Crítica: Dagon, la Secta del Mar (2001)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

España, 2001: Ezra Godden (Paul), Francisco Rabal (Ezequiel), Racquel Morono (Barbara), Macarena Gomez (Uxia), Ferran Lahoz (sacerdote), Brigit Bofarull (Nicky), Brendan Price (Howard)

Director: Stuart Gordon, Guión: Dennis Paoli, basado en los cuentos Dagon y La Sombra sobre Innsmouth de H.P. Lovecraft

Trama: Paul y Barbara deciden pasar unas cortas vacaciones a bordo del yate de unos amigos, el cual ha llegado hasta un pueblito costero de España. Pero una fuerte tormenta los sorprende y los hace encallar en el arrecife, en donde los dueños del barco resultan seriamente heridos. Paul y la chica deciden ir a la costa en busca de ayuda, pero las cosas no salen como es debido y la pareja termina perdida en el pueblo, amén de que el yate ha terminado por irse a pique. Buscando desesperadamente a Barbara, Paul comienza a percibir que la mayoría de la población del pueblo – llamado Imboca – está compuesta por deformes, los cuales tienen una actitud hostil hacia él. En sus correrías se topa con Ezequiel, el borracho del pueblo, el cual le cuenta una inquietante historia. Y es que todos los habitantes de Imboca han estado adorando durante años a Dagon – un ser marino que les ha provisto comida y oro -, a cambio de sacrificios humanos y ofertas sexuales, y lo cual ha culminado con la procreación de generaciones enteras de seres mutantes. Y, a menos que Paul rescate a Barbara, la chica parece estar predestinada a ser la próxima ofrenda humana hacia Dagon. Pero el tiempo corre y Paul carece de recursos – y de ayuda – para poder cumplir con éxito su misión.

Dagon, la Secta del Mar Yo no sé si Stuart Gordon merece la fama de culto que se le atribuye. El tipo hizo una adaptación muy liberal de H.P. Lovecraft – Re-Animator (1985), la que hizo mucho ruido en círculos especializados – y, luego de eso, no hizo nada medianamente memorable. Admito ser un neofito de la obra de Gordon, siendo esta mi segunda entrada luego de la dispar Space Truckers. Aquí Gordon regresa a los terrenos del terror Lovecraftiano, con dioses ancestrales plagados de tentáculos y lenguajes primigenios carentes de vocales. Mientras que me reconozco fan de la obra de Lovecraft, esta versión de Gordon me deja sabor a poco en la boca. Tomen una gran idea y, en vez de explotarla de la manera más oscura posible, decidan intercalarle un puñado de personajes y circunstancias ridículas o fuera de lugar. Eso es lo que ocurre con Dagón, la Secta del Mar.

El filme viene de la mano de Fantastic Factory, un estudio español formado por Brian Yuzna y Julio Fernandez, y concebido con la idea de generar películas fantásticas y de terror. Yuzna ya había producido Re-Animator y entusiasmó a Gordon con un regreso al género, utilizando el mismo pueblito costero siniestro que Amando de Ossorio ya había usado en La Noche de las Gaviotas la última entrada en la tetralogía de los zombies templarios -. Mientras que el escenario es inquietante, la puesta en escena deja mucho que desear: hay un par de cuarentones que son rápidamente convertidos en fiambre, hay una chica ligera de ropas y muy mandona, y hay un nerd millonario que pregunta obviedades. Todo el filme recae sobre las espaldas del nerd, el cual comete estupideces tales como amenazar a la gente con una navajita de bolsillo o utilizar la misma navajita para desmontar de una puerta / montar en otra un pasador de 2 cm de largo (!) con el cual pretende detener a una horda de 10.000 mutantes que vienen a tirarle la puerta abajo. La cantidad de bobadas que comete el héroe bordea lo atroz y, si la intención era generar algo de humor en momentos de tensión, lo único que se obtiene es nuestro odio instantáneo y absoluto.

El otro problema con Dagón, la Secta del Mar es que a los 15 minutos de iniciado el filme el misterio queda prácticamente revelado, y lo único que resta es ver al nerd corriendo de un lado a otro mientras escapa de los mutantes. Cosas que deberían ser impresionantes – ver hibridos entre pez y humano; gente con tentáculos en donde debería tener piernas; tipos desollados y expuestos al aire como si fueran chorizos secándose en un galpón, etc – terminan siendo arruinadas por el pésimo héroe que eligió Gordon para estelarizar la historia. Para colmo el filme se ensaña con mostrar deformidades en vez de crear algo de atmósfera. No hay un solo momento terrorífico en todo el filme, a excepción de una escena en donde a uno de los protagonistas le desollan la cara en primer plano. Pero inmediatamente el zapallo de Ezra Godden hace otra pirueta con su Victorinox (otra que McGyver) y escapa de la manera menos creible posible. Hasta el final se ve forzado, con una explicación adosada con saliva de por qué el protagonista estaba predestinado a llegar a Imboca (una traducción muy liberal del Inns-mouth que nombraba Lovecraft en su cuento).

Se podía obtener mucha oscuridad de esta historia de pueblos malditos, pescadores mutantes y dioses marinos cachondos. Lamentablemente la trama se ve estirada y episódica, y carece del impacto que pudo haber tenido. En sí Dagon, la Secta del Mar no es una abominación, pero es la mediocre ejecución de una idea inquietante que algún dia deberá obtener la estremecedora adaptación que se merece.