Crítica: La Dama en Cemento (Lady in Cement) (1968)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1968: Frank Sinatra (Tony Rome), Raquel Welch (Kit Forrest), Richard Conte (teniente Dave Santini), Martin Gabel (Al Munger), Lainie Kazan (Maria Baretto), Dan Blocker (Waldo Gronsky)

Director: Gordon Douglas, Guión: Marvin H. Albert y Jack Guss, sobre la novela homónima de Marvin H. Albert, Musica – Hugo Montenegro

Trama: Mientras buceaba en las afueras de Miami en busca de un galeón español hundido, Tony Rome descubre el cuerpo de una chica rubia hundido en el océano y con sus pies incrustados en una placa de cemento. Inmediatamente después de denunciar el suceso, Rome es contactado por el gigante Waldo Gronsky, quien le encarga que averigüe el paradero de su novia Sandra Lomax (quien posiblemente sea la chica descubierta en el mar). Las pistas conducen a Rome hacia la mansión de Kit Forrest – una chica rica, en cuya última fiesta fuera la última vez que vieran a Lomax con vida -; pero el detective privado es rápidamente amedrentado por Al Munger y su pandilla de matones, quienes viven en la casa contigua a la de Forrest. Y con la aparición de nuevos cadáveres que incriminan a Rome, todas las sospechas apuntan a que Munger está involucrado en el asesinato de Sandra Lomax, y que algo terrible sucedió en la fiesta de Kit Forrest.

La Dama en Cemento En los años sesenta el cine policial había comenzado a evolucionar. Y entre todas sus variantes, el subgénero de los detectives privados – que se consideraba una pieza de museo de los años 40 y 50 – estaba regenerándose, terminando por desarrollar una corriente que se llamaría neo noir. Mientras que el detective privado clásico – acuñado por Dashiell Hammett y Raymond Chandler en títulos como El Halcón Maltés o El Sueño Eterno – parecía haber pasado de moda, un rápido reciclado de sus postulados terminaría por decantarse en la aparición de nuevas series de TV (de tono liviano y pasatista) y nuevas aventuras para la pantalla grande (que respetaban la temática clásica, pero con un tono más atrevido y adulto). Con escenarios modernos y tramas más arriesgadas, el neo noir se pondría de moda. Así aparecerían títulos como Madigan (1968), Harper (1966), o la versión moderna de Marlowe (1969).

La Dama en Cemento es la secuela de Tony Rome (1967), un vehículo policial diseñado para el lucimiento de Frank Sinatra. Tony Rome es el detective privado creado por Marvin H. Albert y que tendría una fugaz existencia en tres novelas – dos de las cuales serían adaptadas al cine -. A su vez Sinatra se embarcaría en una serie de policiales dirigidos por Gordon Douglas (el mismo de In Like Flint, Me Llaman Mister Tibbs y Barquero): además de los dos filmes de Tony Rome, protagonizaría la celebrada El Detective. La curiosidad de El Detective es que el novelista Roderick Thorpe escribiría una secuela (Nothing Last Forever), en donde el personaje de Joe Leland regresaba y terminaba por combatir a un grupo terrorista alemán que había tomado el edificio de oficinas de una corporación petrolera. Si el argumento les suena conocido, es porque Nothing Last Forever sería remodelada y reciclada para convertirse en Duro de Matar en 1988. Sí, el personaje de Bruce Willis es el mismo de Frank Sinatra en El Detective, sólo que se le renombró como John McClane.

El otro dato interesante es que, a finales de los sesenta, Sinatra no estaba conforme con el rumbo de su carrera cinematográfica. Hacía rato que no tenía un gran éxito en el cine, y al asociarse con Gordon Douglas pareciera que quisiera haber seguido los pasos de su compañero del Rat Pack Dean Martin – que venía teniendo su suceso con los filmes del agente secreto Matt Helm, aunque fueran un desastre para la crítica -. Hay una gran cantidad de paralelismos entre las sagas de Tony Rome y Matt Helm: los personajes tienen el mismo perfil sarcástico y hacen chistes todo el tiempo; hay una gran cantidad de chicas en bikini; incluso comparten algunos rubros técnicos como la música de Hugo Montenegro.

En sí los filmes de Tony Rome son ampliamente superiores a las tramas atroces de la saga de Matt Helm de Dean Martin, pero terminan por fallar por otros motivos. El problema más obvio es la falta de inspiración del novelista y guionista Marvin H. Albert, que no deja de reciclar una y otra vez las mismas premisas que fundaran Hammett y Chandler. Aquí Albert no hace nada nuevo en el policial negro, y se dedica a regurgitar los postulados básicos del clásico de Raymond Chandler Farewell, My Lovely: matón gigante ciego de celos y desesperado por la búsqueda de su amante desaparecida, un club nocturno en donde trabajaba la chica y que es el centro de las intrigas, y un pasado non sancto de la muchacha que termina en traición. La misma historia es estilizada y levemente aggiornada en el segmento The Hard Goodbye de Sin City, con Mickey Rourke en un rol similar al de Dan Blocker aquí. Lo único que agrega Albert son algunos apuntes sexualmente atrevidos para la época del filme – cuando el estricto código Hays que regía la ética cinematográfica estaba empezando a resquebrajarse -: hay travestis, gays e insinuaciones sexuales un poco más explícitas que el pudor reinante hasta aquel entonces.

Pero el otro problema (y más grave) de La Dama en Cemento es que, si bien Marvin H. Albert sigue textualmente los pasos de Chandler, a la hora de salirse del trayecto conocido e intentar cerrar por sus propios medios la historia, el guión termina por desplomarse en un enorme absurdo en sus últimos diez minutos de proyección. En menos de lo que canta un gallo, Sinatra y Blocker resuelven todo en una exposición rebuscada, demasiado corta y carente de lógica; y la escena siguiente tampoco es un ejemplo de coherencia.

Lo cual no quita que el 90% previo al desastre del final no deje de ser disfrutable. Sinatra no es tan simpático como Dean Martin y es mucho más ácido al momento de disparar las frases graciosas, pero no desentona con el personaje. Raquel Welch carece totalmente de brillo aquí – muestra sus curvas y su belleza, pero cualquier otra actriz podría haber compuesto el mismo rol con resultados iguales o superiores -; y el gran ladrón de escenas es el malogrado Dan Blocker, que tiene toda la gracia y el carisma que el resto del elenco carece. Incluso hay un chiste autoreferencial cuando Sinatra entra al escondite de Blocker y éste está desayunando mientras ve Bonanza (1959 – 1972) en la TV. Es una lástima que su muerte (en 1972) haya truncado lo que podría haber sido una carrera brillante.

La Dama en Cemento es un producto correcto, con la excepción de sus diez minutos finales. No es original, tiene sus momentos de gracia y entretiene. Pero los mayores motivos para verla es la música sesentosa de Hugo Montenegro y la performance de Dan Blocker. El resto es pura rutina.

TONY ROME

Tony Rome (1967) – La Dama en Cemento (1968)