Crítica: El Reino Prohibido (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2008: Michael Angarano (Jason Tripitikas), Jackie Chan (Lu Yan / viejo Hop), Jet Li (monje silencioso / rey Mono), Yifei Liu (Gorrión Dorado / chica de Chinatown), Collin Chou (general Jade), Bingbing Li (Ni Chang)

Director: Rob Minkoff, Guión: John Fusco

Trama: El joven Jason Tripitikas es un tímido adolescente que se refugia en su cuarto, viendo viejas películas chinas de kung fu. El muchacho suele adquirirlas en el local del anciano Hop en el barrio chino. Emboscado por los pandilleros del barrio, Jason es obligado a irrumpir en el local de Hop, en donde los ladrones pretenden robarle. Ante su negativa de entregarles el dinero, Hop es gravemente herido y obliga a Jason a que le prometa que entregará una vieja lanza china a su dueño. Pero al tomar la misma, Jason es transportado a un mundo de fantasía en la antigua China. Ayudado por un maestro borracho y un monje, Jason descubrirá que posee entre sus manos la lanza del mítico rey Mono, un guerrero inmortal que se ha convertido en piedra gracias a un hechizo del malvado general Jade. Ahora Jason debe regresar el arma a su dueño, ya que el rey Mono es el único que puede terminar con el reinado de terror que el general Jade ha impuesto en su ausencia.

El Reino Prohibido Occidentalizar artistas marciales dio contadísimas veces buenos resultados. Desde Operación Dragon – que abriera las puertas de la cinematografía de Hong Kong al mundo – ha pasado mucha agua bajo el puente, y en general el cine de artes marciales ha quedado relegado a un nicho de culto. Comenzando por la importación de filmes chinos, que han quedado en el ghetto de atracciones de matineé de barrio. Y en los escasos casos en que Hollywood ha intentando amalgamar el género con sus standares, el resultado ha terminado en una bolsa de gatos.

El mayor problema de occidentalizar un género oriental es que los productores americanos pujan por imponerse en un territorio que no les pertenece, y terminan generando filmes mediocres. Ciertamente los guiones de los filmes orientales de acción no se caracterizan por su coherencia, pero al menos lo compensan con un espectacular despliegue físico en las secuencias de acción. Pero cuando éstas quedan en mano de un director americano, carece completamente del criterio apropiado para filmarlas, amputando lo más sabroso del género. Uno puede afirmar que la gran mayoría de la filmografía oriental de Jackie Chan es ridícula pero generosamente entretenida; y cuando Chan fue importado a Norteamérica, acabó en productos tan mediocres como la saga de Rush Hour – castrando todas sus virtudes al sustituirlas por dobles de riesgo y CGI -.

Afortunadamente Rob Minkoff – director de Stuart Little y otros filmes familiares – es el primer cineasta americano que entiende la lección de Operación Dragon. En aquel legendario film, el director Robert Clouse daba un paso atrás a la hora de rodar la acción, y la dejaba enteramente en manos de Bruce Lee. Y aquí, por suerte, ocurre lo mismo. La frutilla del postre es la reunión de las dos estrellas máximas del genero marcial de este momento: Jet Li y Jackie Chan. Si Chan y Li peleaban lento, con notorios cables y CGI, a Minkoff le hubiera resultado merecido la muerte por empalamiento.

Ciertamente los minutos iniciales de El Reino Prohibido no son muy felices. La pelea inicial del rey Mono – un personaje de la mitología china, que ya ha sido llevado varias veces a la pantalla, comenzando por su propia serie de TV en 1978 – es lenta; y la historia de Jason desprende un feo tufillo a otro Karate Kid. También el argumento de la lanza mágica, que lleva a Jason a la China feudal, suena a demasiado en poco tiempo. Y a esto se le suma la explicación inicial de Jackie Chan – quien recrea su legendario maestro borracho de The Drunken Master (1978) -, que tira una catarata de sanata en menos de cinco minutos. Pero una vez pasado esto, el film entra a redimirse poco a poco. Y de qué forma.

El gran hallazgo de El Reino Prohibido es que la acción se ve tal cual como una película china de artes marciales. Jet Li y Jackie Chan se sacan chispas entre sí, y combatiendo enemigos. El combate personal entre ellos es largo pero fabuloso, coreografiado como los dioses, y lleno de picardía. Y si Jackie Chan se roba la escena constantemente, Jet Li abandona su tradicional papel de amargo y demuestra que tiene tanto carisma y simpatía como su compañero de elenco. Ver a Li como el rey Mono, haciendo travesuras a la vez que pelea, es completamente inusual.

La mejor definición de El Reino Prohibido sería cuando el Wu Xia encuentra a la Tierra Media. Esta China feudal está plagada de paisajes fantásticos, guerreros fabulosos y villanos de poder sobrenatural. Uno podría objetar la inclusión del joven americano en la trama, que es intrusiva, pero al cabo de unos minutos termina por perdonarle todo. Incluso esto da el pretexto para algunas secuencias realmente graciosas – desde cómo Jason se comunica con los chinos en su idioma, hasta las sesiones de entrenamiento del joven -. Y la bruja de pelo blanco y el general Jade (todos, personajes tomados de otros filmes orientales) son realmente malvados. El clímax es totalmente deslumbrante y digno del aplauso.

El Reino Prohibido es la amalgama correcta del despliegue técnico occidental con el género de artes marciales oriental. Es cómica, épica, deslumbrante en lo visual y es emocionante. Y desde ya, si hay alguna secuela en cartera, nos estamos anotando en la fila de espera para verla.