Crítica: Cosmos: 1999 (1975) + Retrospectiva Gerry Anderson, parte 2

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / Italia, 1975: Martin Landau (comandante John Koenig), Barbara Bain (doctora Helena Russell), Barry Morse (profesor Victor Bergman), Nick Tate (Alan Carter), Roy Dotrice (comisionado Simmons)

Director: Lee H. Katzin, Guión: George Bellak

Trama: El futuro, año 1999. John Koenig es asignado como el nuevo comandante de la base lunar Alfa. Su misión es normalizar el funcionamiento de la base en los días previos al lanzamiento de una nave espacial hacia el planeta errante Meta – el cual pasará por nuestro sistema solar y contiene condiciones de vida similares a la Tierra -. El problema con que se enfrenta Koenig es que ya han fallecido nueve astronautas en la base, y todos ellos han operado en la zona cercana al gigantesco basurero nuclear que los gobiernos de la Tierra han montado en la Luna. Sin embargo, todas las mediciones dan valores normales y las causas de los decesos resultan inexplicables. Pero no pasa mucho tiempo antes de que empiecen a ocurrir fenomenos termoeléctricos en la zona, los cuales indican una gran cantidad de actividad magnética en el vertedero. Con todos los valores fuera de control, el material radiactivo termina por detonar, generando una masiva fuerza expansiva que saca a la Luna de su órbita y la lanza al espacio. Sin posibilidad de regresar a la Tierra, Koenig y los suyos deberán apañárselas para sobrevivir en el satélite errante mientras se aventuran en el espacio profundo, encarando un viaje temerario jamás cometido por ser humano alguno.

Cosmos: 1999 (1975) Ya estuvimos hablando de la trayectoria de Gerry & Sylvia Anderson en la primera parte de esta retrospectiva, y llegamos hasta el momento del rodaje de Capitán Escarlata y los Mysterons, la cual fue la última tira de éxito realizada con marionetas.

A finales de los sesenta, el éxito de los Anderson era mas aparente que real. Mientras que el grueso de sus producciones eran televisadas en la mayoría del mundo, lo cierto es que sus tiras eran muy costosas de rodar y la única manera de obtener réditos era consiguiendo la bendición de una transmisión masiva en el gigantesco mercado norteamericano (amén de explotar el merchandising de sus tiras, área en donde Gerry Anderson resultó pionero). La serie de los Thunderbirds (1964 – 1966) representó el pináculo de la carrera los Anderson, pero ninguno de sus títulos posteriores alcanzaría el mismo nivel de popularidad. Parte del problema eran los mismos Anderson, los cuales caían en el vicio de volverse repetitivos con la mecánica de sus series; es por ello que los ratings caían sobre los finales de temporada, cuando la audiencia se cansaba de ver siempre lo mismo con escasas variaciones. Incluso las adaptaciones a la pantalla grande de los ThunderbirdsThunderbirds Are Go (1966) y Thunderbird 6 (1968) – tuvieron una recepción tan tibia como decepcionante (parte del problema también era el socio financiero de los Anderson, Sir Lew Grade, el cual no era muy bueno a la hora tanto de negociar con los americanos como de promocionar sus productos). La otra aventura fílmica que encararían los Anderson sería Mas Allá del Sol (1969), la cual le fue algo mejor en taquilla y al menos obtendría una nominación al Oscar por sus efectos visuales.

A Capitán Escarlata y los Mysterons le siguió Joe 90 (1968) – con un niño devenido en un improvisado agente secreto – y The Secret Service (1969) – con una extraña organización de inteligencia montada bajo la fachada de una congregación religiosa británica -, todas ellas producidas bajo la técnica de Supermarionation. Ambas tiras no sólo intentaban subirse a la tardía Bondmanía de los años 60, sino que volvían a la orientación infantil que la mayoría de los programas de los Anderson tuvo en un inicio, y la cual parecía abandonada con Capitán Escarlata. Mientras que Joe 90 no fue un gran suceso, The Secret Service fue cortada de cuajo al momento de nacer por Sir Lew Grade – socio principal de los Anderson en la recién generada Century 21 Productions, sucesora de AP Films -, ya que su concepto era tan criptico y británico que resultaba imposible tratar de vendérselo a los norteamericanos.

Encontrándose al final de la veta artística que le hiciera famoso durante tantos años, Anderson decidió que era el momento de dirigirse a un mercado mas adulto y para ello se anotó en la producción de proyectos live con actores. Allí es cuando se despacha con Invasión UFO (1970 – 1971).

