Crítica: El Clan de los Sicilianos (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorFrancia, 1969: Jean Gabin (Vittorio Manalese), Alain Delon (Roger Sartet), Lino Ventura (comisario Le Goff), Irina Demick (Jeanne Manalese), Amedeo Nazzari (Tony Nicosia), Philippe Baronnet (Luigi)

Director: Henri Verneuil, Guión: Henri Verneuil, José Giovanni & Pierre Pelegri, sobre la novela homónima de Auguste Le Breton

Trama: El peligroso criminal Roger Sartet logra escapar de la cárcel con la ayuda del clan siciliano liderado por Vittorio Manalese. Pero el esfuerzo no es más que una inversión en la información que Sartet ha obtenido en la prisión: los planos de seguridad de un museo donde se exhiben joyas antiguas por el valor de cientos de millones de francos. El planeamiento del robo marcha sobre ruedas, con la excepción del violento temperamento de Sartet, el que choca con el profesionalismo de la familia Manalese. Y las cosas se saldrán de madre cuando, en pleno robo, Manalese descubra que Sartet se ha estado acostando con la mujer de uno de sus hijos. Muy pronto ambos hombres terminarán enfrentados en un duelo mortal, con incalculables consecuencias para el resto de la familia.

Arlequín: Crítica: El Clan de los Sicilianos (1969)

Es imposible hablar de El Clan de los Sicilianos sin mencionar al trío de protagonistas, estrellas absolutas de la cinematografía francesa de todos los tiempos (sólo faltaba Belmondo y Trintignant). Los quilates de sus performances – relajadas, carismáticas – enaltecen al relato por encima de algunas pifias de lógica interna, pero los defectos son perdonables. Es tanta la calidad artística en pantalla que es imposible no disfrutar cada segundo del filme, el cual posee algunas vueltas de tuerca realmente inesperadas y brillantes.

En el fondo, esta no es más que la historia de la llegada de la serpiente al paraíso. Roger Sartet es un criminal amoral y violento, y sólo resulta le resulta atractivo a los Manalese porque trae el secreto para dar un golpe millonario. En sí, los sicilianos ya estaban muy bien asentados e incluso el patriarca se encontraba al borde del retiro. Pero está visto que la ambición puede más…

Una de las cosas más destacables de El Clan de los Sicilianos es que posee escenas de suspenso coreografiadas a la manera americana. Todo el escape de Alain Delon de la furgoneta policial es brillante; a esto se suma la larga secuencia del gran robo de joyas, que tiene cosas que salen mal, cambios de último momento y vueltas de tuerca sorprendentes. Lo más increíble de todo es que el robo – que usualmente sería el clímax de cualquier filme – sólo marca el final del segundo acto, y la película se despacha con el tercer acto – el pasional – en donde las trayectorias de Delon y Gabin van en mutua embestida frontal. Ciertamente hay algunos giros narrativos artificiales – especialmente para nosotros, que le encontramos el pelo al huevo! -, como que el plan que terminan usando no requiere en absoluto de la información obtenida por Delon, así como que el recurso de reemplazar al agente de seguros termina siendo innecesario (sólo sirve de excusa para generar algunos momentos de tensión). Pero la concreción del robo – con la captura y desvío del avión que transporta las joyas – es excitante, y uno perdona esas fallas. También es cierto que el romance prohibido de Delon y la nuera francesa de Gabin es mucho más light que lo que aparenta, pero al fin y al cabo no es más que la excusa para mostrar el orgullo inflamable de los mafiosos italianos.

Ésta es una película basada en caracteres. Es sorprendente el equilibrio que encuentra el filme en su desarrollo, asignando el mismo grado de importancia y presencia a los tres personajes principales. Como Sartet, Delon es cínico y sanguíneo, tomando todo lo que desea aunque esté prohibido. El único punto de humanidad del personaje es el amor hacia su hermana, a la que respeta y por la cual hace sacrificios (ella es la que hace los contactos con los italianos para que liberen a su hermano de la cárcel). Como Manalese, Jean Gabin es un viejo zorro de deliciosa presencia. Sin lugar a dudas le corresponden a Gabin los mejores diálogos del filme – en especial cuando se reencuentra con su amigo siciliano que ahora vive en Nueva York -, y el actor se roba la pantalla con una performance minimalista. Además es una inteligencia omnipresente que sobrevuela todo el relato y marca su ritmo (quizás el único defecto es que resulta demasiado cerebral para ser un italiano). Y como el comisario Le Goff, Lino Ventura despliega carisma. Su personaje es un sabueso violento pero implacable, un rival digno para combatir a un puñado de criminales muy inteligentes.

Sumen a esto la excelente dirección de Henri Verneuil, la fabulosa banda sonora de Ennio Morricone, y obtendrán un clásico instantáneo. El Clan de los Sicilianos es un policial brillante y potente, que no ha perdido un ápice de su fuerza con el correr de los años.