Crítica: Ejército de Cinco Hombres (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Italia, 1969: Peter Graves (el holandés), James Daly (capitán Nicolas Augustus), Bud Spencer (Mesito), Nino Castelnuovo (Luis Dominguez), Tetsuro Tamba (samurai), Claudio Gora (Manuel Esteban)

Director: Don Taylor & Italo Zingarelli, Guión: Marc Richards & Dario Argento

Trama: México, principios del siglo XX. Las fuerzas del general Huerta – dictador que rige con puño de hierro a la república mexicana – asedian a la población con su violencia y sus continuos saqueos. Decidido a contrarrestarlo Manuel Esteban ha formado una fuerza de revolucionarios que pelean a brazo partido contra las fuerzas huertistas. Pero, para derrotarlo, hace falta algo más que valor y allí es donde entra a jugar un sujeto conocido como el Holandés, un mercenario a sueldo que ha aceptado montar una compleja operación para proveer de fondos a la revolución. El objetivo es apropiarse de un tren cargado con medio millón de dólares en oro, el cual se es custodiado por un centenar de soldados fuertemente armados. Para ello el Holandés ha reclutado a cuatro ex compañeros de aventuras – un forzudo campesino, un acróbata, un lanzador de cuchillos, un veterano ex militar experto en explosivos -, con los cuales planea dar el golpe y deshacerse de los soldados en el mayor de los sigilos. Pero la operación es harto complicada y nada saldrá como lo planeado, amén de que la codicia (y la traición) entre los antiguos compañeros estará a la orden del día.

Ejercito de Cinco Hombres And now, a karaoke moment:

No habrá que llorar,
tu paso por aquí;
solo el cuerpo va,
siguiendo tu caminar

No le sigue, no,
el eco de tu voz;
y retornarás
por donde va el mar

Arde ya canción,
que no habrá perdón

Muerte, dónde vas;
por siempre sabrás volver

La historia la escriben los vencedores. Cuando uno hace memoria de las mejores bandas sonoras del cine, siempre se retrotrae al recuerdo de clásicos imponentes como La Guerra de las Galaxias o Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo. Pero los compositores que han creado semejantes hitos también tuvieron que pagar el alquiler, el pancho y la coca. Han trabajado en montones de titulos menores que nadie recuerda, y han creado partituras excepcionales injustamente olvidadas en las páginas de la historia. Uno de los casos que mejor recuerde es la banda de sonido de Lalo Schifrin para Murderer’s Rowuno de esos abortos que hizo Dean Martin como agente secreto, y que le debe gustar a 5 tipos sobre la faz del planeta, entre los cuales me incluyo -; y, el otro caso, es el de Ejército de Cinco Hombres. Me atrevería a decir que es la mejor banda de sonido “olvidada” de Ennio Morricone, capo supremo de la música del spaghetti western: el tema principal es extremadamente pegadizo, y tiene un formidable himno – Muerte, ¿a dónde vas?, que aquí intenté transcribir de la mejor manera posible, y que es un claro antecedente de la música que el genial italiano experimentaría en la galardonada banda de sonido de La Misión (1986) – que resulta un sacrilegio relegarlo al olvido. Claro: la película es un pastiche que tiene momentos buenos y malos, y a lo sumo funciona ok como entretenimiento de matineé. Pero la música, señores, es de primerísima línea.

El problema, claro está, es que la historia y las actuaciones no están a la altura de lo memorable que es la partitura. Este es un caso curioso de un spaghetti western dirigido por un yanqui – Don Taylor, el mismo de Escape del Planeta de los Simios y La Cuenta Regresiva -, un tipo correcto y chato que no logra crear ni un momento memorable que digamos en toda la cinta. Al menos el climax – la larga secuencia del robo de tren – está filmada de manera pasable, pero sin dudas la historia hubiera rendido mucho mejor en las manos de un capo tipo Sergio Leone. De seguro Leone hubiera filtrado otras tonterías del libreto, y hubiera asignado un cast más temperamental que el insulso Peter Graves o el completamente fuera de lugar Tetsuro Tamba. ¿Qué cacso tiene que hacer un japonés en el oeste?. No es un chino – como los miles de inmigrantes que trabajaron en la construcción de los ferrocarriles a mediados del siglo XIX, lo cual hubiera resultado mucho más lógico -, sino un tipo que liquidó a dos flacos en Japón, y salió pitando para los States… a donde llegó y donde, después de varios años, aún es incapaz de pronunciar dos palabras en inglés (aunque aparentemente entiende de todo – siií, como el acróbata chino de La Gran Estafa! -; sino, ¿cómo se hizo amigo de Peter Graves? ¿con lenguaje de señas?). Por más que Tamba haya sido una estrella en su tierra, el rol hubiera podido ser reciclado perfectamente en la figura de algún indio renegado que fuera un formidable lanzador de cuchillos, y la trama no bordearía el absurdo. Aún así – y con todo – Tetsuro Tamba con sombrero y traje de paisano zafa mucho mejor como un polvoriento revolucionario mexicano que el impoluto y pétreo Peter Graves. El tipo siempre está tan platinado, prolijo y afeitado – con la cara brillante como un espejo, luego de darse una biaba de aceite de lanolina – que resulta ridículo verlo en una manifestación desbordante de gente sucia y barbuda. A ver chicos, contéstenme: ¿Dónde está el terrorista extranjero? ¡Alliiiiiii!!!!!!!!!!!!.

Quizás lo peor que tiene el filme es el casting de Graves. En sí, el rol del platinado no difiere mucho de lo que hacía en la serie Misión Imposiblerecluta y dirige un equipo de talentosos para llevar a cabo un operativo intrincado -, y debe ser el único factor por el cual fue contratado. Por lo demás es un tronco diciendo las líneas y, al momento de expresar algo de tensión (como en un momento en que se encuentra a punto de batirse a duelo con el resto de sus compañeros), pone la misma cara de agrio que cuando está contento o se encuentra haciendo popó en el baño. Hubieran contratado a cualquier otro tipo – ¿Lee Van Cleef? -, y la película hubiera funcionado mejor.

El libreto le corresponde a Dario Argento, en la época en que Argento era guionista a sueldo y antes que comenzara a hacerse un nombre como director de culto del género de terror. Argento – recordemos – escribió Erase una Vez en el Oeste para Leone, así que tiene antecedentes de sobra para firmar algo potable. Eso no quita que haya un par de momentos ridiculos – como la presentación de las historias personales de los miembros del equipo, el que intenta darle un bizarro background a Tetsuro Tamba para justificar su presencia -, pero existen por las exigencias de tener un cast internacional. El resto del elenco funciona muy bien: Bud Spencer aporta su cuota de momentos trinitytianos, Nino Castelnuovo desborda simpatía y hasta el parco James Daly (papá de Tim y Tyne, y eterno jefe de Centro Médico) resulta eficiente como el escéptico ex militar que resulta un genio en el manejo de explosivos de precisión.

Ejercito de Cinco Hombres está ok. Es un intento de hacer algo tipo Los Siete Magnificos, pero con dos hombres menos y a la italiana. Las balaceras son standard, el climax está bastante bien, la historia tiene huecos, y la música es excepcional. De hecho, el filme califica tan alto por la partitura de Morricone, sino merecería apenas tres atómícos. Y desde ya, les pido que se busquen la banda sonora del filme, la que termina resultando la mayor gracia que tiene.