Crítica: Arrastrame al Infierno (Drag Me to the Hell) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Alison Lohman (Christine Brown), Justin Long (Dr Clayton Dalton), Lorna Raver (Sylvia Ganush), Dileep Rao (Rham Jas), David Paymer (Jim Jacks), Reggie Lee (Stu Rubin), Adriana Barraza (Shaun San Dena)

Director: Sam Raimi, Guión: Ivan Raimi & Sam Raimi

Trama: Christine Brown es una mediocre empleada de banco, encargada de autorizar los préstamos. Ante la oportunidad de presentarse la vacante para el puesto de asistente del gerente, Christine decide endurecer su posición para hacer méritos frente a su jefe. Por ello termina por negarle la extensión de su préstamo a una anciana gitana, aún a costa de que ésta pierda su casa. Pero la gitana, antes de marcharse, le lanza una maldición. Y en los días siguientes aterradores acontencimientos comienzan a ocurrirle a Christine. Después de visitar a un vidente, éste le dice que la gitana ha lanzando a un demonio tras ella, y que tras el lapso de tres días, su alma será arrastrada al infierno. Ahora Christine deberá buscar ayuda desesperadamente para detener la maldición antes que se cumpla el fatídico plazo.

Arrastrame al Infierno Arrástrame al Infierno es el regreso del director Sam Raimi a sus raíces. Desde el vamos, con el uso del viejo logo de la Universal (que estaba vigente en los ochentas, cuando Raimi arrancó con la saga de Evil Dead), hay claras señales de que el director está abrevando en sus orígenes. Raimi incluso se da el lujo de incluír en la banda sonora parte de la partitura descartada de Lalo Schifrin para El Exorcista (que se escucha durante los títulos finales), e incluso hace guiños a los fans, tanto del clásico La Noche del Demonio como de su propia saga Evil Dead. Aún con toda esa exhibición de credenciales, Arrástrame al Infierno no termina por ser una película de terror hecha y derecha. Da la impresión que a todos sus ingredientes les falta una horneada, y eso se nota.

Teóricamente el libreto de Drag Me to the Hell es uno que Sam y su hermano Ivan escribieron en la época de El Ejército de las Tinieblas, y que después terminó cajoneado. El tema es que parecen haberlo desempolvado y filmado sin ninguna revisión adicional. No es que el argumento sea malo – de hecho copia la misma premisa de Maleficio de Stephen King, con otra persona siendo perseguida por una maldición gitana -, pero tiene gruesos problemas de tono. Y las performances tampoco ayudan.

Es que en realidad Arrástrame al Infierno no termina de decantarse sobre si es una comedia o un filme de horror. Hay momentos en que Raimi parece sintonizar las mismas atrocidades que le ocurrían a Bruce Campbell en la saga de Evil Dead – gente cubierta de líquidos nauseabundos, proezas físicas imposibles, muertes disparatadas -, pero le falta algo de gracia. Quizás uno de los problemas principales pase porque Alison Lohman es demasiado insulsa en el papel, y allí se requería una versión femenina de Bruce Campbell. O quizás sea de que el rol directamente está mal escrito – si Christine Brown hubiera sido una perra desde el vamos, posiblemente hubiera funcionado mejor -. Los secundarios tampoco ayudan: habitualmente Justin Long o David Paymer suelen dar un plus a sus papeles por pequeños que sean, pero aquí todos están en piloto automático. Incluso las intervenciones de Long resultan molestas.

Si como comedia falla, lo mismo pasa en el apartado del terror. Aquí hay algunas buenas ideas que daban para generar algo estremecedor o al menos competente: la mosca que persigue a Alison Lohman, el impresionante caserón en donde la medium Adriana Barraza tiene sus sesiones (dicho sea de paso: ¿en Hollywood no saben de que los mexicanos no tienen nombres hindúes, o les da lo mismo?), la visión en sombras del demonio cabrío… pero todo ello se va al tacho en cuanto Raimi empieza a disparar una cosa tras otra hacia la cámara. Con más seriedad y menos efectos especiales, Arrástrame al Infierno al menos podría haberse redimido.

Y es que en realidad la historia es una bastante corta. Usualmente que la trama sea breve significa que le da aire al director para que exhiba sus talentos – p.ej. generando escenas de tensión o shock -, pero cada vez que Raimi empieza a sacar cosas de la galera, va de lo exagerado a lo absurdo. Hay un exceso de energía puesto en hacerle maldades a personajes anodinos. Con alguien más carismático como protagonista – se rumorea que Ellen Page eran candidata al papel, pero se bajó del caballo luego de leer el guión -, podría haber funcionado mejor. Así como está, Arrástrame al Infierno entretiene mientras dura, pero después resulta fácilmente olvidable.