Crítica: Fabricantes de Sombras (1989)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1989: Paul Newman (general Leslie R. Groves), Dwight Schultz (J. Robert Oppenheimer), Bonnie Bedelia (Kitty Oppenheimer), John Cusack (Michael Merriman), Laura Dern (Kathleen Robinson)

Director: Roland Joffé, Guión: Bruce Robinson

Trama: Setiembre de 1942. El general Leslie Groves recibe la misión de formar un cuerpo de científicos y generar lo que se conoce como un dispositivo atómico, capaz de arrasar una ciudad entera con la detonación de una sola bomba. Groves reniega de la idea pero termina armando el grupo y coloca al brillante físico Robert Oppenheimer a cargo del proyecto. Pero Oppenheimer es un hombre con facetas oscuras – sus amantes, su militancia política, su remordimiento moral sobre los alcances del proyecto -, algo que puede entorpecer el desarrollo de la primera bomba nuclear. Y con una fecha tope para entregarla, los científicos del Proyecto Manhattantal como se lo denomina – deben apresurarse a pulir los detalles, de manera de acelerar los tiempos del final de la guerra. Pero Alemania se ha rendido y Japón se encuentra de rodillas, con lo cual la pregunta que surge es: ¿vale la pena el genocidio de miles de almas niponas para justificar el éxito del proyecto?; ¿una arrasadora demostración no será suficiente para terminar la guerra?. Y, sobre todo, ¿ésta es el arma que terminará con todas las guerras… o sólo desatará una carrera armamentista que pondrá en peligro la existencia de toda la humanidad?.

Fabricante de Sombras El desarrollo de la primera bomba atómica es, posiblemente, el acontecimiento mas importante de la historia de la humanidad (creo que lo único que se le puede comparar es la llegada a la Luna en 1969). Es un suceso de repercusiones gigantescas, una prueba del dominio del hombre sobre la naturaleza, y la apertura de una era plagada de infinitas posibilidades y riesgos. La energía atómica es un monstruo que puede ser domado en beneficio de la humanidad, pero también representa un acceso directo hacia el mismo apocalipsis, una fuerza tan devastadora que podría arrasar de un plumazo la existencia de todo tipo de vida sobre el planeta.

Imaginen las repercusiones de semejante suceso sobre la vida de todos los individuos involucrados en su desarrollo. Debía ser un acontecimiento tan fascinante como aterrador y, en especial, para Robert Oppenheimer, el padre de la bestia. Imagina cargar sobre tu conciencia el grito de miles de vidas cegadas por el hongo atómico, un engendro que has creado para tu gobierno. ¿Qué repercusiones morales trae semejante suceso?. ¿Debes atormentarte, o vanagloriarte porque has triunfado sobre los hombros del resto de la comunidad científica?. ¿O tu conciencia estará mas tranquila sabiendo de que, si no eras tú, otro científico lo hubiera logrado (y quizás el dispositivo hubiera quedado en las manos equivocadas)?. Hay un montón de dilemas apasionantes sobre semejante momento, lástima que Fabricantes de Sombras decide irse por la tangente. Cada vez que Oppenheimer llega a una encrucijada, el filme hace un corte y pasa a otra secuencia completamente diferente, como si tuviera miedo de profundizar en el tema.

Fabricantes de Sombras está plagada de problemas. Se enrosca con la burocracia y la pirotecnia verbal entre Oppenheimer y el líder del proyecto, el General Leslie Groves, pero nunca hunde el cuchillo en la cuestión moral. Debería ser un filme plagado de debates, pero prefiere meter un melodrama romántico burdo e inútil, como es el noviazgo de John Cusack con la enfermera Laura Dern, el cual terminará mal debido a que el primero sufre un accidente radiactivo. Los chisporroteos entre Groves y Oppenheimer carecen de intensidad, y el único personaje interesante en la trama es la sufrida esposa que compone Bonnie Bedelia, la cual está dispuesta a avalar un romance clandestino de su marido con tal de que su intelecto (y su alma) estén en paz y sigan siendo productivos para el futuro de la humanidad. Es particularmente interesante el intercambio de chispazos que hace con Groves, en donde Bedelia le dice que ambos están compitiendo para ver quién seduce primero a Oppenheimer y, de ese modo, obtener lo que tanto desean.

El libreto no es discursivo, y la dirección de Joffé (The Killing Fields) es mucho mas lineal de lo que debiera. Al guión le faltaba un tipo con mas filo, un Rod Serling que gustara elevar el nivel intelectual de los temas a un tono de debate magistral, y quizás ponerle una aproximación mas documental o teatral, ya que aquí se están tratando grandes temas pero no se les da la formalidad adecuada. Las performances son buenas – en especial me gusta la de Dwight Schultz; este tipo debería haber hecho mucho mas carrera de lo que realmente hizo -, pero el enfoque carece de filo, y se engolosina demasiado con temas menores – amantes, romances, minutas diarias de la base de Los Alamos -, en vez de clavar los dientes en las resonancias de semejante acontecimiento, sin analizar si se trataba de un grupo de brillantes amorales empecinados en el triunfo científico a cualquier costa, o geniales técnicos que de pronto cayeron a tierra y descubrieron el infierno que habían desatado, un karma que los atormentaría durante el resto de su vida. En todo caso habría que chequear otras versiones del tema – como el telefilme Day One (1989) -, las cuales podrán ser mucho mas satisfactorias que ésta respecto a las implicancias que semejante suceso tuvo en la historia de la humanidad.