Ciertamente UFO era una tira mucho mas madura y lujosa que los anteriores. Había muchos sets futuristas, despliegue de escenarios y las tradicionales maquetas de Derek Meddings, hechas con un grado de detalle nunca antes visto. Además sus historias eran mas adultas y a veces minimalistas, centrándose en la tensión dramática entre los personajes mas que en la épica de la guerra contra los aliens que pretendian invadir la Tierra. Esto respondía más a una decisión por necesidad que una artística, ya que la producción debia recortar costos. Como sea, UFO tuvo un moderado éxito, el cual pudo haber sido mayor si los negociadores de Sir Lew Grade hubieran asegurado slots exclusivos en las cadenas televisoras que transmitian el show. Pero, como suele ocurrir en el primer mundo, los programas se mueven de horario según eventos especiales, políticos y deportivos, o son suspendidos durante semanas (especialmente cuando no se tratan de éxitos masivos que han atrapado al público), lo cual termina directamente por sabotear los esfuerzos del show.

Tal como había ocurrido con el resto de los programas de los Andersons, Invasión UFO tuvo una gran recepción en el mercado norteamericano y todo auguraba la programación de una nueva temporada… hasta que los ratings de los capítulos finales comenzaron a declinar. Para ese entonces Sir Lew Grade había ordenado la pre-producción de una nueva temporada pero, al ver el descenso de los números, decidió congelarla. Ya que los sondeos de mercado habían indicado que los capítulos de Invasión UFO ambientados en la Luna eran los mas vistos, Gerry Anderson había planeado la nueva temporada íntegramente escenificada en el satélite, trasladando al comandante Straker y los suyos a una enorme base en donde se ubicaría toda la acción. Y, al enterarse de la suspensión dictada por Grade, decidió reciclar el enorme esfuerzo ya materializado de pre-producción, usándolo de base para la premisa de una nueva serie de ciencia ficción.

En muchos aspectos Cosmos: 1999 es el epitome de la carrera de los Anderson, pero también su mayor fracaso. Era costosa y ambiciosa, pero también es cierto que estaba comandada por un comité – repartido a ambos lados del Atlántico -, lo cual convirtió a la producción en un pandemonium. Se trajeron creativos norteamericanos – el director del piloto Lee H. Katzin; el libretista George Bellak; e incluso contrataron al matrimonio de actores conformado por Martin Landau y Barbara Bain, los que venía del gran éxito de la serie Misión Imposible -, todo para conformar a la audiencia estadounidense. Bellak actuaría como show runner – el individuo que instruye las directivas creativas de la serie a un equipo de guionistas – pero pronto no demoró en chocar con Gerry Anderson y terminaría por alejarse de la tira. Para colmo los libretos eran enviados por telex a la oficina de Lew Grade en Nueva York, en donde especialistas revisaban y aconsejaban cambios para hacerla menos británica y mas acorde a los gustos locales. La gran cantidad de demoras – por la elaborada construcción y filmación de miniaturas; por las peleas entre Landau y el equipo de guionistas; por los conflictos de Anderson con el cuerpo de directores, los cuales nunca entregaban a tiempo los capítulos – derivaron en un caos que operaba por su propia sinergia. Y si la producción de Cosmos: 1999 era de por sí complicada, a esto se sumaría el golpe dado por la separación de los Anderson en 1975. El matrimonio ya venía en crisis desde fines de los 60 y sólo el súbito embarazo de Sylvia detuvo momentáneamente lo que parecía un divorcio inevitable. Pero en 1975 la pareja había entrado en una crisis irremediable, y Sylvia decidió alejarse. No sólo dejaba de ser el apoyo moral y creativo de Gerry Anderson, sino que también suponía un golpe severo a sus finanzas: Anderson se vió obligado a vender los derechos de sus shows a Sir Lew Grade a cambio de una pequeña fortuna, la cual lo ayudó a solventar la dificil situación financiera de su empresa y el reclamo millonario de su ex esposa, entrando en un lento y amargo proceso de divorcio que culminaría en 1981.

Con gran esfuerzo la producción logró terminar la primera temporada en 1975, luego de dos años de trabajo. Lo que siguió fue otra comedia de errores (y horrores) que terminaría por boicotearla. Sir Lew Grade se presentó con la serie terminada frente a los popes de las grandes cadenas norteamericanas… y éstos le dieron la espalda. Al ser un producto muy caro y cerrado – sin posibilidad de sugerir o introducir cambios -, las televisoras decidieron invertir sus dineros en otras tiras. Frente a semejante desplante (o error de cálculo, como quiera llamarle), Grade tuvo que movilizar a toda su fuerza de ventas en Norteamérica para que salieran a colocar la serie directamente con las televisoras locales. Ello minó la difusión nacional de la tira y sólo ayudó a recuperar una pequeña parte de los gastos. El apremio los llevó a salir a negociar a las apuradas con televisoras de todo el mundo, y a veces obteniendo un precio de venta inferior al esperado.

