Crítica: Doom (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2005: Karl Urban (John ‘Reaper’ Grimm), The Rock (Sarge), Rosamund Pike (Dra Samantha Grimm), Richard Brake (Portman), Al Weaver (Kid), DeObia Oparei (Destroyer), Dexter Fletcher (Marcus ‘Pinky’ Perzowski), Ben Daniels (Goat), Raz Adoti (Duke), Yao Chin (Mac), Robert Russell (Dr Carmack), Sara Houghton (Dra Jenna Willits)

Director: Andrzej Bartkowiak, Guión: David Callaham & Wesley Strick, inspirados en el videogame de ID Software, Musica – Clint Mansell

Trama: En la Tierra se descubre un portal que permite viajar a Marte en cuestión de segundos. Ya han pasado 20 años desde el hallazgo y una corporación se encarga de la investigación en el planeta rojo. Se han encontrado restos fósiles de una civilización alienígena. Pero súbitamente la base marciana comienza a ser atacada por monstruos y un equipo militar al mando de Sarge es enviado desde la Tierra. En el equipo figura John Grimm, cuya hermana Samantha es uno de los líderes de la expedición científica aislada. Cuando el escuadrón llega, sectores críticos de la base se encuentran desolados y la mayoría de los científicos masacrados. Luego de investigar en las instalaciones llegan a la conclusión que un gen marciano creado artificialmente se encuentra infectando a los seres humanos y transformándolos en monstruos.

Doom Wolfenstein 3D fue el primer juego en tres dimensiones lanzado el mercado en 1992, e impuso un cambio revolucionario que continúa hasta nuestros días. Aún con su tecnología prehistórica para el nivel actual, fue un juego que encendió los ánimos en todo el mundo, principalmente porque era lo más parecido a una realidad virtual, donde el jugador en primera persona lidiaba con enemigos y monstruos. El soft fue creado por la gente de Apogee, pero un pequeño grupo de programadores (los centrales, quienes habían concebido el juego) se sintió disconforme con la empresa y decidieron independizarse, creando ID Software. Y el primer videogame que lanzaron fue el revolucionario Doom.

Doom era el paso siguiente de los juegos 3D. Tanto éste como su secuela (Doom II) contaban con unos gráficos excelentes, y sumergían al jugador en la historia. Si Wolfenstein 3D seguía ciertos clisés propios del cine bizarro de los 60 (nazis experimentando con fuerzas sobrenaturales), Doom era vivir en carne propia la experiencia de Aliens – de James Cameron -. Hordas de creaturas se lanzaban a atacar al jugador, mientras éste se dedicaba a masacrarlos con un interminable arsenal. Sin duda Doom I y II son juegos de culto.

El problema comenzó con los desarrollos posteriores de ID Software; sin duda el engine del juego fue perfeccionándose hasta lograr gráficos cada vez más reales, y los monstruos del infierno fueron reemplazados por robots y otras creaturas parte cibernéticas en la otra saga famosa de la casa, llamada Quake. Pero de algún modo el concepto ha ido agotándose con el tiempo, en parte porque los esquemas básicos del juego – una batalla campal en corredores cerrados – termina por ser repetitivo. Ya en las últimas entregas ID ha intentando aportarle algo de frescura a la jugabilidad, básicamente cambiando el concepto de la misma: si en los primeros juegos la idea era masacrar oleadas interminables de monstruos, en los últimos ya se impone la idea del sigilo, el combate en las sombras, y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Ha aumentado el realismo pero ha perdido la adrenalina.

Todo esto viene a cuento de esta adaptación cinematográfica del 2005. Doom es un proyecto que se barajó mucho tiempo en la industria cinematográfica – prácticamente desde el lanzamiento de Doom II en 1994 -, pero como ID Software se terminó por encargar de la saga de Quake, el proyecto fue perdiendo el interés. Recién cuando ID decidió volver a sus raíces (y refrescar el valor de la marca), la adaptación a la pantalla grande del videogame pudo concretarse, coincidiendo con el lanzamiento del esperado Doom III. Como se ve, una jugada realmente inteligente de marketing.

