Crítica: Frankenstein: Perdido en el Tiempo (1990)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1990: John Hurt (Dr Joe Buchanan), Raul Julia (Victor Frankenstein), Bridget Fonda (Mary Shelley), Nick Brimble (Monster), Catherine Rabbett (Elizabeth), Jason Patric (Lord Byron), Michael Hutchence (Percy Shelley), Catherine Corman (Justine Moritz)

Director: Roger Corman, Guión: Roger Corman & Francis X. Feeney, basados en la novela homónima de Brian W. Aldiss

Trama: Año 2031. El científico Joe Buchanan ha creado un arma que genera pequeños agujeros negros, capaces de hacer desaparecer la materia y devastar ejércitos enteros en cuestion de segundos. Pero el uso de dicha arma ha creado una grieta espacio temporal que ha terminado por absorber a Buchanan y a su auto robotizado, lanzándolos hacia un lugar desconocido. Al despertar, la computadora de a bordo le informa a Buchanan que han caído en Suiza en 1816. Sin salir de su asombro, el científico sale a curiosear por la zona, haciéndose pasar por un paisano más… hasta que llega a la taberna local y se topa con el doctor Victor von Frankenstein. Espantado por el descubrimiento – de que los hechos de la novela clásica de Mary Shelley se hallan convertido en realidad -, Buchanan intenta detener a Frankenstein y a su criatura; pero éstos han descubierto que Buchanan es un viajero del futuro y que posee la tecnología necesaria para crear un ejército de seres mucho más poderosos que el monstruo original. Ahora, atrapado por el científico loco y su aberrante creación, Buchanan deberá encontrar la forma de deshacer la paradoja temporal y regresar a su época antes que las consecuencias de sus acciones resulten irreversibles.

Frankenstein, Perdido en el Tiempo No me hace muy feliz Roger Corman como director. Su filmes de finales de los cincuenta bordean lo intragable y, en los sesentas – cuando obtuvo cierto reconocimiento gracias a sus adaptaciones de Edgar Allan Poe – me pareció soso, cuando no directamente aburrido (aunque no dejo de reconocer que El Hombre de los Ojos de Rayos X está buena!). Retirado de la dirección en 1971, a finales de los 80 decidió atender cierto supuesto reclamo popular para que regresara a la silla de cineasta. Así es como se metió a adaptar este libro de Brian W. Aldiss (el mismo de Inteligencia Artificial), el cual había obtenido un gran reconocimiento de crítica y público cuando había sido publicado en 1973. Lamentablemente los hechos sólo terminan por probar que Corman es el hombre incorrecto para la tarea, con una puesta en escena desabrida y claramente barata.

En lo personal me encantaría dictar algún tipo de decreto universal que prohibiera cualquier nueva adaptación de Frankenstein, Dracula y cualquier otro monstruo clásico bajo la amenaza de pena de muerte. No le veo el sentido a gastar plata adaptando una historia que la gente conoce de memoria, y de la cual ya se hicieron cientos de versiones. Creo que lo que atrae a los productores es el hecho de que dichas obras están en dominio público, con lo cual pueden ponerle una marca reconocida a una película ignota sin pagarle un peso de derechos a los autores – quienes se encuentran viendo crecer los malvones desde abajo desde hace más de un siglo -. En todo caso la novela de Aldiss entra en los terrenos de la fan-ficción, en donde los seguidores de un personaje clásico terminan por escribir una versión alternativa de su historia y/o cruzarlo en el camino de otros personajes reconocidos. Lo de Aldiss no difiere mucho de poner a Sherlock Holmes contra Jack el Destripador, o de montar ficciones mas complejas al estilo de La Liga Extraordinaria reclutando a una decena de caracteres de la literatura fantástica clásica, y poniendolos juntos en una misma aventura -.

Durante el 90% del tiempo Frankenstein: Perdido en el Tiempo se debate entre lo soso y lo monótono. John Hurt abre una brecha espacio-temporal, se lo chupa un agujero negro, y aparece justito cuando Frankenstein está intentando volarle los sesos a su criatura, el cual lo acosa todo el tiempo y lo está volviendo loco. En el medio de todo está la inutil inclusión de una subtrama que pone a Mary Shelley – la autora de la novela original – en el mismo tiempo y espacio que Frankenstein y su monstruo. Toda esa secuencia con la autora, su amante, su amigote Lord Byron, etc, etc bordea lo ridículo, no sólo por las terribles líneas de diálogo que les corresponde sino porque eligieron una parva de actores claramente inapropiados para los papeles. Se trata de una secuencia que no desentonaría en absoluto en un filme de Uwe Boll.

Mientras que toda la subtrama de Mary Shelley no aporta nada, algo mejor está la historia principal. Ciertamente el monstruo es un esperpento que camina como si estuviera paspado (¿era necesario que caminara así?) y sus ataques son tan burdos que resultan hilarantes: se la pasa arrancando cabezas y brazos a un montón de maniquíes, los cuales sangran como si tuvieran una manguera a presión escupiendo tinta roja con toda la furia. Por otro lado está Raul Julia, el cual interpreta su rol con una dignidad que debería avergonzar al resto del cast. Su Frankenstein es conflictuado, un ser enojado con sus propias acciones y perseguido por sus propios demonios. El problema es que lo de Julia pertenece a un filme mucho más serio y cerebral que éste, ya que Frankenstein: Perdido en el Tiempo sencillamente está mal orquestado por donde se lo mire. Todas las escenas se ven rodadas con un apuro televisivo y esto le impide generar algo de clima; los efectos especiales son pobrísimos en la mayoría de los casos, con un nivel que se asemeja al de un filme serie Z (y eso que Corman contaba con un buen presupuesto aquí; ¿acaso utilizar gore barato será una decisión artística consciente?); los decorados van de lo correcto al cartón pintado sujeto con alambres; y todo el filme muestra una disparidad de nivel en todos los sentidos, sea en lo técnico y en lo narrativo. Lo único que salva de ser un absoluto bodrio a Frankenstein: Perdido en el Tiempo son los quince minutos finales, en donde la trama se sale de lo esperado y se mete en terrenos interesantes – generando futuros alternativos y con Buchanan asumiendo el rol del mismo Frankenstein -; pero la chatura artística de Roger Corman termina por sepultar las posibilidades apasionantes que podrían haberse dado en este contexto – plantear la discusión entre Frankenstein y un científico moderno sobre los alcances y riesgos de la ciencia; el debate profundo entre el poder de la creación y el riesgo a la profanación de lo divino; la soberbia del hombre en atribuirse el poder de generar vida, y el dilema de que la misma carezca de alma, etc, etc -, terminando por generar algo tan substancioso como una hamburguesa hecha con carne de primera. Yo creo que la novela de Brian W. Aldiss no merecía esta suerte; y aunque Frankenstein: Perdido en el Tiempo no es una película intragable, al menos resulta insatisfactoria, simplemente porque su premisa plantea unas expectativas que la impericia de su director no pudo plasmar.