Crítica: La Fuga de Logan / Fuga en el Siglo XXIII (1976)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1976: Michael York (Logan), Jenny Agutter (Jessica), Richard Jordan (Francis), Peter Ustinov (anciano), Farrah Fawcett-Majors (Holly), Roscoe Lee Brown (Box)

Director: Michael Anderson, Guión: David Zelag Goodman, basado en la novela homónima de George Clayton Johnson & William F. Nolan

Trama: En el siglo XXIII la población mundial se encuentra viviendo en gigantescas ciudades protegidas por domos, los cuales los aislan del contaminado mundo exterior. Para evitar la superpoblación, los habitantes que llegan a los 30 años son sometidos a un ritual conocido como el Carrusel, en el cual unos pocos elegidos logran sobrevivir y alcanzar el proceso de renovación corporal. Logan 5 es un cazador – un vigilante dedicado a perseguir y, de ser necesario, exterminar a aquellos a los cuales les ha llegado su hora y no quieren participar en el Carrusel – al cual le han encomendado una misión secreta: desarmar la red clandestina que organiza la fuga de los rebeldes y los lleva a un lugar secreto conocido como el Santuario. Pero, para que su fachada sea creíble, el reloj biológico de Logan ha sido acelerado para ponerlo en un plazo terminal, de manera que su marcador no ofrezca dudas sobre las intenciones del renegado cazador que le toca interpretar. El problema es que, a medida que Logan avanza en su pesquisa, comienza a enterarse que nadie ha sobrevivido al rito del Carrusel y que sólo es un camuflado método de exterminio masivo, amén de que el Santuario es un sitio desierto al cual nunca nadie ha llegado antes. Y, mientras tanto, escuadrones de cazadores han salido en su búsqueda, ignorantes de su misión secreta y deseosos de cruzarse con él para exterminarle. Solo Logan puede darle un giro a toda la situación si logra encontrar la manera de revelarle la verdad a una población que ha vivido en la mentira durante décadas, lo cual puede provocar una revuelta que voltee al régimen y cambie por completo las reglas de toda la sociedad.

La Fuga de Logan / Fuga en el Siglo XXIII Hay películas que me resulta inexplicable cómo es que se transformaron en títulos de culto. Una de ellas es The Omega Man; la otra, La Fuga de Logan. Son filmes horrendos, saturadas de malos diálogos, pésimos decorados y libretos carentes de ideas. En realidad el problema con dichos títulos pasa por sus versiones fílmicas, ya que sus originales literarios son mucho más substanciosos. En el primer caso hablamos del mega clásico de Richard Matheson Soy Leyenda (el cual nunca pudo ser adaptado al cine como corresponde, y eso que hicieron tres versiones) y, en el caso que nos ocupa, tratamos de un best seller que data de 1967 y que resultaba ser una crítica a la conservadora sociedad norteamericana que regía en aquel entonces.

En el original de La Fuga de Logan existía una sociedad extremadamente expeditiva que implementaba un exterminio organizado a partir de los 21 años. Un vigilante – dedicado a cazar a los rebeldes que no querían someterse al sistema – se acerca a su fecha de vencimiento y decidía borrarse, con lo cual medio mundo sale en su búsqueda. El héroe terminaba descubriendo en el camino varias cosas sucias sobre la sociedad en que vivía, y terminaba por salirse con la suya, partiendo a una colonia espacial en Marte conocida como Santuario, en donde vivían todos aquellos que había podido fugarse. En sí la idea de fondo era una sátira – cuando los adultos se volvían pensantes, a partir de los 21, eran masacrados de manera sistemática y toda la sociedad vivía sumida en cierto estado de banalidad adolescente organizada – pero de ella quedó poco y nada en la tamizada versión que decidieron llevar al cine. Mantuvieron algunas cosas – el límite de vida por edad (llevado ahora a los 30 años, ya que no habían estrellas de cine taquilleras con tan poca edad); los relojes orgánicos que marcan el tiempo restante (una idea que reciclaría In Time, otra paparruchada similar aunque algo mejor trabajada), la idea de los cazadores – pero mezclaron todo esto con un escenario post apocalíptico propio de los que estaban en boga en los años 70. Hay momentos en los que La Fuga de Logan intenta imitar las tomas sensacionales que tenía el climax de El Planeta de los Simios (como ver un Capitolio o un monumento a Lincoln invadidos por la vegetación), lástima que hay un abismo de calidad entre una película y la otra.

