Crítica: Curse of the Faceless Man (1958)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1958: Richard Anderson (Dr. Paul Mallon), Elaine Edwards (Tina Enright), Adele Mara (Maria Fiorello), Luis Van Rooten (Dr. Carlo Fiorello)

Director: Edward L. Cahn, Guión: Jerome Bixby

Trama: Una figura humanoide fundida en lava ha sido encontrada entre los restos de la milenaria Pompeya, y el Dr. Paul Mallon ha sido llamado para investigarla. Pero pronto se comienzan a suceder muertes alrededor de la figura, lo cual comienza a inquietar a los investigadores. Convencido de que se trata de la figura – víctima de una maldición ancestral que la mantiene viva desde hace 2000 años -, Mallon y sus compañeros de equipo intentan descifrar cómo combatirla. Pero los libros demuestran que se trata de un antiguo gladiador, el cual invocó un antiguo ritual etrusco para obtener fuerza infinita y vida eterna, y el cual quedó atrapado en Pompeya al momento de la gigantesca erupción volcánica ocurrida en el año 79 de nuestra era. Ahora el gladiador petrificado se ha obsesionado con la novia de Mallon, la cual es la viva imagen del amor de su vida. Mallon y las autoridades intentarán detener al gladiador antes que se fugue con la chica,… una víctima impensada a la cual parece esperarle un destino desolador.

Difícil caminar por la campiña italiana sin los zapatos adecuados, en esta escena de Curse of the Faceless Man (1958) Difícil caminar por la campiña italiana sin los zapatos adecuados, en esta escena de Curse of the Faceless Man (1958)

Curse of the Faceless Man es una tipica película serie B, hecha con dos mangos, cuatro decorados y un puñado de actores ignotos. La gran figura del cast es Richard Anderson (Oscar Goldman de El Hombre Nuclear), el cual demuestra que era un tronco actuando incluso 20 años antes de que le tocara el rol mas famoso de su carrera. Pero aparte de Anderson, no hay nada demasiado destacado en el filme; aquí pretendieron crear un monstruo nuevo e innovador pero terminaron enredándose con la mitología que querían armar, y terminaron vomitando un reciclado de La Momia, sin demasiado brillo y con excesivos cabos sueltos.

El comienzo es bastante ridículo. En una expedición arqueológica en Pompeya – la ciudad romana que en el año 79 de nuestra era terminó sepultada en lava debido a la masiva erupción del volcán Vesubio – terminan descubriendo un cuerpo petrificado. Lo absurdo es que el cuerpo tiende a moverse por momentos (y enfrente de numerosos testigos) pero ninguno de los cuales atina a comentar nada por el estilo. Como si fuera un robot con poca batería, la criatura ataca a sus víctimas y, a los cinco minutos, se paraliza y cae duro al suelo. El script empieza a dar una rebuscada vuelta de tuerca sobre por qué le pasa eso al engendro maldito, pero no termina de dar ninguna explicación satisfactoria. A eso le empieza a sumar un montón de verdura – de que el bicho va atachado a un medallón mágico; de que era una especie de sacerdote etrusco creído de que era hijo de los dioses; que después terminó siendo un esclavo de los romanos devenido gladiador y enamorado de una aristócrata que resulta ser la viva encarnación de la novia de Anderson (aunque con 2000 años de diferencia); de que la criatura aún tiene programada la misión de salvar a su amada de la erupción del Vesubio, aún cuando hayan pasado dos milenios del suceso – que figura como relleno para que el cast se gane el pancho y la coca entre uno y otro ataque del monstruo. Las redundancias abundan, los ataques son insípidos, y los agujeros de lógica salpican todo el libreto. Como cuando la novia de Anderson ingresa al museo donde tienen al hombre de piedra – en plena madrugada y con todas las puertas de acceso sin llave, cosa de que cualquier ladrón se meta en el museo como pancho por su casa -, hace un bosquejo del bicho, el mismo revive, éste es interceptado por un guardia y el mismo termina siendo asesinado… tras lo cual, segundos después, el bicho vuelve a su estado comatoso. El cómo esta escena la resuelven mas tarde, sin que la policía aparezca (¡diantres! ¿qué hicieron con el cuerpo del guardia?) y sin que la chica vaya a un hospital después de semejante shock, es una cosa tan boba como inexplicable.

El libreto es uno de los primeros que escribió Jerome Bixby, un tipo que hizo una carrera tremenda con la autoría de varios episodios clásicos de Star Trek, y esa formidable obra póstuma que terminó siendo The Man From Earth. Acá el tipo estaba muy verde o escribió a las apuradas sabiendo que era una película barata. Como sea, la película es mirable aunque mediocre, y es incapaz de transmitir sensación alguna – ya sea de horror o siquiera de ridiculez -. Es muy rebuscada para su pedigree y todo lo que pretende explicar es poco interesante. Aún así, la manufactura prolija y el clima la hacen potable, siempre y cuando uno no tenga demasiadas expectativas.