La co-participación de la RAI había ayudado a cubrir los gastos pero, al ver los tibios numeros de venta, los italianos decidieron retirarse. Por otra parte lo invertido en la producción precisaba amortizarse y, aún cuando los números no eran promisorios, la serie podía tener su potencial. Grade canceló los planes de producción de una segunda temporada en 1975; pero tras un arduo proceso de negociaciones – principalmente del mismo Anderson – terminaría por levantar el veto a principios de 1976. La segunda temporada tocaría menos temas metafísicos, y estaría mas vinculada a la acción; al traer a Fred Freinberg a la producción – un tipo que se había encargado de las últimas temporadas de El Hombre Nuclear y Viaje a las Estrellas -, la tira sería “startrekerizada”: habría mas humor, mas monstruos y alienígenas, e incluso volarían a Barry Morse y pondrían a Catherine Schell en el papel de una mutante extraterrestre, la cual daría consejos de ciencia y lógica en la onda del personaje de Spock en Star Trek. La burocracia con la revisión de la agencia de Nueva York de Lew Grade sería omitida, y la producción actuaría de manera independiente y coordinada, creando capítulos exclusivos para que Martin Landau y Barbara Bain actuaran por separado de manera de rodar dos episodios al mismo tiempo. Todo ello optimizó el rodaje y los costos, aunque los nuevos libretos eran de peor calidad que los de la primera temporada.

Todo ello devino en una recepción mas fría que antes. En muchos lugares la emisión de la primera temporada había sido abortada antes de concluir, así que ni siquiera les interesó adquirir la segunda. La sindicación en Norteamerica también vino salteada – había lugares que recién vieron por primera vez Cosmos: 1999 10 años después de la finalización de su rodaje – y el fracaso era evidente. Por otra parte todo el esfuerzo artesanal de promoción cometido durante la primera temporada – en donde Landau y Bain utilizaron sus contactos para obtener favores y entrevistas y poder publicitar la serie – se vió boicoteado por la falta de colaboración de las estrellas para el segundo año, ya que estaban convencidos de que el producto era malo y querían despegarse de él. Ante semejante escenario de desidia, Grade retiraría todo tipo de apoyo a una eventual tercera temporada y prefería estimular el revival de El Santo (1978 – 1979).

El fracaso de Cosmos: 1999 y el divorcio (tanto material como artístico) de su esposa supondrían un duro golpe a Gerry Anderson. Para colmo su mentor Sir Lew Grade entraría en una seria debacle financiera un par de años después al fracasar su superproducción Rescaten al Titanic, solventada integramente de su bolsillo, lo cual lo alejaría de la ITC y prácticamente le daría un golpe letal a la empresa. Sin respaldo para sus producciones, Anderson saldría a buscar socios y pasarían 10 años antes que pudiera volver con una tira, Terrahawks, en 1983. Pero ninguna de las obras siguientes – con marionetas, animadas, orientadas al público infantil – lograría obtener el esplendor y la popularidad de las producidas durante su asociación con Lew Grade y Sylvia Anderson. Su último esfuerzo sería la remake CGI de Capitán Escarlata y los Mysterons en el 2005 (de la remake live de Thunderbirds en el 2004 ni siquiera participaría, y terminaría odiando el resultado final del producto), la cual resultó boicoteada por desmanejos de los horiarios de la emisora responsable. Siete años mas tarde fallecería, dejando un legado monumental apreciado por los adultos mayores de 40 años, los cuales crecimos viendo reemisiones de algunas de sus tiras mas legendarias.

Pero si la etapa final de Gerry Anderson fue oscura y deslucida, en los años de Cosmos: 1999 las condiciones para el éxito parecían ser ideales. En su momento de gloria Anderson supo ser contactado por Albert Broccoli y Harry Saltzman, quienes le pidieron que hiciera un tratamiento de Moonrakertomando en cuenta todo su expertise en producciones futuristas y manejo de maquetería -, el cual quedaría archivado por más de una década y, poseteriormente, sería abandonado a favor de un guión totalmente nuevo escrito por Christopher Wood. Sería una alianza amarga – Anderson se negaría a obtener un pago por el tratamiento del libreto a cambio de dirigir la película; y aunque fue una negociación de palabra, Anderson intentaría hacerle juicio a Broccoli (ya separado de Saltzman) en los años 80, algo que terminaría abandonando al tener la convicción de que perdería y de que terminaría siendo considerado un paria de la industria (o perseguido por alguien tan poderoso como Broccoli) -. Por otra parte, Gerry se había hecho cargo de The Protectors una serie de intriga, alejada totalmente de su habitual campo de la ciencia ficción, y protagonizada por Robert Vaughn -, la cual resultó un breve e inesperado éxito para su socio Lew Grade. Con Cosmos: 1999, Anderson quería llegar al podio de Star Trek y Doctor Who: una serie de ciencia ficción de prestigio, adorada por multitudes y respetada en todas partes del mundo.

