Crítica: Atlantic Rim (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2013: Graham Greene (general Hadley), Anthony ‘Treach’ Criss (teniente Jim Rushing), David Chokachi (Red), Jackie Moore (Tracey)

Director: Jared Cohn, Guión: Richard Lima, Thunder Levin & Hank Woon Jr.

Trama: Una plataforma petrolera se ha hundido en el oceano Atlántico y, a esas profundidades, las únicas naves que pueden llegar son las del proyecto secreto “Armada”, patrocinado por las fuerzas navales estadounidenses. Al mando de las naves – gigantescos robots construidos con materiales casi indestructibles – se encuentra Red, su novia Tracey y el teniente Rushing. Pero al explorar la zona terminan por toparse con una gigantesca criatura, un monstruo marino que entabla lucha cuerpo a cuerpo con el robot de Red. Con sus compañeros seriamente averiados, recae sobre Red la responsabilidad de eliminar a la criatura antes que alcance los sectores mas poblados de La Florida… pero las cosas se salen de control cuando el piloto descubre que el monstruo sólo forma parte de una camada, mucho mas grande y poderosa, de criaturas. Y con las fuerzas al límite y el tiempo en su contra, las cosas pintan feo para el trío de héroes, quienes deberán hacer un esfuerzo sobrehumano para evitar una masacre que parece a todas luces imparable.

Atlantic Rim (2013) De Danza con Lobos a Danza con Bobos; feo el destino artístico de un tipo bastante digno como era Graham Greene – el indio con nombre de autor de novelas de espías que se hacía amigo del protagonista en el oscarizado western de Kevin Costner -, el que ha terminado protagonizando otra de las bazofias habituales de The Asylum. Lo que me resulta mas aterrador de todo esto, es que lo de Greene no es un caso aislado: ya he visto descender a los infiernos a intérpretes muy potables de la talla de Mario Van Peebles, Dennis Haysbert, Robert Picardo o Julia Ormond (!!), lo cual me demuestra que el trabajo escasea en Hollywood (o bien, que la gente de The Asylum ofrece cheques demasiado jugosos como para ser rechazados…. o que, quizás, poseen una abundante videoteca llena de filmaciones incriminatorias con las cuales chantajean a sus estrellas). El punto es que, luego del inesperado éxito de Sharknado, la gente de The Asylum se ha convencido que las películas dejan mas dinero si son horrendas, y han optado por convertirse en productores seriales de filmes malos. Cuando la ineptitud es natural y está inspirada, puede dar lugar a un clásico de culto pero, cuado no, segurarmente parirá un bodrio monumental. Y ese es el caso de este flagrante clon de Titanes del Pacífico, llamado infelizmente Atlantic Rim, y poblado por actores de cuarta o tipos que tenían una carrera hasta el día de ayer y decidieron incinerarla a lo bonzo con tal de cobrar unos sucios dólares que le permitan pagar la renta y los alcaloides que consumen diariamente.

Es difícil expresar con palabras la ineptitud del filme. La cosa no pasa porque los efectos especiales sean berretas – los monigotes se ven como clones de Reptilicus luchando contra versiones de cuarta de Mazinger Z, compradas en Plaza Miserere -, sino por lo que ocurre en escena cuando no hay CGIs peleando. Comenzando por el cast femenino compuesto por bailanteras salidas de Sábados Tropicales de America TV (y puestas en roles de científicas nucleares o pilotos de submarinos de alta complejidad), y un cast masculino integrado por tipos totalmente fuera de estado, los cuales intentan pasar como hiper entrenados marines. El problema de fondo no es que no dan el physique du rol, sino que ninguno de ellos es capaz de actuar; es como si hubieran reclutado a cualquiera que pasaba por la vereda del estudio, y lo hubieran metido a prepo en el set para que vomitara alguna de las horrendas líneas que le tenía reservado el libreto.

