Crítica: Por un Puñado de Dólares (A Fistful of Dollars – Per un Pugno di Dollari) (1964)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia / España / Alemania, 1964: Clint Eastwood (el pistolero sin nombre), Marianne Koch (Marisol ), Gian Maria Volontè (Ramón Rojo), Wolfgang Lukschy (John Baxter), Sieghardt Rupp (Esteban Rojo), Joseph Egger (Piripero), Antonio Prieto (Don Benito Rojo), José Calvo (Silvanito), Margarita Lozano (Consuelo Baxter), Daniel Martín (Julián), Benito Stefanelli (Rubio), Mario Brega (Chico), Bruno Carotenuto (Antonio Baxter)

Director: Sergio Leone, Guión: A. Bonzzoni, Victor Andrés Catena, Sergio Leone & Jaime Comas Gil, Musica – Ennio Morricone

Recomendación del Editor

Trama: Un pistolero sin nombre llega al pueblo de San Miguel, el cual se encuentra dividido entre dos bandas de contrabandistas: los Rojo y los Baxters. Haciéndose amigo del cantinero del pueblo, el pistolero le pide trabajo a los Rojo, liquidando a cuatro matones de los Baxter como prueba. Pero las intenciones del forastero son realmente ambiguas, ya que se dedica a espiar cómo Ramon Rojo, hermano del líder del clan, roba un cargamento de oro de la milicia mexicana. Utilizando ese dato, y depositando dos de los cadaveres de dicho tiroteo en el cementerio, engaña a los líderes de ambas bandas para que se entren en guerra. En un juego de engaños a ambas partes, el pistolero va sacando provecho de la situación, hasta que advierte que Marisol, la concubina del peligroso Ramon Rojo, se encuentra retenida contra su voluntad, y aislada de su hijo y de su marido. Entonces el misterioso hombre sin nombre tomará una decisión justiciera, aún cuando ello termine por poner en riesgo su propia vida.

Por un Puñado de Dolares Dashiell Hammett es uno de los creadores del policial negro junto con Raymond Chandler. Y a Hammett se le da una gran crédito en lo cinematográfico, especialmente porque sus novelas El Halcon Maltés (que funda el cine negro) y la serie de aventuras del matrimonio de detectives Nick y Nora Charles (El Hombre Delgado) fueron resonantes éxitos.

Pero a mi juicio El Halcon Maltés y las novelas de El Hombre Delgado son realmente mediocres (y en cuanto al celuloide, las adaptaciones son mejores que los originales). Dentro de la vasta producción literaria de Hammett hay un personaje único, brillante, sarcástico, que ha permanecido totalmente ignorado por Hollywood, y se trata de El Hombre de la Continental.

El agente de la Continental es un detective sin nombre que trabaja para una agencia similar a la Pinkerton (donde realmente se había desempeñado Hammett). Quizás sus casos no fueran descollantes, pero el personaje tenía un excelente sentido del humor y las novelas estaban escritas como diálogo puro, casi sin descripciones. Dentro de toda la producción de cuentos y novelas que Hammett realizó de El Hombre de la Continental, se encuentra Red Harvest (Cosecha Roja) de 1929, a mi juicio la mejor obra del novelista.

Red Harvest contaba la historia del detective sin nombre (… no les va sonando parecido?), que llega a un pueblo dominado por contrabandistas en plena Ley Seca. Viendose sobrepasado en fuerzas, al hombre de la Continental no se le ocurre mejor idea que llevar y traer información, forjar enredos, y terminar por empujar a que las bandas entren en guerra y se maten entre ellas. La novela recibió un olvidado tratamiento cinematográfico en 1930, con Jimmy Durante como protagonista en Roadhouse Nights.

Pero si Hollywood olvidó a este clásico de Hammett, en Japón no pasó lo mismo, y Akira Kurosawa tomó el esquema básico de Red Harvest para su clásico Yojimbo (1961), donde un samurai renegado (o ronin), interpretado por Toshiro Mifune, llegaba a un pueblo dominado por clanes rivales… y desataría la hecatombe que todos conocemos.

Por un Puñado de Dolares (1964) es la tercera adaptación de la historia básica de Hammett (habría una cuarta, en la menospreciada Last Man Standing – 1996 – de Walter Hill y con Bruce Willis, que al menos regresa la historia a la época de la Ley Seca). Pero no es una adaptación oficial de Yojimbo, si bien el libreto sigue sus pasos casi a la perfección. Esto le traería varios dolores de cabeza a Sergio Leone, ya que Kurosawa le entablaría juicio y terminaría por ser compensado con un porcentaje de las ganancias (incluso Kurosawa ganaría más con ese procentaje que con toda la recaudación que pudiera haber hecho Yojimbo).

