Crítica: Angeles y Demonios (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2007: Tom Hanks (Robert Langdon), Ewan McGregor (Camerlengo Patrick McKenna), Ayelet Zurer (Vittoria Vetra), Stellan Skarsgård (Comandante Richter), Nikolaj Lie Kaas (asesino), Armin Mueller-Stahl (cardenal Strauss)

Director: Ron Howard, Guión: David Koepp y Akiva Goldsman, basados en la novela homónima de Dan Brown

Trama: En Genova una instalación subterránea secreta experimenta con el acelerador de partículas, el cual termina por generar una chispa de antimateria. Pero el contenedor de la antimateria es robado, y la doctora Vittoria Vetra es puesta a investigar el caso. Mientras tant,o en El Vaticano el Papa ha muerto y todo está preparado para celebrar el cónclave que elegirá al nuevo pontífice. Pero un video ha llegado a las oficinas de seguridad de El Vaticano, mostrando que los cuatro candidatos principales al papado han sido raptados por la sociedad secreta conocida como los Iluminatti. Ya que dicha sociedad procede de la edad media y estaba compuesta de científicos a los cuales la iglesia persiguió en su momento, las autoridades deciden recurrir al especialista Robert Langdon para que los asesore en el caso. Pero al llegar, Langdon descubre que los candidatos pontificios serán asesinados uno por hora, tras lo cual la chispa de antimateria – robada de Genova y oculta en algún lugar del Vaticano – será detonada, arrasando la ciudad papal y en venganza por las atrocidades históricas realizadas por la iglesia contra sus antiguos miembros. Con el tiempo en su contra Langdon deberá evitar la catástrofe inminente.

Angeles y Demonios Angeles y Demonios es en realidad un libro anterior a El Codigo Da Vinci, aunque debido al enorme éxito de la versión cinematográfica de éste – y la necesidad de seguir con las adaptaciones taquilleras del mismo autor – se lo ha terminado por disfrazar de secuela. Hay algunas referencias aquí y allá, ninguna demasiado profunda, tras lo cual el filme sigue con su historia. El problema es que, con lo irregular y pretensiosa que era El Codigo Da Vinci, la película del 2006 parece una obra maestra al lado de Angeles y Demonios. Aquí el nivel de disparate se eleva al infinito y mas allá.

Tal como en su momento sucediera con El Codigo Da Vinci, la Iglesia salió a protestar cuando se anunció la exhibición de Angeles y Demonios. No creo que sea por regalías sobre derechos de marca, ni porque el filme muestre entretelones de la vida política en El Vaticano. Lo que le molesta a la Iglesia es, en todo caso, que el argumento muestra de que se trata de una organización política como cualquier otra, con tramoyas, corrupción, manipulaciones, ambiciones y enjuagues de todo tipo, sumado a esto el triste pasado de sus épocas más radicales. Si uno la considera en su conjunto, la obra de Dan Brown pasa de ser atea – u objetiva – a ser fervientemente anticlerical. Yo no tengo problemas con eso, si los puntos de vista están respaldados con hipótesis sustentables. En definitiva, la Iglesia Católica no puede borrar con el codo lo que ha escrito a través de la historia, amén de que no posee una imagen muy limpia frente a la mayoría de quienes somos creyentes especialmente por los últimos casos que les atañe – excomulgaciones de personajes molestos a sus intereses, redención de figuras polémicas, escándalos financieros y un paraguas protector sobre escándalos sexuales de miembros que pertenecen a su cuerpo -. En todo caso, lo que hace Brown son dos cosas: buscar en lo peor del pasado del accionar de la Iglesia, y encargarse de molestar tanto a El Vaticano como para que le haga publicidad gratis. Es un escritor amarillista pero inteligente.

Lamentablemente la erudición de Brown sobre ritos y mitologías secretas de la Iglesia no se condice con su talento como escritor de conspiraciones. Y si El Codigo Da Vinci era relativamente pasable hasta que Ian Mc Kellen abría la boca y develaba el disparate que ocultaba el complot – no tanto por la supuesta verdad sino por la manera completamente artificial de cómo estaba urdido -, esperen a ver Angeles y Demonios. Imaginen el mismo clima del speech de Mc Kellen, pero extendido durante dos horas y cuarto. El resultado final es tan sideralmente prepotente que los últimos 40 minutos se convierten en un festival camp. Uno no puede creer lo que ve (y escucha); es un delirio de proporciones bíblicas.

Es un filme recargado de data, la cual podría sonar interesante en papel pero en el celuloide termina por resultar abrumador. Como la historia está tan saturada de vueltas de tuerca, ni siquiera el director Ron Howard puede apelar a sus recursos habituales – como en El Codigo Da Vinci o Una Mente Brillante – de hacer una pausa, usar hologramas para graficar los pensamientos de Langdon y esperar que el público lo digiera. Aquí el guión viene tan ajetreado que Tom Hanks debe vomitar parrafadas de explicaciones mientras corre de un lado a otro. Llega un momento en que todo es tan abrumador, que uno decide abandonar el intento de entenderlo todo y se deja llevar para ver hacia donde va el filme. Y empieza a descubrir que, tras todo el enciclopedismo de Brown, se oculta una trama estúpida por donde se la mire. Es como un videojuego de Indiana Jones, a un nivel supuestamente más intelectual; Tom Hanks se devana los sesos resolviendo enigmas y explicando el por qué, para llegar al punto X donde dedujo que debería estar la solución, sólo para encontrar otro acertijo. Lo que no termina por explicar el guión es por qué estos criminales tan brillantes dejan elaboradas pistas de cómo encontrarlos por todos lados.

Pero cuando lo obvio – maquillado de sofisticado – termina resultando idiota (como es la solución de enigmas), el filme pasa a un nivel completamente lisérgico. En especial cuando entrar a jugar el tema de la chispa de antimateria – ¿el guión o el libro no podría haberse decantado por algo más standard como una simple bomba atómica? -; es en ese momento en que uno tiene que relajarse en la butaca y gozar de los minutos más deliciosamente absurdos que se han visto en los últimos años. Ni siquiera el Batman de Adam West llegaba a estos niveles de ridiculez. El filme no sólo sobrevive a una explosión de nivel apocalíptico, sino que se da maña para seguir media hora más. A esa altura la conspiración, los doble manejos, los enigmas idiotas y las traiciones ya no le interesan a nadie.

Angeles y Demonios es una película abismalmente mala. Los secundarios están más o menos bien; el que lleva la peor parte es Tom Hanks, que no tiene tiempo para otra cosa que vomitar parrafadas de historia mezcladas con sobreelaboradas tramas conspirativas; pero en el medio la película se olvida de que el espectador debe digerir esto. Y cuando la audiencia lo hace, se da cuenta de que es un insulto a su inteligencia. No importa si el filme tiene un mensaje anticlerical; es tan ridículo el resultado que el mensaje no puede ser tomado en serio. Y lo único que compensa un poco la terrible calidad de la historia es su dichoso final extendido, que hay que verlo para creerlo.

EL CODIGO DA VINCI Y SECUELAS

Las películas basadas en las obras del escritor Dan Brown son: El Codigo Da Vinci (2006), Angeles y Demonios (2009), Inferno (2016)