El tema es que Doom III difiere tanto en estilo de sus predecesores, que al ver la película basada en dicha versión el espectador que ha jugado a las versiones I y II siente cierta desilusión. Los enormes demonios de decenas de metros de altura han desaparecido, junto con otros seres infernales que poblaban al juego original; y si bien el film es fiel a la tercera entrega, el caracter demoníaco de las creaturas ha mutado en simples monstruos alienígenas. En el juego original, los científicos abrían un portal hacia el infierno; en el filme, se topan con un gen marciano que muta a los humanos en horrendas creaturas.

Pero apartándonos de esa decepción para todos los jugadores del mundo que hemos adorado a Doom, la película es bastante aceptable dentro de sus propios términos. Como hemos explicado antes, los videogames son versiones de segunda mano de éxitos cinematográficos; y cuando un juego llega a la pantalla, ya hablamos de una tercera generación de las mismas historias, con lo cual lo que uno termina por ver es cierto refrito de clisés de los filmes más populares. Pero además de la falta de originalidad, el otro grave problema es que estos filmes suelen quedar en manos de directores novatos, generalmente especialistas en efectos especiales, que pueden obtener unos rubros técnicos impecables pero no tienen idea de como narrar una historia de modo decente. Hasta ahora la historia de las adaptaciones de videogames al celuloide ha sido bastante negra, y sólo Tomb Raider tuvo el tino de respetar la estética del juego con una historia medianamente interesante; el otro filme destacable es Resident Evil 2. Pero después, es una larga sucesión de fracasos, y la versión filmica de Doom termina por engrosar la lista de éstos últimos.

Y es que la primera mitad del film funciona bastante bien, dentro de toda la rutina vista en cientos de filmes previamente y repetida de nuevo aquí. Hay un equipo de militares duros y renegados, del mismo modo que Depredador; se van a una base a pelear con monstruos, al estilo Aliens; y existe toda clase de poses heroicas y machistas, saturada de frases como para que el público las recuerde y adore. Hasta allí, es bastante efectivo, gracias en parte a The Rock que es un héroe de acción ideal y el digno sucesor de Stallone y Schwarzenegger, aunque con mayor histrionismo. Algunas de sus líneas (en especial cuando encuentra al BFG 9000, “la gran jodida arma”; o cuando es atrapado y dice que se supone que no debía morir) son realmente graciosas.

Pero donde las cosas empiezan a salirse de madre es cuando se empiezan a dar las explicaciones del caso. La teoría de Samantha Grimm acerca de que el virus convierte en superhumanos a unos y en monstruos a otros es espectacularmente ridícula. Y la súbita conversión de Sarge en un sicótico obsesionado con su misión es ilógica, simplemente para poder crear un enemigo poderoso para el final. Otro de los problemas del filme es John Grimm, que cómo héroe no destaca (Karl Urban es idéntico al soldado que uno encarnaba en el juego), y uno desea que Sarge termine por triunfar. Y el último tema es que la transformación de Sarge en monstruo es tan superficial (The Rock con algunos maquillajes de colores) que no impresiona a nadie.

Hay por supuesto guiños de todo tipo para los aficionados al juego. El científico principal se llama igual que el programador líder que creara al juego, y está la famosa secuencia en primera persona, que recrea fielmente la experiencia 3D del video game – especialmente cuando Grimm agarra la motosierra -. Está el uso de los anabólicos que uno podía encontrar en el juego, y hay un par de creaturas salidas directamente de la pantalla de la computadora. El tema es que en la primera mitad del film, cuando éste recrea los clisés de las películas de Alien, la trama funciona; pero cuando decide seguir con fidelidad al juego, pierde toda lógica y cae en el ridículo. Y se suma a esto lo repetitivo (y hasta aburrido) de los eternos combates en corredores y lugares cerrados. Le falta más atmósfera y más creatividad en los enfrentamientos.

No es un filme terrible, pero en otras manos podría haber quedado como una buena rutina de acción, bien hecha aunque no original. Pero con este producto final, sólo queda como algo apenas pasable, que no lastima pero tampoco entretiene demasiado.

DOOM

Las películas basadas en el icónico videojuego de Id Software son: Doom (2005) – Doom: Annihilation (2019)