Crítica: El Hostil Planeta Rojo (The Angry Red Planet) (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1959: Nora Hayden (Dra Iris Ryan), Gerald Mohr (Coronel Tim O’Bannion), Les Tremayne (Profesor Theodore Gettell), Jack Kruschen (Jefe de Seguridad Sam Jacobs), Paul Hahn (General George Traeger), Tom Daly (Dr Frank Gordon)

Director: Ib Melchior, Guión: Ib Melchior & Sid Pink

Trama: El X1 – el primer cohete tripulado lanzado a Marte – es recuperado en órbita después que su misión se había dado por perdida. Sólo dos sobrevivientes han regresado con vida, y una de ellos – la doctora Iris Ryan – es sometida a tratamiento farmacológico para superar la amnesia que el shock le ha provocado. Ryan comienza a relatar los sucesos de la misión, desde el descenso en Marte hasta el descubrimiento de fauna y flora hostil hacia los astronautas. Y es que detrás de todo ese entorno se encontraba una civilización alienígena, la que ha provocado una serie de incidentes para que los terrícolas partan del planeta y no regresen nunca más.

Arlequin: Critica: El Hostil Planeta Rojo (The Angry Red Planet) (1959)

  A mí me fascina la ciencia ficción de los cincuentas y los sesentas. Es tan delirante que uno puede descubrir (a veces) joyitas plenas de ideas fascinantes. Aunque ese no es el caso de The Angry Red Planet. No deja de ser la rutina alarmista con tonos apocalípticos propia de la sci fi de la Guerra Fría. Lo que más me ha gustado es la increíblemente bizarra bolsa de gatos que resulta ser. Hay cosas formidables y otras deleznables, pero nunca deja de ser entretenida.

El responsable de este engendro mutante es Ib Melchior, padre de otros favoritos de este columnista como Reptilicus y Robinson Crusoe en Marte. Aquí Melchior dirige, y es realmente tosco; pero, en compensación, le sobra creatividad y termina por generar algunas escenas realmente alucinógenas.

El comienzo es realmente excelente. El cohete de la primera misión a Marte (y que se daba por extraviado) regresa a la Tierra. Toda la secuencia de recupero de la nave mediante control remoto tiene su suspenso, y termina por imitar muy bien la tensión inicial que una situación similar producía en El Experimento del Dr. Quatermass. Al abrir la escotilla de la nave, uno no sabe muy bien lo que se puede encontrar; y cuando uno de los supervivientes es llevado en una camilla con algo gelatinoso y verde en la mano, espera que el filme siga los mismos carriles que la película escrita por Nigel Kneale, con virus alienígenas produciendo monstruos mutantes en la Tierra. Hasta ahí, todo va bien.

Donde El Hostil Planeta Rojo se empieza a desmoronar (y muy rápido), es cuando el cascote de Nora Hayden empieza a hablar. No es muy bonita, tiene bastante buen cuerpo, cero de neuronas y la misma expresividad que un adoquín. Para colmo, figura que es la oficial científica de la misión, lo que no es nada creíble. Y cuando en un flashback vemos lo que pasaba a bordo de la nave, el resto de la tripulación es igual de detestable. Para colmo está Jack Kruschen (un secundario de cara superconocidísima) como el espantoso comic relief de turno.

Los decorados son muy a lo Ed Wood, con un solo cuarto con ventanita, algunos sillones de oficina, un par de oscilocopios y unos cuantos paneles llenos de lucecitas que hacen tilt. Tras un montón de sanata que no dice nada, llegan a Marte, en donde las cosas se ponen muy fumadas. En especial por el uso del CineMagic, un proceso de “solarización” que hace que todo se vea como un negativo rojo. La idea es que el CineMagic servíríaa para camuflar lo barato de los decorados y maquetas (generalmente dibujados a mano, y no precisamente por Michelangelo), lo cual es medianamente efectivo. De todos modos, el mamotreto de la planta carnívora de turno es tan patético como el pulpo de goma en el cual Bela Lugosi debía enredarse a mano en uno de los filmes de Ed Wood.

Pero si bien las cosas no son muy excitantes, se ponen mejor en la escena más recordada del filme, que es el ataque de la rata – araña. Es una secuencia que me encanta, y eso que no está rodada muy bien; pero el hecho de que los astronautas se confundan a las patas del bicho con una isla de árboles es un toque de clase realmente original. El mamotreto se ve amenazador a la vez que patético (como todo en el filme), y por lejos es lo mejor de la película.

Pero con toda su incongruencia, sus diálogos pestilentes, sus efectos baratos, y su trama rutinaria, The Angry Red Planet es sumamente divertida. A veces sorprende por su calidad, y a veces uno se ríe y le pega palos precisamente por lo mala que resulta. En ningún caso deja de entretener, y desde ya pasa a ser uno de nuestros objetos de culto favoritos.