Crítica: Dominion: Precuela de El Exorcista (Dominion: Prequel to the Exorcist) (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2005: Stellan Skarsgård (Padre Lankester Merrin), Gabriel Mann (Padre Francis), Clara Bellar (Rachel Lesno), Billy Crawford (Cheche), Ralph Brown (Sargento Mayor), Israel Aduramo (Jomo), Andrew French (Chuma), Antonie Kamerling (Kessel), Julian Wadham (Mayor Granville)

Director: Paul Schrader, Guión: William Wisher Jr., basado en los caracteres creados por William Peter Blatty, Musica – Angelo Badalamenti / Dog Fashion Disco / Trevor Rabin

Trama: El Padre Merrin, durante la Segunda Guerra Mundial, es forzado a elegir a diez prisioneros para su fusilamiento o bien la muerte de todos en represalia de los nazis por la muerte de uno de sus soldados. Su decisión llega a oídos del obispado, quien lo deja en suspenso en su cargo mientras decide su suerte. Mientras Merrin se encuentra en una profunda crisis de fe, se dedica a realizar excavaciones arquelógicas en Africa en busca de santuarios perdidos. En una de dichas excavaciones descubre una iglesia enterrada erigida en honor a San Miguel – el ángel represor de los demonios -, pero al mismo tiempo una serie de terribles eventos se desata en la zona. Mientras tanto, junto con el Padre Francis se dedican a cuidar y a sanar de los nativos del lugar y, en especial, de Cheche – un joven disminuído física y mentalmente -. Pero la exploración de la antigua iglesia devela que se encuentra construída sobre un templo pagano donde se realizaban sacrificios humanos. Y al desenterrarla lo que han hecho es liberar las fuerzas del mal que contenía la iglesia y que terminan por poseer a Cheche, el que amenaza con desatar una oleada de muerte sobre la región.

Dominion: Precuela de El Exorcista Hollywood es un lugar plagado de anécdotas bizarras. No sólo por la particular vida personal de actores y directores, sino porque muchas veces los estudios crean formidables proyectos que rayan en el disparate. Como aludiera Robert Altman en alguno de sus filmes, no deja de ser un troupe de simios descerebrados en traje, carentes de olfato o sentido artístico, y que sólo piensan en términos de mercado. Hay muchas historias que demuestran la espectacular idiotez de hacen gala los estudios – y que demuestran por qué el nivel de calidad del cine actual ha caído tan bajo -: desde la remake fotocopiada de Psicosis por parte de Gus Van Saint, hasta el caótico rodaje de Cursed de Wes Craven – en donde los productores detuvieron la filmación, reescribieron el guión, reasignaron los papeles que tenían los actores, y terminaron produciendo un bofe multimillonario -. Y entre esas fabulosas historias de la demencia ejecutiva de los estudios se cuenta el caso de la precuela de El Exorcista.

El Exorcista produjo una dispar cantidad de secuelas: en 1977 llegó El Exorcista II: El Hereje, que es considerada la peor secuela de la historia del cine. En 1990 llegó El Exorcista III, que gracias a la dirección del autor original de la novela – William Peter Blatty – mantenía bastante del estilo y del espíritu de la historia original. La saga de El Exorcista sin embargo quedó sepultada en el olvido por un rato, hasta que llegó la versión especial del film original de 1973, la que incluía secuencias originales (y descartadas en su momento), nuevos efectos y un final alternativo. Como pasó con George Lucas y su Star Wars, el estreno de El Exorcista: La Versión Especial despertó la codicia de los productores y se abocaron inmediatamente a producir (oh, Dios) una precuela.

El tema es que el nuevo film, a cargo de Paul Schrader (guionista de Taxi Driver y director de dramas como Affliction) no terminó por gustar ni medio a los productores, quienes terminar cajoneando la película y comenzaron desde cero a rodar una nueva versión. Este segundo film – llamado El Exorcista: El Comienzo – quedó en manos de Renny Harlin, y prácticamente los decorados y la mayoría del elenco de la película de Schrader se mantienen – Stellan Skarsgard sigue en su rol del padre Merrin, pero el papel del padre Francis va a parar a James D’Arcy, y el personaje de la doctora del campamento está a cargo de la ex chica Bond Izabella Scorupco -; pero ahora el guión y las escenas son notablemente más sangrientas. El problema es que The Exorcist: The Beginning resultó ser un descomunal fracaso – ni a la crítica ni al público le gustaron; resultó ser mucho más gore y menos cerebral que sus antecesoras -, por lo cual los ejecutivos de Morgan Creek debieron desandar sus pasos y lanzaron Dominion en video para intentar recuperar costos.

O sea que hay dos filmes que cuentan la misma historia, con los mismos actores pero con guiones y directores diferentes. En cuanto a evaluar Dominion debe tomarse en cuenta que no es un film terminado – los efectos especiales son terriblemente burdos, pero eso es porque el presupuesto y el rodaje fueron paralizados al momento de echar a Schrader -.

En lo particular no he visto la versión de Harlin, pero sí puedo decir que Dominion: Prequel to The Exorcist es un film bastante sólido. Toda la construcción del relato rememora a la primera parte del film de 1973 – las secuencias de Max Von Sydow en las ruinas en Irak -, y el clima está soberbiamente construído. La película se enfoca esencialmente en el dilema moral de Merrin – no deja de ser un paralelismo con la crisis de fe del padre Karras en el filme original -, y los conflictos interpersonales entre nativos y la milicia británica están bien resueltos. Los personajes están construídos con bastante tridimensionalidad, si bien hay un par de escenas que no tienen mucho sentido – como la masacre escolar -. Pero la atmósfera está muy bien lograda.

El problema de este Lankaster Merrin Begins es que cuando el mal hace acto de presencia, el relato pierde mucha efectividad. Todos los ingredientes están para hacer un film memorable, comenzando por el fascinante descubrimiento del templo pagano bajo la iglesia desenterrada, y las señales apocalípticas que comienzan a verse en la región. Pero pareciera que a Schrader no le interesa el horror en sí – ya no habló de sustos baratos o tripas sangrientas – sino que está muchísimo más interesado en el conflicto moral de Merrin. El factor de shock directamente no existe: en gran parte porque en El Exorcista original veníamos siguiendo a una niña – un ejemplo de inocencia – siendo violada moral y físicamente por el demonio, y aquí en cambio sabemos poco y nada de Cheche. El demonio, en este caso, es simplemente un villano de stock y no una figura amenazadora, e incluso el duelo de ingenios entre Merrin y Cheche es algo totalmente desapasionado y expeditivo. Si uno considera los hilos sicológicos que movía la Regan poseída en el film de 1973, lo que sucede aquí es una versión mucho mas light de la intensidad de la historia original. Simplemente es un drama con algunos elementos de horror, muy livianos para los gustos actuales (y esta falta de shock debe ser lo que terminó por espantar a los productores).

Es un film bastante bueno, pero salvo 5 minutos de horror real, el resto no deja de ser una película dramática. Hubiera funcionado mejor sin el pomposo estandarte de El Exorcista en su título – eso eleva expectativas que no resultan cumplidas – y con otros nombres en vez de invocar al padre Merrin. Así como está es un producto bastante sólido pero no uno que haga historia.

LA SAGA DE EL EXORCISTA

El Exorcista (1973) – El Exorcista II: El Hereje (1977) – El Exorcista III (1990) – El Exorcista: El Comienzo (2004) – Dominion: Precuela de El Exorcista (2005) – En el 2016 rodarían una reimaginación de la historia en formato televisivo con El Exorcista: la Serie (2016)