Crítica: Fanboys (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2008: Sam Huntington (Eric Bottler), Dan Fogler (Harold ‘Hutch’ Hutchinson), Jay Baruchel (Windows), Chris Marquette (Linus), Kristen Bell (Zoe), Seth Rogen (Almirante Seasholtz / Cucaracha), Ethan Suplee (Harry Knowles), Danny Trejo (el Jefe), William Shatner (como él mismo)

Director: Kyle Newman, Guión: Ernest Cline & Adam F. Goldberg

Trama: Año 1998. Eric, Hutch y Windows son unos amigos ultrafanáticos de Star Wars, y que ahora fantasean sobre el inminente estreno de la precuela Episodio I: La Amenaza Fantasma. Al grupo se suma el cínico Linus, con el cual Eric mantiene una disputa que lo ha distanciado en los últimos tres años. Pero Linus padece un cáncer terminal, y posiblemente no llegue vivo al momento del estreno de Episodio I. Ante semejante dilema, al grupo se le ocurre la arriesgada idea de viajar al otro extremo del país – hasta los estudios de George Lucas – para infiltrarse en el lugar, robar una copia (aún no terminada) y hacer que Linus vea el filme antes que nadie. Los cuatro se embarcan en la camioneta de Hutch y están listos para la aventura; pero deberán sortear numerosas dificultades en el camino.

Fanboys Fanboys es una pequeña película independiente que vino cargada con su cuota de polémica. En un principio Ernest Cline y Dan Pulick decidieron crear una oda a las comunidades de fans que pululan en Estados Unidos desde hace décadas – que comenzaron con Star Trek, y después se formaron con cada filme o serie importante de ciencia ficción y fantasía que ha surgido desde entonces -. El director Kyle Newman fue asignado al proyecto, y todo se encaró como una road movie tragicómica situada en 1998, en donde uno de los personajes quería ver Episodio I: La Amenaza Fantasma antes de morir. Los productores del filme – los hermanos Weinstein, ex dueños de Miramax – sintieron de que se trataba de una obra muy nerd y trajeron a otro director, Steven Brill, que cortó secuencias, quitó gran parte de las referencias cinéfilas, cercenó la subtrama del chico enfermo de cáncer, y agregó escenas con un humor más picante como para perfilarla en la onda de las comedias de Judd Apatow (de hecho, el poster del filme es idéntico a Virgen a los 40, sólo que con una máscara de Darth Vader). Cuando la comunidad de fans de Star Wars se enteró de los cambios, produjeron una movilización masiva y amenazaron a los Weinstein con boicotear el estreno de otra comedia producida por el dúo – Superhero Movie (2008) -. Por si el escándalo no fuera suficiente, el nuevo director Steven Brill se encargó de tirar combustible al fuego, al empezar a bardear muy mal a los fans que protestaron por los cambios … y esos emails se filtraron en la prensa y en Internet. Los Weinstein recularon, trajeron de vuelta a Kyle Newman, pero le sacaron todo el apoyo a la película. Le dieron tan sólo 36 horas al director para reeditar todo el filme (!), y la estrenaron de apuro en un puñado de cines. De más está decir que a Fanboys no le fue nada bien en la taquilla.

Con semejante historia de origen resulta obvio que es un filme plagado de problemas. El corte final (hasta ahora) es un mix de cosas que toma elementos de las versiones de Newman y Brill, a veces no muy compatibles entre sí. Hay escenas que sobran. Hay problemas de timing y, sobre todo, el elemento sentimental de la trama – el fan que quiere ver la nueva película de Star Wars antes de morir – se va por el drenaje. La subtrama del cancer dura menos de cinco minutos en pantalla en todo el filme.

Pero aún cuando el elemento dramático no funcione, Fanboys podría haber resultado como comedia. Pero son muchísimos más los fallos que los aciertos. Es todo una sanatería muy nerd – del estilo “¿cúal es el planeta natal de Chewbacca?” – que, aún para el que algo conoce de la mitología Star Wars, tampoco resulta demasiado graciosa como chiste privado. Pero la sensación más fuerte que deja en la boca es que se trata de un filme muy mal manejado. Digo: cosas similares a ésta ha hecho Kevin Smith en ocasiones anteriores (como Clerks y todo su universo de Nueva Jersey) y con muchísima más gracia – esas cómicas desconstrucciones de la mitología Star Wars de la cual el mismo Smith es una gran fanático -. Si Smith (que acá hace un cameo) hubiera rodado Fanboys, hubiera ganado en comicidad, puntería y carga dramática.

Pero el dúo de directores Newman y Brill pifian más de lo que aciertan. Todo es muy traído de los pelos. Los cameos de turno son graciosos – William Shatner, Carrie Fisher, Ray Park -, pero los protagonistas no. La secuencia en el bar gay es de muy mal gusto y no lleva a ningún lado (debería haber sido amputada). El climax carece de fuerza dramática. Y el 90% de los chistes dan por tierra.

Lo que no entiende Fanboys es que una road movie no deja de ser una especie de ritual de iniciación, en donde los protagonistas aprenden algo en la ruta y terminan siendo diferentes al final de la aventura. Acá el guión se ensalsa demasiado con intentar ser gracioso y nerd, y falla miserablemente. El lado humano termina devorado por los malos chistes (o el exceso de referencias cinéfilas), y la resolución es de una chatura descomunal. También la historia queda lastrada por el hecho de que los protagonistas no son más que estereotipos – Dan Fogler hace una imitación de cuarta de un híbrido entre John Belushi y Jack Black (el típico gordito sacado de las estudiantinas); Jay Baruchel es el habitual nerd; etc – y a veces resultan irritantes. Y si los directores de Fanboys fallaron en imitar a Kevin Smith, al menos podrían haber intentado copiar a Judd Apatow, que siempre muestra personajes excéntricos que tienen un lado entrañable. Pero en vez de encariñarse con los caracteres, Fanboys se empeña en caricaturizarlos y reírse de ellos (en vez de “con” ellos). Así que cuando el filme termina, no sólo al espectador no se le cayó ni una lágrima por la suerte de Linus, sino que también se limitó a reírse en 4 o 5 ocasiones en los 90 minutos de duración del largometraje, lo cual es una performance muy pobre para una comedia.

Fanboys podría haber sido mucho más afilada y graciosa, y la carga sentimental podría haber estado mucho más pulida. Así como está, es desprolija y apenas efectiva. Hay algún que otro momento, pero en el final se desinfla rotúndamente. Y sólo resulta interesante de ver como una curiosidad.