Crítica: Fenómenos (Freaks) (1932)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1932: Olga Baclanova (Cleopatra), Harry Earles (Hans), Henry Victor (Hercules), Daisy Earles (Frieda), Roscoe Ates (Roscoe), Wallace Ford (Phroso), Leila Hyams (Venus), Daisy & Violet Hilton (Daisy y Violet), Angelo Rossitto (Angelino), Johnny Eck (medio hombre)

Director: Tod Browning, Guión: Willis Goldbleck, Leon Gordon, Al Boasberg & Edgar Allan Woolf, basado en el cuento Spurs de Tod Robbins

Trama: En el circo el ambiente se encuentra caldeado después de que la trapecista Cleopatra comenzara a flirtear con el enano Hans. El círculo de fenómenos que son amigos de Hans – el torso humano; las hermanas siamesas; los chicos con microcefalia; y muchos otros entre los que se encuentra la ex novia de Hans, la enana Frieda – desconfían del romance y sospechan del interés de la mujer en la fortuna que recientemente ha heredado el enano. Las sospechas se confirman cuando Hans y Cleopatra se casan y, en el banquete de bodas, ella se besa apasionadamente con su amante – el musculoso Hércules – y comienza a insultar a los fenómenos. Al poco tiempo Hans cae gravemente enfermo, y todo indica que nadie podrá salvarlo de las garras de Cleopatra, a menos de que los fenómenos hagan algo por su amigo.

Fenomenos (Freaks) (1932) Fenómenos es un soberbio clásico que viene de la mano de Tod Browning, el mismo de Muñecos Infernales, Londres Después de Medianoche y la versión 1931 de Drácula. Pero a su vez es la película que sepultó la impecable carrera de Browning, y antes del final de la década había abandonado los sets para siempre. La crítica puritana de la época la defenestró de una, calificándola de espectáculo perverso; la MGM intentó recortarla y ocultarla bajo la alfombra, con la excepción del capo artístico del estudio, Irving Thalberg, quien siempre bregó por respetar la visión creativa de Browning; y en Inglaterra la pusieron en una lista negra durante 30 años. Y sí, idiotas hubo en todas las épocas y en todos los países…

En sí la reacción de la crítica fue bastante similar a la conducta de rechazo que aparecen en varias escenas del filme. En definitiva, los normales se aterrorizan con los deformes y los consideran monstruos – éstos no son individuos maquillados, y eso es lo que estremece -; su visión les revuelve las tripas y les hace recordar de que no vivimos en un mundo perfecto. El gran problema con la crítica de la época es que no puso empeño en ver todo el filme y evaluar la historia en sus propios términos; simplemente discriminaron a la cinta desde el primer fotograma y por la cuestión estética de ver a los anormales en escena. Porque, si uno se atiene al libreto, sólo el 5% final del filme entra dentro de lo que sería horror. El resto es una crónica pintoresca sobre la vida entre bambalinas de un circo.

Freaks es un filme con tintes autobiográficos del mismo Browning – cuando tenía 16, se escapó de su casa y trabajó en un circo durante años -, y resulta obvio que su simpatía está con los anormales. En sí, no hay mucho de historia – enano enamorado de bella ambiciosa, quien planea matarlo para quedarse con su recién heredada fortuna -; lo que hay son muchas viñetas de la vida circense. Hay un gag recurrente con el payaso tartamudo y casado con una de las siamesas que resulta hilarante y surrealista – en un momento, la otra siamesa se pone de novia y le presenta el candidato a su cuñado; los diálogos que siguen son del tipo “espero verlo más seguido por acá”, “no hay problema, espero que me visite usted en mi casa” “y que usted venga por la mía!” mientras uno ve a las chicas fusionadas por la cadera -. Después tenemos a los normales del circo, algunos de los cuales tratan a los fenómenos como sus pares (como Phroso, el payaso de buen corazón) y una gran mayoría que los discrimina; y por último están las viñetas sobre la vida diaria de los fenómenos en sí: desde ver cómo el hombre torso se enciende un cigarrillo, siguiendo por el parto de la mujer barbuda, hasta el romance entre el enano y la mujer sin brazos. Hay cierta fascinación en ver los pormenores de su rutina y sus relaciones, como si fuera una telenovela dirigida por Tim Burton.

Quizás el detalle que falle en Fenómenos sea el mismo desenlace. Si en su alegoría sobre la discriminación Browning se había esforzado en mostrar a los anormales como gente con mejores sentimientos que el resto de los humanos, en el clímax todo eso se va al tacho. La venganza de los fenómenos se ve excesiva en comparación al daño hecho – si al menos el enano Hans hubiera muerto … -, y sin dudas el final es shockeante, pero lo que sigue parece un encastre forzado intentando disfrazar la resolución como un happy ending (en realidad es una secuencia puesta con calzador por el estudio; y falta una escena en donde el musculoso Hércules queda convertido en un castrado con voz de soprano).

Pero aún con ese detalle, Fenómenos es realmente excelente. Quizás la historia no sea original – el casamiento por interés y la traición por dinero -, pero el espectáculo es fascinante. La vida de circo se ve creíble, con gente real que sufre y siente, más allá de si no tienen dos brazos, dos piernas, estatura normal o un cerebro standard. Lo que deslumbra es el hecho de que éstos son seres reales, no inventos del maquillaje hollywoodense, y que tienen valores de nobleza y honor superiores al resto de nosotros. Ese es el punto de Browning: ver si los fenómenos no somos realmente nosotros, aún cuando físicamente nos veamos normales.