Crítica: La Bahía (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2012: Kether Donohue (Donna Thompson), Kristen Connelly (Stephanie Talbot), Will Rogers (Alex Talbot), Stephen Kunken (Dr Jack Abrams), Frank Deal (alcalde John Stockman)

Director: Barry Levinson, Guión: Michael Wallach

Trama: La novel reportera Donna Thompson es una de las pocas sobrevivientes del desastre ecológico ocurrido en la bahía de Chesapeake en julio del 2009. Mientras el gobierno ha tildado el incidente de accidente natural, Thompson ha dedicado los siguientes años de su vida a recoger testimonios en video para demostrar que se trató de una catástrofe orquestada por el hombre. Y es que los sucesos comenzaron a tener lugar cuando aparecieron los cadáveres ferozmente maltratados de dos prestigiosos biólogos marinos que se encontraban investigando en las aguas de la bahía. El testimonio en video de los biólogos demuestra que se habían topado con una versión mutante de un parásito marino conocido como piojo del agua, el cual había crecido a una magnitud desproporcionada debido a alimentarse con desechos tóxicos provenientes de los criaderos avícolas de la zona. Pero las autoridades del pueblo desestimaron las denuncias y dejaron que los hechos siguieran su curso… hasta el 4 de julio, fecha en que las personas infectadas eclosionaron como fruto de haber madurado los parásitos, convirtiendo a la zona en un pueblo fantasma saturado de cadáveres en las calles. Y ahora Thompson se encuentra decidida a probar la conspiración de silencio orquestada por las autoridades, una tarea que supondrá poner en riesgo su propia vida.

La Bahia (2012) Esta es otra nueva entrega de ese subgénero tan en boga que es el found footage, o los falsos documentales montados sobre videos supuestamente verídicos y hallados despues que sus realizadores desaparecieran sin dejar el más mínimo rastro. Lo curioso de La Bahia es que exhibe un pedigree más que interesante, comenzando con la nómina de productores integrada por Oren Peli – el tipo que reinventó todo el género a partir de Actividad Paranormal – y los hermanos Strause, ese dúo de asesinos cinematográficos responsables de la segunda parte de Alien vs Depredador y ese aborto que fue Skyline. Acá los Strause se limitan a poner algo de plata y a suministrar los efectos especiales, así que los daños están controlados. Pero el nombre más curioso es el de Barry Levinson, un director de alta carrera con títulos en su haber como Juguetes, Rain Man, Avalon, Bugsy, y Esfera. Eso no quita que sea un gran cineasta que esté pasando por la mala, ya que desde Wag the Dog y Esfera (1997 / 1998) no ha hecho nada mínimamente memorable.

Y eso mismo es lo que pasa con La Bahía. Es un filme prolijito, coherente y eminentemente predecible, que no aporta nada nuevo al subgénero. En todo caso la novedad de Levinson es que el tipo apuesta a una gran variedad de tipos de testimonios y cámaras – desde videos de seguridad hasta celulares y notebooks, documentales, fragmentos de noticieros locales, registros de seguridad de agencias gubernamentales, etc – y los usan a piacere, yendo y viniendo del presente al pasado (via flashbacks) o manteniendo varios hilos argumentales – con diferentes protagonistas – al mismo tiempo. En sí la estructura narrativa de La Bahía es similar a la de un filme tradicional, sólo que en vez de tener algún primer plano prolijo tenemos una cámara borrosa de video, o el registro a distancia de una cámara de seguridad instalada en la otra cuadra; pero esas idas y vueltas del relato lo alejan de la típica linealidad del found footage (ejemplo: El Proyecto de la Bruja de Blair o Cloverfield) en donde uno progresa en la historia con los protagonistas y descubre con ellos la verdad oculta detrás de la trama. El problema con el enfoque de Levinson es que arruina cualquier tipo de suspenso – por ejemplo, la reportera desconoce lo que ocurre y se la pasa gritando mientras encuentra la calle regada de cadáveres, mientras que al mismo tiempo vemos el viejo informe documental de los biologos marinos explicando que todo se trata de un parásito mutante que ha comenzado a infectar a los humanos, lo que pincha todo intento de sorpresa -, con lo que el director queda limitado a los sustos tradicionales de cualquier filme de horror barato, sea gente saliendo de la oscuridad, gritos en la banda sonora, o tipos explotando en sangre en el momento menos pensado.

Hay un par de momentos efectivos en La Bahia, pero la película es menos interesante de lo que parece. Al parecer los piojos marinos de la bahía Chesapeake crecieron de manera gigante y mutaron gracias a las siliconas (y otras pichicatas) aplicadas a los pollos de la zona, cuyo estiércol era tirado al río y devorado por dichas criaturas. El resto sigue los patrones clásicos que van desde Tiburón hasta Epidemia, con alcaldes tapando todo el escándalo para no arruinar la fiesta turística local, y autoridades gubernamentales de la salud manejando el caso para el demonio. Ni siquiera cuando los bichos entran en acción resultan todo lo impresionante que debieran.

El cast está plagado de desconocidos, incluyendo a la protagonista que actúa flojo y que, para colmo, tiene el trasero de un fisicoculturista. Ya sé que suena como una horrenda observación sexista pero es un aspecto tan chocante como distrayente: ¿no había ningún asesor de vestuario, alguien que le hubiera sugerido usar una pollera?. Es bizarro ver una escena supuestamente importante y dramática, y contemplar que la atención de uno se dirige a los desproporcionados glúteos de la protagonista, en vez de a su performance o a las líneas que brotan de sus labios.

La Bahía sirve para pasar un rato, pero hay cosas mejores y más efectivas en video como para asustarse una noche de viernes. No hace nada malo, pero tampoco tiene algún mérito brillante como para hacerla recomendable. Sólo es un pastiche tolerable que no deja huella de tipo alguno ni en nuestra memoria ni en nuestros corazones.