Crítica: Los Seis Signos de la Luz (The Seeker: The Dark is Raising) (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2007: Alexander Ludwig (Will Stanton / Tom Stanton), Christopher Eccleston (el jinete), Ian McShane (Merriman Lyon), Frances Conroy (Miss Greythorne), James Cosmo ( Dawson), Jim Piddock (viejo George)

Director: David L. Cunningham, Guión: John Hodge sobre la novela de Susan Cooper

Trama: El joven Will Stanton acaba de mudarse a Inglaterra junto con sus cinco hermanos. Pero en el pueblo es contactado por Merriman Lyon y la Sra. Greythorne, quienes le informan que él es el heredero de una casta de guerreros de la luz, y que tiene la misión crucial de encontrar los seis signos que evitan que, cada mil años, la oscuridad se apodere del mundo. Will descree de la profecía y piensa que es una locura de los ancianos, hasta que un misterioso jinete comienza a acosarlo y a exigirle que le entregue los signos. Con el tiempo en contra, Will solo tiene cinco días para encontrar los seis talismanes; pero el jinete de la oscuridad le tiene reservada una amarga sorpresa.

Los Seis Signos de la Luz Con Harry Potter y El Señor de los Anillos, la fantasía se puso de moda en Hollywood. Inmediatamente los estudios corrieron a las librerías, desesperados en busca de títulos que generaran alguna franquicia suculenta. Esto terminaría por producir una avalancha de títulos mayormente mediocres – Las Crónicas de Narnia, La Brújula Dorada -, avalados por costosas producciones y tibios resultados en taquilla (con la excepción de Narnia).

Pero de toda esa tanda, sin dudas uno de los peores títulos es Los Seis Signos de la Luz. Es un ejemplo cabal de pésimo director y argumento mediocre sobreproducido. Está basada en la serie de títulos escritos por Susan Cooper entre los años 60 y 70, compuesta de cinco libros y que The Dark is Raising es el segundo de ellos. Desconozco el material de base, pero el resultado final visto en pantalla es terrible.

Acá hay un niño entrando a la adolescencia que vive en una familia demasiado armónica, dada la enorme cantidad de integrantes. De pronto los mayores del pueblo inglés a donde se han mudado empiezan a hablar de una profecía (otra más) en donde él es el elegido para traer el balance a la lucha eterna entre la luz y la oscuridad. Pero donde el filme empieza a dispararse mal, es cuando Ian McShane (estrella inglesa en los 70, hoy resucitado por su excelente papel en la serie de TV Deadwood) abre la boca. Bastan cinco minutos de exposición de McShane para hundir el filme, no por problemas del actor, sino porque la esencia de la historia es completamente imbécil. Que el chico es un buscador, que él sólo puede descifrar donde están los signos, que el apocalípsis llegará en cinco días si los talismanes no son reunidos… mientras que Will sigue con su vida, peleando con sus hermanos y perdiendo el tiempo. Súmese a esto un villano patético, obviamente copiado de los jinetes Nazgul de El Señor de los Anillos, que le pide de buenas maneras al niño que le entregue los símbolos; el seteo en la época actual, que liquida todo tipo de clima fantástico; una parva de escenas una más ridícula que la otra; y un final absurdo. Cuando Will confronta a su padre diciéndole que ha bajado teorías sobre la guerra de la luz y la oscuridad desde Internet (y el padre se pone nervioso), el filme definitivamente se va a los caños.

Ciertamente todos los argumentos básicos de las historias de fantasía más conocidas son absurdos de por sí, pero va en la mano del autor el poder hacerlas creíbles. Pero aquí los personajes hablan y exponen demasiado, se hace poco, y la credibilidad se va a la cloaca. Ni El Señor de los Anillos ni los filmes de Harry Potter se detienen a explicar todo el tiempo las profecías y las reglas de su mundo; basta una pequeña exposición y luego sale ese universo andando. Pero McShane habla, habla y habla… y no pasa nada; y el villano es un incompetente que no destila la más mínima amenaza. A su vez al ver en los créditos a la gente de Walden Media (Narnia, la versión 2004 de La Vuelta al Mundo en 80 Días, Viaje al Centro de la Tierra, etc) uno puede presagiar lo peor: un filme de fantasía tan aséptico y moralmente correcto que resulta vomitivo.

Evite Los Seis Signos de la Luz; el preciosismo de su empaque esconde una completa bazofia en su interior. Definitivamente es una película a evitar.