Crítica: Duro de Matar 4.0 (Live Free or Die Hard) (Die Hard 4.0) (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2007: Bruce Willis (John McClane), Justin Long (Matthew Farrell), Timothy Olyphant (Thomas Gabriel), Cliff Curtis (Director del FBI Miguel Bowman), Maggie Q (Mai Lihn), Kevin Smith (Frederick ‘Warlock’ Kaludis), Mary Elizabeth Winstead (Lucy Gennero McClane), Jonathan Sadowski (Trey), Zelijko Ivanek (Molina), Yorgo Constantine (Robert Russo), Joe Gerety (Jack Parry), Tim Russ (Chuck Summer), Jake McDorman (Jim), Andrew Friedman (Casper)

Director: Len Wiseman, Guión: Mark Bomback & David Marconi, basados en el artículo A Farewell to Arms de John Carlin y sobre personajes creados por Roderick Thorpe, Musica – Marco Beltrami

Trama: Una serie de asesinatos se sucede en todo el territorio americano, y las victimas resultan ser hackers. El FBI comienza a ser atacado desde el ciberespacio y los sistemas comienzan a fallar. Comenzando un gigantesco operativo de investigación, el FBI se encuentra saturado y solicita a las policías locales para que los ayuden a detener e interrogar a los piratas informáticos que tiene en su nómina. John McClane es enviado a detener y custodiar al joven Matthew Farrell, pero apenas llega a tiempo para salvarlo de un atentado. Muy pronto vastas fuerzas paramilitares se lanzan a la caza de Farrell y McClane mientras Estados Unidos cae bajo un ataque informático gigantesco que siembra el caos y paraliza a la nación. Con Farrell como único nexo con los responsables del ataque, McClane se lanzará a la búsqueda de la cabeza de la organización, el peligroso Thomas Gabriel, del cual descubrirá que tras su fachada de terrorista se esconde en realidad la intención de realizar un vasto robo de dinero por vías electrónicas.

Duro de Matar 4.0 Duro de Matar 4.0 es la última entrega de la saga iniciada en 1988, y que provocara una revolución total en el género del cine de acción. Resulta curioso observar que la original Duro de Matar estaba basada en la novela Nothing Last Forever (1979) de Roderick Thorpe, donde el detective Joe Leland visitaba a su hija en su trabajo en Los Angeles y un comando terrorista tomaba el edificio, debiendo Leland liquidarlos uno a uno. Joe Leland es el mismo personaje que Frank Sinatra interpretó en El Detective (1968), y que después evolucionó hasta John McClane.

La última entrega de la saga había sido Duro de Matar 3: La Venganza en 1995, que la crítica la trató de modo muy desparejo. Los problemas con las sagas de calidad es que generalmente nunca cumplen con todas las expectativas, pero de allí a decir que Die Hard 3 era mediocre hay mucho trecho. Si uno compara la competencia, todos los filmes de la saga son ampliamente superiores al promedio de los estrenos de acción en todas las temporadas. La cuestión es que, salvo un milagro, no hay secuela posible que pueda opacar a un predecesor ilustre – salvo excepcionales casos como Aliens -.

Duro de Matar 4.0 llega 12 años después, y con un mundo que ha cambiado. Los héroes de acción ahora son distintos y, cuando no, son lacónicos, amargados y solitarios. John McClane es una cápsula del tiempo de los 80, cuando USA vivía una euforia de patriotismo. Hoy, en el mundo post 11/9, el ánimo americano está golpeado y precisa nuevos héroes o rescatar algunos viejos y queribles, alguna figura épica que vuelva a inflar el marchito ánimo nacionalista. Posiblemente eso (además del olor del dinero y la falta de ideas en Hollywood) tenga que ver con toda la resucitación masiva de sagas archivadas desde los 80, léase la próxima entrega de Rambo, Rocky, Superman y etc. Aquí vemos a John McClane combatiendo a los terroristas del nuevo milenio.

Y de todas las expectativas puestas en la nueva entrega, Die Hard 4.0 sale parada de modo muy digno, aunque no sin fallas. Cuando uno había escuchado que Len Wiseman (Underworld) había firmado para el sillón de director, los pelos se me pusieron de punta. Wiseman es un típico director de la generación MTV, puro estilo y cero de substancia, que además había demostrado en Underworld que coherencia no es su fuerte (ni siquiera algo necesario en sus películas). Aquí sorprendentemente Wiseman consigue poner nervio al film y sacar unos cuantos conejos de la galera como para deslumbrar a las audiencias – desde McClane derribando a un helicóptero tirándole un auto encima, hasta un combate mano a mano sobre una camioneta atascada verticalmente en el foso de un ascensor… no pregunten -, y mantiene la trama con suficiente fluidez. Y lo que es mejor, mantiene el ritmo como para que uno no piense demasiado en lo absurdo del guión – desde la idea central de que todos los centros vitales informáticos de Norteamérica están conectados y accesibles desde Internet, hasta el tonto McGuffin de Matthew Farrell, al que todos intentan matar y no queda muy claro el por qué -. En vista de que el super software que monta Thomas Gabriel está basado de pequeños aportes de hackers – que desconocen el destino final cuando se ensamble -, es inexplicable que se desvivan tanto por eliminar a quien es una pieza pequeña de un enorme rompecabezas. La única excusa es que, mientras quieran matar a Farrell, McClane tiene trabajo.

Las secuencias de acción van de los sorprendente a lo sencillamente delirante. Siguen teniendo la marca de fábrica de la saga, aunque a veces rayen en el disparate, pero sigue siendo puro entretenimiento. Bruce Willis sigue manteniendo intacto su carisma, y se le suma Justin Long como el hacker en apuros, pero es un compañero de ruta con poca gracia (al contrario de Samuel L. Jackson en la tercera parte). Los villanos son rutinarios, y McClane los despacha despiadadamente de a uno o en masa, siempre de modo muy creativo. Hay un bolo de Kevin Smith, muy en su onda, como un hacker fan de Star Wars, pero no hay mucho más. Al menos el FBI no se porta de modo tan estúpido como otros filmes, con la excepción de la flagrante omisión del dato final – el que lleva al clímax – que son esas obviedades que sólo pasan en las películas.

Está bien, no es el mejor film de la saga, y mucha de la trama es un reciclado de Duro de Matar 3: La Venganza. Lo que resulta demasiado fantasioso es la facilidad y la omnipotencia con que se presenta que se pueden hackear sistemas y controlar cualquier cosa, desde un semáforo hasta un avión, que llega a lo absurdo. Pero si uno deja el cerebro en off, bien puede disfrutar de todo el show y es agradable ver nuevamente al viejo John McClane de regreso en sus correrías, aunque esta vez los villanos sean menos ilustres y terminen siendo cartón pintado.

DIE HARD

La saga de Duro de Matar se compone de: Duro de Matar (1988), Duro de Matar 2 (1990), Duro de Matar 3: La Venganza (1995), Duro de Matar 4.0 (2007) y Duro de Matar 5: Un Buen Día para Morir (2013)