Crítica: Agua Viva (Deep Rising) (1998)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1998: Treat Williams (Finnegan), Famke Janssen (Trillian St James), Kevin J. O’Connor (Joey Pantucci), Anthony Heald (Simon Canton), Wes Studi (Hanover), Jason Flemyng (Mulligan), Cliff Curtis (Mamouli), Djimon Hounsou (Vivo)

Director: Stephen Sommers, Guión: Stephen Sommers

Trama: Finnegan posee una lancha veloz y ofrece sus servicios al mejor postor. Ahora ha sido contratado por Hanover y sus hombres, quienes desean viajar hacia un punto determinado dentro del mar de China, en el mayor de los secretos. Al acercarse Finnegan descubre que han interceptado al Argonáutica, un enorme crucero de lujo que se encuentra en su viaje inaugural, y que Hanover y los suyos no son mas que piratas que se aprestan a abordarlo y saquearlo. Pero en vez de encontrarse con un transatlántico atestado de pasajeros pudientes, el grupo termina por toparse con un cementerio en alta mar, en donde cientos de cadáveres desollados se acumulan en lo que fuera el salón principal del barco. Temiendo lo peor, la expedición termina por toparse con Simon Canton – dueño del barco y uno de los escasos sobrevivientes de la masacre -, quien les explica que han sido atacados por una gigantesca medusa, la cual ha depredado a toda la tripulación. Ahora los largos tentáculos de la medusa tantean todo el interior del Argonáutica, rastrando los pasos de los mercenarios mientras éstos intentan regresar a la lancha de Finnegan… pero escaparse de semejante abominación marina parece una tarea tan inhumana como imposible.

Agua Viva (Deep Rising) Hay premisas que son tremendamente idiotas, y la de Deep Rising debe figurar entre las primeras de la lista. El problema no es la falta de originalidad – imaginen un licuado entre La Aventura del Poseidón y Alien -, sino que nadie se ha puesto a pensar seriamente en la mecánica de la premisa. Podrían haber puesto a una serpiente marina deambulando por los pasillos de un crucero semi-sumergido; o quizás a un pulpo gigante desplazándose por los camarotes de un barco enorme – que hubiera funcionado igual o mejor -, pero no: decidieron meter una medusa gigante. El problema con el bichito es que el tronco de su cuerpo reposa a 500 kilómetros de donde se encuentran los protagonistas, con lo cual esta gente vive siendo perseguida por un grupete de tentáculos hechos con CGI, los cuales los corren como si tuvieran ojos, oidos y olfato como para percibirlos. Si uno piensa en la dimensiones del barco, la fisonomía del monstruo y las nociones mas básicas de biología, verá que todo es una soberana estupidez. Es como si yo metiera mi mano en un hormiguero, y mis dedos fueran capaces de perseguir a las únicas tres hormigas que no maté en mi incursión inicial. ¿Ahora me entienden cuando les digo que la premisa de base es una pavada atómica?.

Por supuesto el otro punto en contra es que el monstruo del título es una medusa – el cual no posee cabeza, ojos y una boca llena de dientes como muestra el filme, sino que son una colonia deambulante de microorganismos, algunos de ellos muy venenosos -. En sí las medusas reales son animales de cuidado pero poca gente sabe siquiera de qué se trata realmente semejante bicho, con lo cual el distribuidor del filme en Latinoamérica decidió rebautizarlo con el nombre más conocido de Agua Viva dándole el beso de la muerte en las taquillas. Al menos si le hubieran puesto algo más amenazador y parecido al título original en inglés – del estilo “Emergió de las Profundidades” -, lo cual hubiera quedado mas digno que Agua Viva. Definitivamente hay gente que posee un talento innato para dispararse en sus propios pies, con lo cual fundirse comercialmente es tan sólo el resultado natural de su propia inoperancia.

Dejando de lado el nombre y la bobada del diseño del monstruo, Agua Viva es un filme pochoclero pasable. Dirige Stephen Sommers, años antes de llenarse los bolsillos con La Momia y sus correspondientes secuelas. Acá Sommers mantiene las cosas en movimiento, aunque ya demostraba tener cierto gusto por el exceso en los efectos especiales. El guión también le pertenece… y también tiene su cuota de excesos – esta vez de clichés -, con gente que se para en pose, hace chistes malos o dispara latiguillos infernales cada vez que liquida un bicho. Al mando de esto está Treat Williams, un tipo que siempre funcionó muy bien en los roles secundarios pero que carece de pasta como para ser un protagónico carismática, algo que aquí se nota. El resto es una avalancha de tipos conocidos en papeles menores, en donde figuran Wes Studi (la Esfinge de Hombres Misteriosos!), Jason Flemyng (un habitué de los filmes de Guy Ritchie), Cliff Curtis (el jefe de policía de Duro de Matar 4.0), y hasta el nominado al Oscar Djimon Hounsou. Y la fémina de turno es Famke Janssen, manteniendo la eterna cara de mala que la hiciera famosa en Goldeneye (1995).

Agua Viva no es el peor filme que existe; en todo caso es una pavada filmada de un modo bastante potable. Incluso da la impresión que por momentos no se toma muy en serio a sí misma, ya que todos estos tipos hacen chistes atroces en los momentos más inoportunos o se despachan con observaciones desubicadas en las situaciones más apremiantes. Aún así, uno se entretiene bastante si no examina demasiado la premisa, y se deja guiar por las correrías de toda esta gente.