Pero aparte de la anécdota, Por un Puñado de Dolares es un film formidable. Es el verdadero fundador del Spaghetti Western, si bien ya se habían filmado cerca de 30 películas del oeste en Italia; pero ninguna como ésta. Establecería un montón de postulados esenciales que después Leone iría puliendo, y que se convertirían en reglas clave del Western moderno. A partir del film, los westerns italianos clonarían elementos de la cinta hasta convertirlos en clisés (y terminar de agotarlos por saturación a fines de los años 70).

Aquí tenemos al pistolero sin nombre (que en el film accidentalmente llaman Joe, pero que sería Rubio o Mongo en los restantes filmes de la trilogía: Por Unos Dolares Más (1965) y El Bueno, El Malo y El Feo (1966)): sucio, maloliente, barbudo y siempre vestido con poncho. En contra de las tontas convenciones de Hollywood, donde héroes y villanos están siempre impecables, unos visten de blanco y otros de negro, y tienen personalidades unidimensionales y estoicas, nuestro héroe aquí es decididamente ambiguo. En realidad es un criminal con un ligero toque de justicia, pero definitivamente es amoral. Cuando llega a San Miguel, no tiene empacho en dejar que los pistoleros tiroteen a un niño, o que maten gente delante suyo. Es un individuo anónimo, de procedencia desconocida, cuyas intenciones nunca terminan de ser claras.

Definitivamente no es un justiciero en las reglas convencionales del género. Tampoco es un vengador, ni una figura de corte místico – uno podría imaginar a Por Un Puñado de Dolares como una especie de alegoría, donde Clint Eastwood pudiera ser un angel que viene a reestablecer un balance -. No, no. Es un individuo decididamente egoísta y manipulador, cuyos méritos se reducen a una mente brillante, gran carisma, un talento envidiable con el revolver y una formidable capacidad para la intriga y la traición. Imaginen a John Wayne interpretando a alguien así.

El otro tema es que tampoco hay victimas o inocentes en el medio – salvo, claro está, la historia de Marisol, la amante de Ramon Rojo que ha sido separada violentamente de su familia, y que termina por ser el disparador del rapto de moral de nuestro héroe -. No hay, como Los Siete Magnificos, un pueblo aterrado que clama por héroes. El pueblo está aquí, pero funciona como decorado. A nuestro héroe sólo le interesa el dinero, lisa y llanamente.

La primera parte del relato es decididamente brillante, con Eastwood llevando y trayendo, y enredando a todos. Uno puede ver al pistolero siempre maquinando, midiendo, calculando y haciendo sus propias jugadas. Es cierto que el guión tiene agujeros – el ingreso a la banda de los Rojo parece demasiado fácil; todo el incidente donde Eastwood lleva los soldados muertos al cementerio parece muy bobo (¿nadie se da cuenta que ya estaban muertos?); e incluso el rapto del hijo de los Baxter no está bien explicitado, del mismo modo que el hecho de que Marisol sea prisionera de los Rojo parece algo imprevisto, y sólo se salva por un rápido monologo que hace el tabernero después del intercambio de prisioneros -, pero Clint Eastwood lleva adelante la trama con un carisma envidiable. Es imposible no sonreír al ver lo que este tipo está tramando o armando, casi siempre de modo sorpresivo.

Lo que no es tan pulida es la segunda parte, donde los agujeros del guión ya son enormes. El vuelco moral de Eastwood es brusco y sin ninguna señal de anticipación. El apresamiento, la golpiza y el escape suenan descolgados. Y especialmente el regreso (la recuperación milagrosa del pistolero; el enfrentamiento con Ramon Rojo y su banda, poniéndose una chapa de acero para atenuar las balas) ya es muy traído de los pelos. Pero todo esto es absolutamente perdonable por la exquisita dirección de Leone. Las balaceras estan armadas de cuadros rápidos, con primeros planos muy cortos, y un estudio minucioso de los gestos de los protagonistas – algo que para su época era realmente innovador -. Leone en realidad está siguiendo una puesta en escena muy similar a las viñetas de un comic – primer plano del revolver que dispara mientras vemos caer uno a uno a los matones en un plano de fondo; crear tensión viendo las expresiones de los involucrados en el duelo; montones de asesinatos gratuitos simplemente para darle ritmo al relato; la puntería perfecta del héroe y del villano, etc -. Eso, sumado a la brillante partitura de Ennio Morricone, dan un clásico de culto insuperable.

Posiblemente no sea el mejor film de Leone, ni siquiera de la trilogía. Pero tiene atmósfera, acción, gran música y una trama muy entretenida. Y aún con todos sus defectos argumentales, es un film formidable al que muchos otros westerns posteriores (italianos o americanos) envidian, simplemente porque la mano de Leone es inimitable.

SERGIO LEONE

Por un Puñado de Dolares (1964) – Por unos Dolares Mas (1965) – Lo Bueno, lo Malo y lo Feo (1966) – Erase una Vez en el Oeste (1968) – Erase una vez la Revolución (1971) – Erase una Vez en America (1984). En este portal también comentamos Mi Nombre es Nadie (1973), con la participación no acreditada de Leone en la dirección del filme.