Crítica: La.Otra.Vida (After.Life) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Christina Ricci (Anna Taylor), Liam Neeson (Eliot Deacon), Justin Long (Paul Coleman), Chandler Canterbury (Jack), Celia Weston (Beatrice Taylor)

Director: Agnieszka Wojtowicz-Vosloo, Guión: Agnieszka Wojtowicz-Vosloo, Jakub Korolczuk & Paul Vosloo

Trama: Anna Taylor se despierta en la camilla de una funeraria. Está desnuda y posee una gran herida en la frente. Pronto se le presenta Eliot Deacon, el encargado de la funeraria, y le comunica que debe prepararla para su propio entierro. Anna no puede dar crédito a lo que escucha, e intenta recordar lo sucedido la noche anterior. Unas copas, una discusión con su novio, una partida apresurada por el enojo… un accidente automovilístico. Pero Anna puede levantarse y charlar con Deacon como si nada. ¿Es todo un sueño? ¿Ella es un fantasma? ¿O acaso está retenida contra su voluntad en el sótano de la funeraria, y Deacon es un sicópata que desea enterrarla aún con vida?

After.Life After.Life es el film debut de la directora Agnieszka Wojtowicz-Vosloo, que había alcanzado cierta notoriedad en los circuitos independientes con el corto Pate que data del 2002. Tras siete años Wojtowicz-Vosloo llega a la pantalla grande con esta historia tétrica de gente atrapada en el limbo entre la vida y la muerte… o al menos, eso es lo que uno piensa. Lo cierto es que el filme tiene un gran clima y excelentes actuaciones, pero tiene un libreto recargado de truculencias, improbabilidades y huecos de lógica que terminan de atentar contra sus propias intenciones.

Yo creo que la intención aquí era hacer una especie de Sexto Sentido, pero con funebreros que ven (y charlan con) gente muerta y los ayudan a llegar a la luz, todo esto empapado por un clima realmente sombrío. Aquí la cuestión pasa por si Christina Ricci está alucinando, es realmente un fantasma, o está viva y en manos de un sicópata. Hay elementos que sirven para justificar cualquiera de las tres hipótesis, y eso es lo que el guión dispara a mansalva durante toda la duración de After.Life. El problema es que el filme se empecina con lanzar tantas pistas al ruedo que termina por olvidarse de su propia lógica interna. Si Christina Ricci está muerta, ¿cómo puede hablar y caminar por todos lados?. No me imagino lo complicado que debe ser embalsamar a alguien que no se queda quieto y que, incluso en una escena, se encapricha y destroza la mitad de las instalaciones funerarias. Mal dia para enterrar a un cadáver rebelde.

La otra alternativa es que Ricci sea un fantasma, lo que también se lleva a patadas con la lógica, ya que debería ver su propio cadáver o atravesar paredes (y por ende, no podría agarrar objetos, a menos que haya tomado un curso con Patrick Swayze en Ghost, la Sombra del Amor). Entonces la última opción es que la Ricci sea un rehén de Neeson. Para colmo, el personaje del funebrero no es un amable portero de entrada al mundo de los muertos sino un tipo áspero y enojado con los excesos y desprecios que han cometido los vivos cuando respiraban. Liam Neeson se comporta como un asesino serial con costado amable, y en realidad el filme trata más sobre él que sobre la pobre maestrita muerta. El espectador está todo el tiempo intentando descifrar cuáles son las verdaderas intenciones de Neeson. ¿Es un duro moralista, un sádico perverso, o un tipo resignado a su trabajo y perseguido por un don que no quería tener?. Como las actuaciones son muy buenas, uno disfruta del tiempo en escena de estos personajes pero empieza a molestarse con el guión, que sólo dispara sospechas y no certezas. Y, en el climax, el filme sólo termina por embarrar aún más la cancha y deja al espectador sumamente enojado y con muchas más dudas que al principio.

El tema de After.Life es que semejante trama retorcida exigida un gran revelación final, que no la hay. (alerta spoilers) Aún cuando el forense la dictaminó muerta, Christina Ricci respira y ése es un dato que Liam Neeson oculta. El novio Justin Long termina por descubrirlo, pero toda la secuencia de rescate de la Ricci resulta ser una alucinación, y el muchacho en realidad termina en la camilla del funebrero. Opciones posibles: a) Liam Neeson arregló todo para que Long se mate y se reúna con la Ricci; b) todo el tiempo fue una alucinación de Long, quien fue el único que se mató en toda la historia (y que imaginaba a la Ricci muerta); pero, de ser así, está tan mal hecho como flashback que el espectador no alcanza de digerirlo (el chico de la escuela está con Neeson cuando prepara el cadáver, y es un personaje que pertenecía a la anterior alucinación!). Al menos podrían haber puesto a la Ricci intentando ver el cuerpo de Long, lo que hubiera sido más lógico e interesante. Además hay una subtrama con el alumno de la escuela (que ve gente muerta!) cuya madre resulta ser una versión zombie y anciana de Christina Ricci y que no termina de entenderse en absoluto. Es un claro ejemplo de un libreto fabulero que vive creando una situación tras otra para generar interés y tensión, pero cuando llega el momento de compatibilizar todas las mentiras, pistas y sospechas, le resulta imposible y le hace un nudo final a la historia como puede. (fin spoilers)

After.Life está ok. El clima que crea Wojtowicz-Vosloo sustenta la película hasta el tercer acto, en donde se comienza a desbaratar la cosa simplemente porque el libreto no da una resolución lógica y limpia a todo el berenjenal que fue creando. Pero entre el suspenso y las performances, yo me animaría a recomendar After.Life, aún a sabiendas de que se trata de una experiencia fallida.