Crítica: La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / Hong Kong, 1974: Peter Cushing (profesor Lawrence Van Helsing), Robin Stewart (Leyland Van Helsing), David Chiang (Hsi Ching), Julie Ege (Vanessa Buren), Shih Szu (Mei Kwei), Chan Shen (Kah), John Forbes-Robertson (conde Dracula)

Director: Roy Ward Baker, Guión: Don Houghton

Trama: Principios del siglo XX. El profesor Van Helsing se encuentra dando clases de antropología en China hasta que es contactado por Hsi Ching, un estudiante que dice conocer su pasado como cazador de vampiros. Hsi le pide ayuda para exterminar a los siete vampiros de oro – una horda de demonios que asola su pueblo natal desde hace siglos -, los cuales están diezmando la población de la región. Asistido por su hijo y una bella millonaria apasionada por la aventura, Van Helsing organiza la travesía a través del duro y árido camino que los separa del pueblo de Hsi. Pero al llegar descubrirá que el líder de los vampiros no es mas que su viejo archienemigo, el conde Dracula, el cual ha asumido la apariencia de uno de los locales para sembrar el terror y comenzar su demorada venganza de la humanidad, de aquellos que le han condenado a vivir la vida eterna de los malditos.

La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro Y seguimos revisando las películas de despedida de los estudios de terror que se hicieron un nombre en la década del 60. Si antes Madhouse señalaba la partida de Vincent Price de la AIP (y el inicio del fin del ciclo de horror que tanto prestigio le diera a la productora), La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro es practicamente el broche dorado que marca el final de los estudios Hammer. Ya para esa época Christopher Lee había colgado su capa, jurando que nunca volvería a interpretar a Drácula (ni por todo el oro del mundo), y a la Hammer sólo le quedaba Peter Cushing, el cual actuaba como un soldado fiel aún en los momentos menos felices del estudio. Pero tampoco Cushing era el mismo: su esposa había fallecido a principios de los 70 y el actor se había convertido en una sombra de sí mismo, un individuo que había perdido toda la pasión por su trabajo y que actuaba de manera maquinal hasta que el destino marcara su hora. Y aunque las performances de Cushing seguían siendo más que dignas, el actor estaba envejecido, demacrado y tenía problemas de salud, los cuales se agravarían con el paso del tiempo. La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro es la última aventura oficial de Drácula producida por la Hammer, la cual venía menoscabada por el hecho de la ausencia de Lee en el rol principal (sustituído con bastante dignidad por John Forbes-Robertson) y la presencia de un Cushing a media máquina.

Pero La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro es, también, la prueba viviente de la incapacidad de la Hammer para adaptarse a los nuevos tiempos que corrían. No terminaban de asimilar el cambio de gustos producido en las plateas de todo el mundo a partir de El Exorcista y la oleada de filmes italianos de terror recargados de gore y sexo. Obsesionados con relanzar su franquicia principal – la de los filmes de Drácula -, se pusieron a experimentar con diversas variantes – generaron una franquicia más zarpada y plena de desnudos y lesbianismo en la saga de Carmilla, la vampira de las novelas de Sheridan Le Fanu; crearon otros vampiros y héroes como Capitán Cronos, Cazador de Vampiros, surgido de la pluma de Brian Clemens (creador de Los Vengadores); e incluso probaron con trasladar a la estrella del estudio a la época actual (como Drácula 1972 A.D.), sin saber muy bien qué hacer con él -, ninguna de las cuales terminó por cuajar como corresponde y lo cual se tradujo en el cierre del estudio apenas un puñado de años más tarde. La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro es uno de los últimos experimentos de la Hammer, probando suerte al mezclarlo con el cine de artes marciales – las cuales se pusieron en boga a partir del mega éxito de Operación Dragón (1973) y el ascenso fugaz de Bruce Lee a categoría de megaestrella internacional -.

Y aunque es, desde el vamos, un pastiche, La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro se deja ver y disfrutar como un placer culpable. Oh, sí, está todo el ambiente gótico y las parrafadas elaboradas de los diálogos de la Hammer, pero el intercalado de las coreografías de artes marciales le da un fuerte sabor pulp que lo hace agradable y entretenido. Desde ya los valores de producción son paupérrimos – los efectos especiales dejan mucho que desear; el maquillaje de los vampiros chinos es tan ridículo como lamentable -, pero al menos uno logra escapar de la aburrida rutina gótica que la Hammer insistía en reciclar hasta el cansancio en cada una de sus entregas. Incluso el filme – hábilmente dirigido por Roy Ward Baker, responsable de algunas de mis películas Hammer favoritas como Luna 02 y Quatermass and the Pit – se da maña para mechar un par de romances interraciales que serían escandalosos para la época. Y aunque en ningún aspecto es excepcional, por lo menos La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro cumple con su premisa básica que es la de entretener al público durante una hora y media con bastante dignidad.

La Leyenda de los 7 Vampiros de Oro es recomendable por su habilidad para hacer algo distinto y ser entretenida a pesar de sus fallas de construcción. Oh, sí, el jopito de Cushing se sigue despeinando al pelear contra una horda de vampiros acróbatas y la credibilidad es menor, pero el espectáculo sigue siendo divertido. Y, aunque el filme no fue un éxito de taquilla, hubiera sido interesante que la Hammer hubiera continuado experimentando por dicha veta… lástima que la etapa de diversificación llegó demasiado tarde, instantes antes de que el estudio decidiera pasar a un sueño criogénico del cual despertaría tres décadas más tarde y comenzaría un lento resurgimiento de su leyenda. Pero ésa, ya es otra historia.