Crítica: 300 (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2007: Gerard Butler (Rey Leónidas), Lena Headey (Reina Gorgo), Dominic West (Theron), David Wenham (Dilios), Rodrigo Santoro (Rey Jerjes), Vincent Regan (Capitán Artemis), Andrew Tiernan (Ephialtes), Andrew Pleavin (Daxos), Michael Fassbender (Stelios), Tom Wisdom (Astinos), Peter Mensah (mensajero persa), Tyrone Benskin (emisario persa), Tyler Neitzel (joven Leónidas), Kelly Craig (Oráculo)

Director: Zack Snyder, Guión: Michael B. Gordon, Kurt Johnstad & Zack Snyder, basados en la novela gráfica 300 de Frank Miller & Lynn Varley, Musica – Tyler Bates

Trama: En el año 480 antes de Cristo, el rey persa Jerjes ha subyuzgado Babilonia y Egipto con el mayor ejército de la historia de la humanidad, y se dispone a invadir la península griega. Para aquel entonces Grecia está organizada en ciudades – estado, que han formado una alianza militar defensiva contra cualquier agresión exterior. Pero a quienes realmente temen los persas es a los espartanos, la nación griega formada íntegramente por guerreros y para los cuales el combate es su estilo de vida. Jerjes envía emisarios al rey Leónidas de Esparta para que se rinda y se una a la alianza persa, pero Leónidas rechaza la oferta y mata a los mensajeros. Consultando a los ancianos del Oráculo, éstos le contestan que que debe posponer la guerra hasta que pasen las festividades sagradas. Pero los ancianos así como el consejero Theron han sido corrompidos por los persas, que promueven el descontento para realizar la invasión. Guiado por sus instintos Leónidas tomará un puñado de fieles guerreros – unos 300 soldados – y e irá a dar batalla al desfiladero de las Termópilas, una estrecha garganta de piedra que es la verdadera llave de la península griega para realizar una invasión exitosa, donde planea resistir hasta la muerte al gigantesco ejército de más de un millón de hombres del rey Jerjes.

Arlequín: Crítica: 300 (2007)

Peplum es el término en latín utilizado para denominar a las sandalias de los soldados romanos. En el transcurso del siglo XX terminó por convertirse en sinónimo de los filmes épicos ambientados en la antigua Roma (o Grecia).

Los Peplums son muy variados en su temática, ya que van desde las historias relacionadas con la época de Cristo (Quo Vadis? o Ben Hur) hasta las epopeyas fantásticas de Hércules, Maciste y otros héroes míticos de la antigüedad. Si bien el cine americano ha dado numerosos productos al género (Spartacus, Cleopatra, El Manto Sagrado por citar algunos), quienes mayormente han explotado hasta la saturación la temática fueron los italianos en los 60 y parte de los 70. Y tal como pasó con el Western, el Peplum terminó por entrar en el freezer a finales de dicha década por una cuestión de agotamiento del género.

Así pasó hasta el suceso de Gladiador (2000), que terminó por disparar todo un seudo – revival del Peplum. Más que filmes de romanos en mallitas, lo que comenzó fue una nueva oleada de filmes épicos, ahora nutridos con el poder de los CGI, que terminó generando obras muy dispares. En general todos los filmes posteriores son básicamente Peplums, trasladados a una u otra época – Edad Media, la Grecia Homérica, etc. – con héroes, villanos, y enfrentamientos masivos de ejércitos. Pero si Gladiador encendió la mecha, el film que terminó por incendiar el barril de pólvora es sin dudas la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson. A pesar del arrollador éxito de la Guerra del Anillo en las taquillas, no han existido filmes posteriores que intentaran mezclar épica con fantasía – salvo la mediana Las Crónicas de Narnia o la terrible Eragon -. Pareciera que los directores tuvieran miedo de adentrarse en el terreno fantástico cuando de épica se trata – inclusive Troya, que por naturaleza es eminentemente fantástica, fue despojada de toda su mitología intrínseca -, y se han restringido a los estandares que el Peplum dictaba.

Por lo menos hasta la llegada de 300. Aquí Zack Snyder – de El Amanecer de los Muertos – se anima a adaptar la exitosa novela gráfica de Frank Miller. Los resultados de Miller en el cine son algo dispares – ni Daredevil ni Elektra, dos de sus hijos dilectos, tuvieron demasiado éxito; y Sin City, su otro niño prodigio, es visualmente sorprendente pero narrativamente no deja de ser pura regurgitación de todos los clisés del policial negro que los conocedores del género sabemos de sobra -. De más está decir que las expectativas con 300 no eran mayores que las de ver un buen filme.