Ciertamente el capítulo inicial – Separación – resultaba promisorio (y es el cual reseñamos y valoramos en este artículo). Aquí los sets son formidables, el vestuario exquisito – diseñado por Rudi Gernreich, un diseñador austríaco que era amigo de Barbara Bain -, y los efectos especiales, notables. El grado de detalle de las maquetas es asombroso y los FX se ven realistas. El estilo – obviamente inspirado en los sets lunares de 2001: Odisea del Espacio – es impresionante. Pero, como suele ocurrir siempre, el dinero no lo compra todo y los defectos de Cosmos: 1999 pasan por lo intangible: las ideas, las performances, la credibilidad. Martin Landau zafa bastante como el comandante John Koenig e impone autoridad y valentía, pero Barbara Bain parece empastillada todo el tiempo y es incapaz de mover un musculo facial (es la misma performance que hizo en Misión Imposible y, sorprendentemente, obtuvo 3 Emmys por eso!). A Barry Morse – un veterano de la serie El Fugitivo, en donde hacía del implacable teniente Gerard, el cual perseguía a David Janssen todas las semanas – le corresponde el peor lugar, que es el de ser el experto cientifico de la base y despacharse con la horrenda charlatanería seudo técnica inventada por los libretistas, los cuales obviamente no entendían ni un ápice de física, quimica o astronomía. Las explicaciones del primer episodio son espantosas – “radiación electromagnética” lo cual provoca una súbito aumento de temperatura y la entrada en fusión (y explosión) de los desechos radiactivos enterrados en el lado oscuro de la Luna (!) – y uno se da cuenta de que el actor estaba incómodo con sus parlamentos (lo cual sería el motivo de su ausencia en la segunda temporada). A esto se suma Roy Dotrice, en un papel pensado para ser una especie de clon de Zachary Smith de Perdidos en el Espacio (otro tipo con su propia agenda devenido en villano de todas las semanas), el cual desaparecería misteriosamente al siguiente capítulo de la tira.

Aún con su mala ciencia, el episodio piloto de Cosmos: 1999 tenía su tensión y su grado de deslumbramiento. Hay una interesante variedad racial en el elenco, lo cual siempre fue una innovadora marca de fábrica de los Anderson para su época. La acción es rápida e intensa, pero uno ve inconsistencias en la historia, especialmente en las relacionadas con la subtrama vinculada a una expedición a un planeta errante que pasaba por nuestro sistema solar. Uno termina pensando que, en algun momento, la historia de la serie culminaría con un éxodo masivo a dicho planeta errante, pero dicho argumento fue abandonado durante el transcurso de su desarrollo (curiosamente Johnny Byrne, uno de los guionistas de la serie, produciría un mini fan film llamado “Mensaje desde la base lunar Alfa” en 1999 – precisamente para proyectar el 13 de setiembre de 1999, la fecha que rezaba los títulos de la tira en donde ocurriría la catastrofe nuclear que separaría a la Luna de su órbita y la mandaría al espacio profundo -, dándole un cierre tardío al show y mostrando a una veterana Zienia Merton grabando un mensaje para la posteridad, informando que después de 25 años de vagar por el espacio la base lunar Alfa había encontrado un planeta habitable y sus miembros estaban siendo evacuados para formar una colonia en ella), y terminaría por convertirse en un clon de Star Trek, con peor ciencia y ridículos disfraces para los alienígenas de turno.

En muchos sentidos Cosmos: 1999 fue una oportunidad desperdiciada. Tenía todas las condiciones para ser un éxito, pero carecía del sustento intelectual para ser original e innovadora. Considerando la larga y prestigiosa vena de series británicas de ciencia ficción, Cosmos: 1999 tiene caracteristicas de ser la oveja negra de la familia: hija de padres ricos y con linaje que la antecede, pero incapaz de obtener status propio – de prestigio y de culto – como para equipararla a las demás. En todo caso se trata de una idea promisoria que está esperando un demorado y necesario reboot, no sólo por una cuestión de efectos especiales modernos, sino por un rearmado y depuración de sus ideas de base, ya que prometía una viaje al espacio con dimensiones misticas que no terminó por concretar… y la cual resultó mucho mas ambiciosa en el papel que en los hechos que se concretaron. Resta por ver cuando y cómo llegará esa remake, la cual me parece tan justa como necesaria.

GERRY ANDERSON

Algunas obras producidas por Gerry Anderson y comentadas en este portal: Thunderbirds Are Go (1966) – Capitán Escarlata y los Mysterons (1967) – Retrospectiva de Gerry Anderson parte 1 Retrospectiva de Gerry Anderson parte 2Thunderbird 6 (1968) – Mas Allá del Sol (1969) – Invasión UFO (1972) – Cosmos: 1999 (1975) – Thunderbirds (2004)