas local, que investiga cómo se puede combatir la licantropía.

Hay momentos en que Ginger Snaps resulta deliciosamente cómica. Sin embargo, el director y guionista John Fawcett decide cambiar el tono de comedia negra a uno seriamente dramático en el último tramo. En sí no está mal, pero el último capítulo pareciera pertenecer a otro filme – es algo bastante parecido a otro hit de la licantropía como Un Hombre Lobo Americano en Londres, en donde las bromas se terminan en ese punto y el protagonista debe pagar con intereses todos los defectos de su maldición -. Quizás todo pase por el hecho de que el género de los hombres lobos en sí tiene una naturaleza trágica – a final de cuentas, son buena gente que se transforman en animales asesinos y terminan siendo ajusticiados a causa de su maldición -, y es el estigma que marcó todo el rubro desde El Hombre Lobo (1941) – con el bonachón de Lon Chaney Jr. como protagonista – hasta la fecha. Pero además, las correrías del final de Ginger Snaps son algo rebuscadas, y tampoco ayuda el hecho de que la criatura se vea completamente artificial. Aún así, es un clímax potente en lo emocional.

Ginger Snaps es un excelente filme. Que la última parte quizás no esté tan bien orquestada no desmerece al 75% anterior, que es notable y es una formidable muestra de talento, tanto del director como de los guionistas y especialmente las intérpretes. Es una lástima que ninguno de ellos haya podido obtener el rédito que se merecen por este trabajo, y generar una interesante carrera posterior.

GINGER SNAPS

Los filmes de la saga Ginger Snaps son: Ginger Snaps (2000), Ginger Snaps 2: Desatada (2004) y Ginger Snaps Regresa: El Comienzo (2004)