En realidad La Fuga de Logan es otra de las típicas utopías que proliferaban en el cine de ciencia ficción de aquel entonces; casos como THX 1138, ZPG: Edicto: Prohibido Tener Hijos; o Cuando el Destino nos Alcance. El génesis de muchas de dichas utopías parece yacer en las noticias sensacionalistas de la época, las cuales detallaban un futuro en crisis a partir de la escasez de recursos vitales. Sea el faltante de petróleo o de comida, la superpoblación mundial o la contaminación planetaria por exceso de polución producido por una sociedad consumista, lo cierto es que los escritores de ciencia ficción tuvieron su agosto a principios de los años 70, despachándose con todo tipo de sociedades futuristas alternativas surgidas a partir del faltante (o extinción) de algún recurso natural y fundamental para la vida humana. Acá la premisa es mucho más tonta – las estadísticas de finales de los años 60 mostraban que los adolescentes y adultos jóvenes crecerían en proporciones superiores a la población madura y anciana; ¿por qué no imaginar una sociedad regida por chicos que no llegaban a los 21 años? – , lo cual no impedía que los autores Clayton Johnson y Nolan pudieran despacharse con una crítica camuflada sobre los valores ultraconservadores de la sociedad de esa época. Recuerden que a principios de los setentas estaba el flower power hippie, la decadencia norteamericana producida por Vietnam, y el escándalo de Watergate; hablamos de una sociedad en donde los jóvenes reclamaban su derecho a expresarse y a vivir como querían, por contra a una manga de viejos decrépitos y ultraconservadores que los mandaban morir en junglas situadas al otro lado del globo, librando una guerra imposible de ganar, y cuya frutilla del postre resultó ser la crisis de una institución tan venerada como la democracia estadounidense, en donde un presidente había conspirado, mentido y robado secretos, saliendo indemne ante la mirada atónita de toda la sociedad. Si los mayores son corruptos, ¿por qué no dejar el gobierno de la sociedad en manos de los jóvenes?.

Lamentablemente nada de eso subsiste en el temible pastiche engendrado por Michael Anderson, director horrible si los hay. Las maquetas se ven super falsas, los decorados se ven baratos, los intérpretes son poco convincentes, y la aventura es extremadamente hueca. Jamás nos enteramos por qué alguien hay diseñado una sociedad con reglas tan absurdas, y nunca obtenemos una reflexión profunda de parte de alguno de los protagonistas. Al menos otras utopias – como ZPG o Cuando el Destino nos Alcance – planteaban temáticas interesantes (que la superpoblación impedía a las parejas tener hijos, o que la comida resultaba insuficiente para satisfacer a toda la sociedad) y relativamente cercanas al espectador, amén de que hacían desarrollos inteligentes de la premisa; aquí, por el contrario, todo es una excusa para que Michael York y Jenny Agutter (siglos antes de ser la milf fatal de Un Hombre Lobo Americano en Londres) correteen por ahí mientras Richard Jordan pone su mejor cara de loquito. Si la premisa suena estúpida… es porque realmente es estúpida y es indefendible, aún cuando se la intente leer como alegoría. Y aquí ni siquiera semejante subtexto existe, ya que todo se reduce a persecuciones de tipos mal vestidos a lo largo de decorados baratos.

Bastaban cinco minutos para mejorar la credibilidad del filme; alguna secuencia explicando que hubo un apocalipsis y que la computadora decidió preservar a los sobrevivientes en los domos, aún cuando ello fuera a costa de una reducción programada de sus ocupantes (en la lotería por edades); o bien, crear una colonia fuera del domo, el paraíso construido por aquellos fugitivos que habían obtenido su libertad… pero no. Por Dios: en todos estos años, ¿nadie abrió una ventana y se fijó para ver si el tiempo estaba lindo fuera de la cúpula?. ¿Cómo es que toda esta gente puede aceptar algo tan estúpido como el Carrusel (increíblemente, la parte más recordada de la película)? ¿Nadie se da cuenta de que los que explotan en el aire están muertos como un fiambre?.

La Fuga de Logan es banal. La premisa es banal. La excursión al exterior es banal. El regreso a la ciudad es banal. La sobrecarga de la computadora (en el climax) es abrumadoramente banal y conveniente. Los diálogos no son brillantes, y no hay nada que resulte demasiado satisfactorio en todo el filme. A lo sumo las correrías son apenas pasables, y en sí no es un filme odiable; pero resulta tan superficial como la sociedad que ilustra – dedicada a su narcisismo, las cirugias instantáneas, el culto a la juventud y el placer -, premisa que (intelectualmente) resulta imposible de sostener por cualquier medio posible.