Pero sorprendentemente 300 termina siendo el mejor alumno en el territorio del cine épico fantástico desde El Señor de los Anillos. Si bien está basada en hechos reales – aunque los números no siempre concuerden, lo cierto es que un puñado de espartanos infligieron una gran cantidad de bajas a las tropas de élite del ejército persa, lo cual afectaría el transcurso de la guerra hasta su derrota en la batalla de Platea en el 479 A.C. -, Snyder afila el lápiz para hacer una descomunal epopeya épica que roza lo fantástico. El motivo es obvio: hay una deficiencia en los conceptos subliminales (y no tanto) que tiene el guión que podrían funcionar directamente como un discurso racista si el filme no fuera presentado en términos tan irreales. Si los persas fueran gente corriente, y la película fuera rodada con colores naturales, no sería más que puro panfleto político con Occidente bueno y democrático contra el Oriente malvado y totalitario. Lo real es que los persas de hecho tenían bastantes influencias de los griegos en su cultura, y no era una masa mesiánica y salvaje, mientras que los espartanos en realidad eran una monarquía bastante autoritaria. Es por ello que algunos diálogos del filme – en especial, cuando se habla de los griegos “libres y democráticos” – suenan a inserciones políticas de los guionistas que no tienen que ver con la realidad de la península de aquel entonces.

Pero si uno se puede substraer a esos discursos camuflados, 300 es un filme poderoso. En lo visual utiliza las mismas técnicas que Capitán Sky y el Mundo del Mañana o bien Sin City, pero ésta es una película muy superior a las mencionadas. La filmación en estudios sobre pantalla verde y la inserción de escenarios digitalmente recreados es impecable y fascinante. El tono sepia reinante en el filme le da una atmósfera fabulosa totalmente irreal. Y como Sin City o Capitán Sky, bien podría haberse quedado en un mero engolosinamiento visual sino fuera por el poderoso discurso heroico de sus personajes. Leónidas y Esparta transpiran heroísmo y honor, el honor del guerrero que pasa más allá de lo natural y llega a lo místico. Son códigos no escritos que se asemejan a la férrea moral de los Samurai – la guerra ennoblece, y nuestra vida no tiene valor hasta encontrar una muerte digna -. A esto se suma una potente performance de Gerard Butler – generalmente un actor que no suele fascinar demasiado a las plateas – que interpreta a un héroe (en el sentido trascendental de los griegos) formidable: es inteligente, carismático, valiente y por sobre todo, honorable.

Esto no significa que sean personajes tridimensionales. Bueno, El Señor de los Anillos tampoco era un exponente de sicología realista aplicada a sus caracteres, pero es que el film épico no los precisa. Las películas épicas se basan en modelos: los héroes, los villanos de corazón negro, los traidores, los guerreros fieles, los secuaces, los demonios terroríficos que acompañan al bando del mal. Y por supuesto se basan también en las desproporciones: las minorías contra las mayorías, los sucesos imprevistos que alteran los planes, la puja desigual por equilibrar la balanza de la guerra. En ese sentido 300 cumple perfectamente con todos sus cometidos, con la sorpresa de que, para una historia basada en hechos reales, lleva al bando enemigo al nivel de villanos fantásticos. Uno puede asombrarse por todo lo que se ve en 300 durante el principio del filme, pero cuando se llega a la presentación de los Persas es sencillamente delirante. Comenzando por el andrógino Rey Jerjes que mide casi tres metros de altura, siguiendo por su cuerpo de élite llamado Los Inmortales (que ocultan sus rostros deformes bajo máscaras plateadas), cuando no con gigantescos guerreros desfigurados que son lo más parecido a los Trolls de las Cavernas de El Regreso del Rey en los últimos diez años. Elefantes gigantes (que no son Olifantes, pero …), jinetes de Rinocerontes, o impresionantes arqueros que por millares lanzan sus flechas hasta cegar al Sol… sin contar además por toda la troupe de travestis, andróginos y seres deformes que se extasían en orgías privadas del Rey Jerjes. Las intenciones del director Zack Snyder quedan satisfechas: si precisaba villanos descomunales, malos, retorcidos y deformes, la planilla está completa (en el comic original el único personaje deforme era Efialtes).

Y por supuesto están los diáalogos. Es una excelente prosa que bien calzaría en la trilogía de Peter Jackson – que suelo comparar como Shakespeare pagano -.

Es una película imperdible, de lo mejor de los últimos tiempos en cuanto a filmes épicos. Snyder muestra quilates de sobra, lo cual hace esperar su próxima adaptación de Watchmen (el cómic clásico de Alan Moore) con ansiedad en el 2008.

LA SAGA DE 300

300 (2007) – 300: El Nacimiento de un Imperio (2014)