La historia ya arranca mal cuando vemos a dos conejitas Playboy piloteando un submarino de altas profundidades. Las minas se la pasan diciendo bobadas supuestamente científicas mientras ponen cara de no entender una jota del texto que les tocó recitar. Mientras tanto en la superficie tenemos a un moreno – el jefe de la estación petrolera – que se la pasa vociferando mientras la hueca de su asistente (otra modelo, para variar) se dedica a bardearlo, cuando no, dispararle una sarta de obviedades. Por suerte el insufrible cuarteto de submarinistas y operarios petroleros es aplastado por el ridículo monstruo de turno, lo cual dispara la alarma y hace que Graham Greene y su gente entren en acción. Todo esto da pie a una tonelada de clichés de peliculas militares – de Top Gun a la fecha -, en donde todos están pendientes del ultratalentoso piloto principal, un rebelde pendenciero y borrachín que sabe hacer maravillas con las naves que tripula. El rol recae en David Pikachu (o Chokachi?), un tipo que tuvo momentos mejores en series como Baywatch o Witchblade, y que hoy tiene que remarla para pagarse el pancho y la coca. Junto con otros dos inexpresivos intérpretes, Pikachu se lanza al interior del robot de última tecnología, cuya cabina parece estar hecha con monitores de descarte y teclados de Commodore 64. Como sea, el tipo se la pasa apretando botones a lo loco y empujando palancas con toda la energía, intentando ponerle algo de ganas a toda esta mediocridad. Mientras tanto Greene – que hace de “general” de la Armada (alguien le explicó a los libretistas que la armada tiene almirantes, no generales??) – recita todos sus párrafos con el mismo grado de inexpresividad, sea para anunciar el fin del mundo o decir santa cachucha. A la legua se nota que el indio está incómodo con el nivel de amateurismo reinante pero, flaco, nadie te puso una pistola en la cabeza para que firmaras el contrato!.

El libreto estira las cosas como para llegar a los 90 minutos reglamentarios, intercalando decisiones realmente estúpidas por parte de Greene – sea enojándose con los pilotos en el fragor de una batalla y cortándoles la electricidad a distancia (!!), o poniendo a Pikachu tras las rejas justo cuando los monstruos están a punto de hacer papilla a la ciudad de Miami -, y creando una subtrama realmente idiota acerca de un triángulo amoroso entyre los pilotos. Mientras que la rubia anduvo con Pikachu, a su vez se ocupó de clavarle las antenas revolcándose con el moreno que los acompaña durante una noche pasada de calor y tequila. El guión pierde un montón de tiempo intentando crear algo de tensión con toda esta bobada, la cual se desbarata de la peor manera posible cuando llega el momento de la revelación: ni bien Chokachi se entera, les dice “y eso es todo?. Pensé que vos te habías revolcado con mi hermana!”.

Las bobadas se amontonan por doquier. Como era muy complicado rodar – con este presupuesto – una toma de los pilotos saliendo del interior de los gigantescos robots, al imbécil del director se le ocurrió que los tipos aparezcan directamente en la vereda, irguiéndose como si hubieran estado agachados frente a la cámara (bah, eso es lo que realmente pasa!). O en otro momento del filme, en donde Chokachi está encerrado en la base mientras los monstruos comienzan a arrasar la ciudad. Los bobos que lo acompañan van a buscar un martillo a la camioneta y se la pasan golpeando durante media hora la cerradura para liberarlo… en vez de tomar el auto y embestir la puerta!. Así como éste, hay cientos de momentos en donde el libreto se pelea feo con la lógica y genera situaciones abominables.

Da la impresión de que el libreto lo escribieron en una noche de calor, y lo filmaron al otro día sin cambiarle una coma. Todas las escenas parecen rodadas en una sola toma, y el nivel de amateurismo (y desidia) es acalambrante. Aún para hacer una película mala se precisa talento, pero acá hay mala voluntad. El bodrio no se disfruta, se sufre, y eso es lo que pasa con Atlantic Rim; y no tiene nada que ver que venga de la mano de The Asylum, ya que el estudio ha creado cosas pasables en el pasado. El problema es enviciarse con el rubro de las bad movies, algo que le dió mucho rédito con Sharknado, pero que es difícil de recrear en otras condiciones. Y es que los filmes de culto precisan tipos con conocimiento para manufacturarlos, no incompetentes con energía. Acá el filme no reditúa, ni como entretenimiento ni como bad movie de culto, sino que es un adoquin intragable que resulta mejor esquivar que padecer.